DongHae tenía una rutina, la cual se encargaba celosamente de seguir. En realidad, no era lo que podría llamarse una “rutina”, sino que era algo en particular que se había vuelto una rutina.
Era un compositor reconocido en el ámbito musical, con varios premios y éxitos en su haber. Tenía muchos amigos, pero vivía solo en un gran departamento, el cual le había pedido expresamente a su amigo HeeChul —diseñador de interiores—, que le diera un aire de calidez, más que nada porque trabajaba principalmente desde su casa y no quería estar en un ambiente frío (según él, le cuartaba cualquier signo de inspiración) a la hora de escribir.
Sin embargo, de vez en cuando, cuando la inspiración se negaba a visitarlo aún en su cálido hogar, DongHae salía a pasear, sobre todo de noche, puesto que sentía que el aire nocturno le aclaraba las ideas
Fue entonces cuando lo conoció. O mejor dicho, cuando lo vio, puesto que para conocer a alguien primero debías hablar con aquella persona, y ellos no habían cruzado palabra alguna. Había estado caminando por las calles aledañas a su departamento, como siempre que se bloqueaba, y había decidido cambiar de recorrido. Así había sido como entre vuelta y vuelta había llegado a un pequeño parque.
Y allí estaba él.
Era un chico —DongHae pudo apreciar— apenas más alto que él; era muy delgado, pero se lo notaba tonificado a través de la fina remera blanca y los jeans azul oscuro. Tenía el cabello rojizo y la piel muy blanca, pero lo que más le había llamado la atención había sido su sonrisa, de esas que muestran encías y felicidad.
Cerca del chico había un pequeño equipo de música que retumbaba con los acordes de la música, la cual hacía eco en el cuerpo de pelirrojo, el cual se movía en perfecta sincronía con la música. Era realmente hipnótico. Cada ondulación de su cuerpo y cada movimiento brusco de sus caderas te hacían querer ver más y más, y al cabo de unos momentos se había dado cuenta de que no era el único, pues una considerable cantidad de personas se habían reunido a admirar el espectáculo.
Luego de un rato, el show había concluido y DongHae había perdido la noción de cuánto había estado ahí parado, pero sintió que no había perdido el tiempo, y luego de ver al chico sonreír tímidamente ante los aplausos recibidos, DongHae se fue a su casa… con una nueva canción en su mente.
Así fue como la visita al parque se había vuelto una rutina de viernes y martes —que eran los días que el chico bailaba allí, según había logrado averiguar— puesto que había notado que el verlo bailar no sólo lo entretenía, sino que también lo inspiraba.
—¿Te gusta alguien? —le preguntó un día KyuHyun, cantante y amigo de la infancia.
Demás estaba decir que la pregunta lo había tomado por sorpresa. KyuHyun no era de meterse mucho en la vida de las personas y por eso mismo le había llamado soberanamente la atención que una pregunta como esa saliera de su boca.
—¿Qué? ¿Por qué preguntas algo como eso tan repentinamente? —inquirió DongHae. Estaban en la cafetería de la empresa para la cual trabajaban y habían estado hablando acerca de qué canciones agregar al nuevo álbum de KyuHyun cuando éste había soltado la pregunta.
—Porque es obvio que así es —sentenció KyuHyun, quien era unos años menor que DongHae, a la vez que tomaba un sorbo de su café.
—Pues estás equivocado —refutó el castaño mientras se apartaba un mechón de cabello que se había deslizado sobre su rostro—. En éste momento no me gusta nadie. No sé qué te habrá dado esa idea.
—Tus canciones —afirmó KyuHyun, tomando de su café y mirando la hora en el gran reloj de la cafetería, como si de aquello de lo que estaban hablando fuera tan obvio que no mereciera su completa atención.
—No sé a qué te refieres… —confesó el compositor, centrando toda su atención en el joven —y muchas veces mordaz— cantante.
—¿En serio no te has dado cuenta, hyung? Por dios que puedes ser lento… —acotó y se cruzó de brazos para poder continuar con su explicación— Siempre te gustó hacer canciones relacionadas con la amistad y la familia, pero de un tiempo a ésta parte, y de todas las canciones nuevas tuyas que me dieron a elegir para mi álbum, creo que el ochenta por ciento son románticas.
DongHae no supo cómo rebatir aquello —y ganas no le faltaron considerando la sonrisa burlona del menor— ya que, para ser sincero, no lo había notado.
—Ya me tengo que ir, hyung —informó KyuHyun interrumpiendo el hilo de pensamientos de DongHae—. Pero te aconsejo que pienses en lo que te dije —expresó y mientras se levantaba, se le abrió un poco la camisa y DongHae encontró con qué vengarse.
—Por supuesto, yo también me tengo que ir —dijo también poniéndose de pie. Luego de despedirse y justo antes de que KyuHyun atravesara la puerta de la cafetería, DongHae lo llamó.
—¡KyuHyun! —y ante aquello, el aludido se volteó— Yo también tengo un consejo para ti: dile a Min que por más que sea tu estilista y vestuarista, debe tener cuidado de dónde deja marcas.
Habiendo dicho eso y tras ver la expresión de vergüenza e ira en el rostro de KyuHyun, caminó hasta la caja sintiéndose mucho mejor.
Días después —viernes por la noche—, no tenía ganas de escribir, pero aún así salió hacia su rutinaria visita al parque y al llegar —más temprano que de costumbre—, se sentó en una de las bancas: en una de esas, la inspiración le llegaba para aclarar su mente.
A pesar de haber puesto en su lugar a Kyu, lo que le había dicho seguía dándole vueltas en la cabeza, sobre todo porque —y sólo luego de revisar— había notado que era cierto que muchas de sus canciones habían sido relacionadas con el amor. Y no había sido propósito, simplemente la letra y la música había llegado así a su mente, pero a él no le gustaba nadie, justo como le había asegurado a su amigo. ¿Había sido simplemente un cambio interno del que no se había dado cuenta? No lo creía, y de todas maneras, ¿por qué le daba tanta importancia? No le gustaba nadie y punto.
—¿Mal día? —escuchó que alguien preguntaba a su lado y al voltearse, se encontró cara a cara con ese chico delgado de sonrisa con encías; ese cuyo baile le gustaba admirar. Lo primero que atinó a hacer fue mirar a su alrededor, buscando a otras personas que estuviesen cercas. Cuando no las encontró, volvió a mirar al pelirrojo.
—¿Me hablas a mí? —preguntó DongHae, señalándose a si mismo y más por inercia que por otra cosa.
—Eh… sí. No veo a nadie más por acá —confirmó con una sonrisa —sin encías notó DongHae— antes de volver a hablar—. Eres un asiduo del parque; te veo siempre que estoy acá.
Y ante esto, y sin saber cómo ni por qué, DongHae sintió que se le subían los colores. Bueno, el por qué sí lo sabía: el chico se había dado cuenta de que estaba siempre ahí viéndolo bailar. Así y todo, DongHae trató de convencerse de que no era nada por lo que avergonzarse. No era el único.
No tuvo caso, por lo que sólo asintió.
—¿Te estoy molestando? —preguntó el pelirrojo con expresión cautelosa— Si es así, sólo dime y-
—¡No! Para nada —negó rápidamente el castaño—. Es sólo que tenía la cabeza en otro lado y me tomaste por sorpresa —confesó con una sonrisa y frotándose la parte trasera del cuello, gesto habitual de cuando estaba un poco nervioso—. No un mal día, simplemente pensaba en algunas cosas.
—Ohh… Ya entiendo. ¿Y caminar por el parque te ayuda? —preguntó, curioso.
—Supongo que sí. Siempre que he salido a caminar se me aclaran las ideas —contestó sinceramente DongHae. A pesar de ser la primera vez que hablaba con el bailarín, sintió que lo
conocía, aunque fuese sólo un poco. Y sí, puede que fuese lento para algunas cosas—como bien claro había dejado KyuHyun—, pero nunca su instinto había fallado al leer a alguien, y en esos momentos le decían que podía confiar en esa persona—. ¿Tú qué haces para despejarte la mente, señor….? —preguntó DongHae, con la esperanza de que el otro contestara completando con su nombre.
—EunHyuk —contestó el aludido—. Aunque ese es mi nombre artístico. Mi verdadero nombre es Lee HyukJae. Puedes llamarme como gustes, señor…
—Lee DongHae —se presentó el de pelo castaño, ofreciendo su mano a modo de saludo, la cual HyukJae estrechó de buena gana—. Es un lindo nombre artístico.
—¿De verdad lo crees? Es más por seguridad que por otra cosa, así que no puedes decírselo a nadie, ¿entendido? —preguntó HyukJae con una mueca de seriedad.
—Mis labios están sellados —aseguró DongHae, a la vez que pasaba su mano por sobre sus labios, cual si se tratara de un cierre.
—Con respecto a lo que me preguntaste antes, bailar es mi manera de despejar mi mente —confesó el pelirrojo, recostándose más cómodamente sobre el respaldo y pasando sus brazo a lo largo por sobre el mismo—. Cuando bailas, lo único que sientes es la música recorriéndote. Es, en cierta manera, liberador.
—Supongo que la música es lo nuestro —dijo por lo bajo DongHae y sonrió
HyukJae estuvo a punto de preguntarle sobre a qué se refería con eso, pero al mirar su reloj notó que ya eran casi las ocho de la noche y la gente ya había comenzado a reunirse en los alrededores esperando el espectáculo, por lo que se levantó.
—Bueno, lamentablemente es hora de comenzar— dijo, no tan entusiasmado como otros días—. Fue un gusto hablar contigo, DongHae. Disfruta del show —terminó HyukJae con una amplia sonrisa, de esas que muestran felicidad y encías.
DongHae también sonrió.
—Igualmente, Hyuk-… —comenzó a decir hasta que notó a la gran cantidad de gente a su alrededor— EunHyuk. Y no te preocupes, siempre lo disfruto.
HyukJae volvió a sonreír y se alejó unos cuantos pasos de espaldas, sin despegar la vista de DongHae para terminar volteándose en dirección de la gente.
DongHae suspiró. Aún no encontraba las respuestas que necesitaba, pero ciertamente se sentía menos preocupado y más distendido. Y mientras escuchaba los primeros sonidos salir del minicomponente y veía los movimientos de HyukJae al ritmo de la música (con algún que otro salud perdido y cruce de miradas en su dirección), DongHae pensó que esto era, tal vez, gracias al pelirrojo de sonrisa preciosa.
—¿Y ya estás dispuesto a contarme? —preguntó KyuHyun mientras esperaban al productor que les traería los primeros ejemplares del CD de KyuHyun. DongHae había estado en su casa (que quedaba muy cerca de la compañía) ese viernes por la tarde cuando el menor lo había llamado para pedirle que lo acompañara a retirar los primeros CDs, y como no había tenido nada que hacer, accedió.
Al escuchar la pregunta, DongHae decidió que cualquier cosa hubiese sido mejor que estar en compañía de KyuHyun.
–No —respondió cortante DongHae.
—Entonces sí hay alguien, sólo que no me quieres decir quién es —sentenció el menor, inclinándose hacia el mayor y apuntándolo con el dedo índice.
Maldito KyuHyun, pensó. Luego hablaría con SungMin para que le escondiera el PSP; no por nada era el favorito de SungMin.
—¿Sabes? El que calla, otorga —volvió a hablar KyuHyun, y antes de que DongHae pudiese retrucarle (o saltarle al cuello), apareció el productor con cinco ejemplares del álbum de KyuHyun.
Ya de salida, y viendo la cara de pocos amigos de DongHae, KyuHyun se ofreció a llevarlo hasta su casa, puesto que su auto estaba en reparación y había caminado hasta el edificio de la compañía. Al llegar, DongHae no sólo no le agradeció que lo llevara, sino que se llevó dos de los CDS de KyuHyun, ante la mirada atónita del mismo.
Desde el momento en el que cruzaron palabra, las charlas entre HyukJae y DongHae habían continuado todos los días en los que se encontraban en el parque. No se decían nada muy personal, nada muy serio. Eran simplemente dos personas compartiendo sus vistas acerca de la vida y la música, pero aún así los iba acercando poco a poco.
—Pensé que ya no vendrías… —DongHae escuchó susurrar a alguien muy cerca de su oído y se volteó sorprendido, sólo para encontrarse con el rostro feliz de HyukJae. Este último dio un salto por sobre el respaldo de la banca, para terminar sentándose al lado de DongHae.
—Casi me matas del susto… —dijo el compositor, llevándose una mano al pecho. El bailarín lo miró, curioso, e imitó la acción de DongHae, colocando una de sus manos sobre el pecho del mismo —lo que sobresaltó al compositor— y luego abrió grande los ojos.
—¡Oh! ¡Tienes razón! Lo siento… —se disculpó HyukJae con su mejor sonrisa de arrepentimiento al setir los rápidos latidos del corazón de DongHae.
—No… no hay problema —aseguró el aludido, ya un poco más calmado.
En ese momento, HyukJae notó lo que el otro llevaba entre las manos y dejó escapar un silbido de sorpresa.
—Eso… ¿es el nuevo álbum de KyuHyun? —preguntó un tanto —sólo un poco— emocionado.
—¿Eh? Ah, ¡sí! —confirmó, extendiéndoselo—. ¿Te gusta?
—Sí, ¡mucho! —respondió animado— Si bien para bailar prefiero música más movida, he bailado un par de baladas. Las suyas en particular, me gustan mucho porque sus baladas no son todas tristes y melancólicas —dijo alegre, examinando el álbum en sus manos.
—Pues veo que tienes un par de fans, Kyu… —dijo DongHae por lo bajo y con una pizca de resentimiento (aunque no sabía por qué).
—¿Dijiste algo? —preguntó HyukJae, quien no había alcanzado a escuchar lo que el otro había dicho.
—Que si te gusta, es tuyo.
Y sin más, se lo entregó al bailarín, con una sonrisa colgándole de los labios.
—¿Lo dices en serio? —preguntó, sin creérselo, pero aún así tomando la caja.
—Por supuesto. A cambio, luego de escucharlo, debes decirme si te gustaron las canciones y cuál fue tu favorita. ¿Trato?
–Me parece justo —accedió HyukJae, con una gran sonrisa. Acto seguido y tras despedirse, se volteó en dirección de la gente que ya había comenzado a reunirse para su presentación.
Con la vista clavada en la espalda del bailarín, DongHae pensó que de pronto sí le gustaba alguien: una persona con sonrisa de encías y felicidad.
Y actuó sin siquiera pensarlo (cosa que a KyuHyun le irritaba y a SungMin le parecía tierno). Antes de que el otro se alejara mucho más que unos pasos, se levantó del banco y aferró la muñeca de HyukJae, el cual se volteó a mirarlo con una mueca de curiosidad y sorpresa.
—Préstale particular atención a la canción nº8… te la dedico —dijo guiándole un ojo y con una sonrisa (que estaba seguro mostraba, también, encías y felicidad) tomó al pelirrojo por los hombros y le depositó un suave y tierno beso en los labios. Acto seguido, y bajo la estupefacta mirada de HyukJae —y de las demás personas allí presentes—, DongHae de retiró, saludándolo con la mano hasta desaparecer entre el resto de la gente.
Cuando pudo volver en sí —luego de los silbidos y aplausos de la multitud a sus espaldas—, HyukJae volvió a centrar sus ojos —los cuales aún estaban desmesuradamente abiertos— en la parte posterior del álbum, donde estaba el listado de canciones. Precisamente, sobre la canción nº8.
—“Just like Now” - Intérprete: Cho KyuHyun; Compositor y escritor: Lee DongHae —susurró, y no pudo evitar la sonrisa que se le coló en los labios, de esas que muestran encías y felicidad… y esta vez, tal vez algo más.
Fin.
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{Eunhae} Tal vez algo más
FanfictionTítulo:: Pareja:: MonoPez Género:: Romance - Fluff(?) Clasificación:: G