Más como nosotros

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Cuando YoungJae vio como su novio entraba prácticamente arrastrándose dentro del apartamento sin dirigirle siquiera una mirada, supo que algo andaba mal. 

Usualmente, el menor era atacado por su pareja apenas la puerta terminaba de cerrarse y DaeHyun daba con él en cualquier parte de la casa donde se encontrara. Entre caricias y besos divertidos, la situación podía terminar de dos maneras: uno, YoungJae terminaba golpeando las costillas del moreno y luego dándole mimos para que le perdonara, que era lo que usualmente sucedía; o dos, los besos coquetos eran correspondidos y ambos terminaban enredados entre las sábanas blancas haciendo el amor, tan dulce y cálido que hacía que sus corazones se coordinaran, para terminar durmiendo entre los brazos del otro como tanto les gustaba.

Pero ese día en particular, el mayor simplemente había pasado de largo hacia su habitación compartida, con los ojos preocupados de YoungJae sobre su persona, sentado en el sofá con el ceño fruncido y el libro que estaba leyendo apenas abierto sobre su regazo.

YoungJae se levantó, dejando de lado la historia y sus lentes de lectura. Encontró a su pareja sobre la cama bocabajo, luciendo abatido y con la ropa a medio poner. Inhalaba y exhalaba erraticamente, tanto así que el menor pensó que estaba llorando y no quería que nadie le molestara. Pero él no era nadie, era un Yoo, y por lo tanto se acercó sin cuidado, sentándose en el borde del mueble y posando una mano en el cabello contrario.

—¿Que pasa, Dae? —Preguntó, tirando de los mechones entre sus dedos para llamar la atención del mencionado.

Pero contrario a lo que esperaba, el moreno no se movió ni un centímetro, omitió hacer cualquier tipo de ruido y siguió con su rostro enterrado entre las almohadas, ignorando por completo la presencia de YoungJae adrede.

El de piel pálida puchereó, y llegó a la dolorosa conclusión de que la situación quizá era mucho más grave de lo que imaginó inicialmente. Liberó el cabello de su amado y besó su cabeza a modo de disculpa por si le hizo algún daño (que estaba seguro que fue así, puesto que uno que otro cabello terminó entre sus falanges), y se levantó del borde de la cama.

Una vez de pie, se hizo la pregunta crucial de la situación, de la que dependería no sólo las emociones de su novio, sino puede que también el futuro de su relación, y de si el sol continuaría brillando en el firmamento o el mundo se vería envuelto en una eterna oscuridad: ¿qué debía hacer por DaeHyun?

Lo primero que se le ocurrió, fue reproducir su película preferida. Así que raudo y veloz, revolvió la habitación en busca del control remoto y encendió la televisión, que sonó demasiado fuerte para sus oídos causando que diera un respingo, erizado como un gato asustado. No obstante, cuando volvió la cabeza para mirar a su moreno, este seguía exactamente en la misma posición en que lo dejó segundos atrás.

Suspirando inaudible, el menor inició su catálogo de películas on-line y escogió la preferida de su novio, dándole al play con una sonrisa antes de volver al lado del deprimido, gateando sobre las sábanas.

—¡Mira, amor, Nemo! —Exclamó, sacudiendo el cuerpo del mayor, tratando de contagiarlo con su emoción al ver el pez naranja y blanco.

Nuevamente, no hubo una respuesta, sólo un suspiro apenas audible, amortiguado por la gruesa tela rellena.

YoungJae se obligó a pensar en otra solución, posando la mano en su mandíbula y dando golpecitos suaves con sus dedos mientras recapitulaba todas las cosas que le gustaban a su novio.

Chasqueó los dedos cuando una nueva idea llegó a su mente. Saltó de la cama y prácticamente voló fuera de la habitación hacia la cocina, aún con la película reproduciéndose en el televisor.  Rebuscó entre la alacena los ingredientes que necesitaría para preparar algo decente para comer, pese a sus escasas -nulas- habilidades para la cocina. 

Nadie como tú [DaeJae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora