Aparta.

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Tony mira a April, ella camina por la habitación mientras esparce la crema en sus brazos, eran las 8 de la noche y los niños ya estaban en la cama. Se sienta y él suspira, desde hace días no han hablado mucho, han discutido por cosas tontas. Ella agita sus manos para darse viento con ellas, moría de calor y los medicamentos no estaban funcionando mucho. 

-¿Estás bien?-pregunta él. 

-Sí-dice ella-, solo es calor. 

-¿Segura? Puedo ir por algo si quieres y... 

-Es solo calor-dice ella dura. 

Él se queda callado, apaga su lampara y suspira. Ella se acuesta y le da la espalda. 

-Buenas noches-dice él en voz baja mirando la pared. 

-Descansa-contesta April. 

Escuchan a Marena llorar, él se levanta antes de que ella lo haga. Al llegar la ve sentada en su cama rosa de princesas, ella tira sus bracitos hacia él llorando. 

-Ya está cariño, no llores-le dice él besando la cabeza. 

-Lecheee-llora ella. 

Él sonríe y acaricia su cabello. Baja con ella y le hace su biberón, ella lo toma mientras juega con sus pies en su cama. Le cuenta un cuento mientras acaricia su cabello, ella lo mira y sonríe. La arropa y le besa la frente. 

-Duerme, cariño, yo te cuido-dice él. 

Marena abraza su brazo, él cierra los ojos y suspira. Aquella niña, a pesar, no ser hija biológica de April es idéntica a ella, mismo carácter, mismos gestos, mismos modos. Todo. Abrió los ojos y la vio de pie en la puerta, April los miraba atenta. 

-¿Soñó algo?-preguntó ella en voz baja. 

-Solo quería su biberón-murmura él. 

-Iré a la cama-dice ella. 

Él asiente y sonríe levemente. Cerró la puerta de la habitación en silencio, April seguía acostada mirando la pared, juega con la punta de la sábana blanca. La cama se hunde de su lado, ella cierra los ojos, lo amaba, pero sus cambios hormonales la estaban matando y él lo entendía, pero se sentía mal por todo lo que había pasado estás dos semanas. Se dio la vuelta despacio, Tony duerme tranquilo, se acerca y lo abraza, él se despierta algo confundido, pero al verla abrazada a él suspira. 

-Me asustaste-susurra él abrazándola. 

-Lo siento-dice ella-, no quería hacerlo. 

-Duerme-dijo él besando su frente. 

Su barba cosquilleó en su frente y ella rio bajo, él sonrió y acarició su espalda lentamente. 

-Me gustaría tanto algún día darte la sorpresa de que estoy embarazada, pero...-ella se quedó callada. 

-Podemos adoptar-dijo él. 

-No-negó ella-, yo deseo un hijo tuyo y mío y todo por culpa de...

Él bes su frente y suspiro. 

-Adoptemos amor, un bebé, y nos olvidaremos de que es de otra persona-susurró él-. Anda, hagamos crecer a la familia. 

Ella sonrío levemente. 

-¿No te importa que no sea de nuestra sangre?-lo miró a los ojos. 

-Soy feliz contigo, los niños, uno más no me quitará la felicidad, al contrario cariño. Hazme caso. Una niña, o un niño, lo que tú quieras. 

-¿Ahora?-preguntó ella. 

Él se encogió de hombros. 

-Por mí como quieras, ahora, mañana, dentro de dos años, o en una semana. Quiero verte feliz y si esa es la forma, vamos y adoptamos.

Y ahora tú serás, quien pare el tiempo.Where stories live. Discover now