Interfiriendo en asuntos de Cazadores de Sombras

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Octavo encuentro

Magnus

Magnus estaba recostado en el sofá, sorbiendo un martini y pensando en Alec. Reviviendo el toque de sus manos en sus brazos y el placer de sus labios de unas horas antes. Había requerido de cada onza de auto-control en él cuando Alec se detuvo. Pero eso había sido lo correcto. Alec era inexperto, Magnus realmente no quería presionarlo. Él sabía que la gente puede hacer cosas al calor del momento, que después lamentan. Sentía el temor de haber ido demasiado lejos. De haberlo confundido al punto que él retrocediera. Se enderezó y alcanzó el teléfono. El sentimiento de querer hacerle ver a Alec que estar con él valía la pena lo estaba carcomiendo. Necesitaba estar seguro que Alec había disfrutado tanto el momento, como lo había hecho él mismo. Sus dedos se movieron sobre el teclado del celular armando el mensaje.

Alexander. ¿Llegaste bien a casa? Me la pase estupendo. Espero que tú también.

Sacudió la cabeza y borro el texto. Era muy meloso.

Alexander. La próxima vez te ganare tres de tres en el billar, a menos que tengas miedo de perder ante un brujo.

¿Demasiado superficial? Magnus suspiró con bastante frustración pero presiono el botón de enviar después de todo. Esperó y se amonestó diciendo que estaba siendo un tonto. Desde cuando el Gran Brujo de Brooklyn se sentaba en el sofá atento al teléfono, en espera que un cazador de sombras le devolviera un mensaje. "Eres un idiota", volvió a regañarse.

Su teléfono vibró y lo abrió a la carrera para poder leer el texto.

Me gustaría ver que lo intentes. Gracias por la velada, Magnus, me la pasé estupendamente.

No pudo más que sentirse inmensamente aliviado. Se levantó, volvió a llenar su copa y miró por la ventana. Presidente Meow lo alcanzó ahí para sobar su cabeza contra él.

—"Todo saldrá bien" -le comentó a Presidente. —Alec y yo estaremos perfectos juntos. -Le reafirmó al gato en voz alta, intentando que las palabras se grabarán en su mente. Él quería creerlo también.

*****

Alrededor de una hora después volvió a vibrar el teléfono. Esta vez, el mensaje de Alec, era de otra índole.

Magnus, acabo de recibir una llamada bastante inquietante de la Ciudad de Huesos. A Jace se lo ha llevado la Inquisidora en calidad de prisionero. Izzy y yo vamos en camino a ver lo que está pasando. ¿Podrías venir? Como compañía solamente, quiero decir. Nunca te pediría entrar a la Ciudad de Huesos. No sé lo que está sucediendo y quizás podríamos ocupar tu ayuda. ¿Sí no es demasiado pedir? Me gustaría contar contigo. Alec.

Magnus leyó el mensaje dos veces y frunció el ceño. ¿Por qué tendría que llamar la Ciudad de Huesos al Instituto? Los Hermanos Silenciosos eran capaces de defenderse a sí mismos. Le devolvió el texto a Alec para informarle que iría y que estaría esperándolo en el bar cercano al cementerio. Que le mandará un mensaje cuando creyera que en realidad lo necesitaban. Alec tenía razón, él no quería acercarse a la Ciudad de Huesos, pero si era necesario, iría. Alec sólo le había pedido que estuviese ahí como refuerzo, y eso es lo que pretendía hacer.

Magnus se vistió en pantalones de piel negros y un cinto con una hebilla adornada en joyas con forma de una gran M. Había sido un regalo de Ragnor. Escogió una chaqueta militar prusiana de color azul-cobalto que haría juego con los ojos de Alec, y la dejo abierta sobre una camisa adornada con lazos, totalmente blanca. Él estaba considerando la posibilidad de que se fuera a encontrar con otros cazadores de sombras en el lugar, así que estaba obligado a hacer una gran entrada. Se colocó una considerable cantidad de purpurina en la cara y analizó su atuendo minuciosamente al espejo antes de dejar el loft. Después de todo tenía una reputación por la cual velar.

Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora