Al rato de haberse ido las niñas Malú salió de la cocina, algo molesta por haberla encerrado allí.
-Dani ¿se puede saber por qué no me dejabas salir de la cocina, ni hacer ruido ni nada? ¿Me escondes de tu hermana como al principio o qué?
-No Malú, no es eso. Martina trajo a Aurora, su mejor amiga y la hija del dueño de la revista que te sacó las fotos. ¿En serio crees que quiero ocultarte? Solo lo hice por ti, porque Aurora es muy buena niña, pero no puede saberlo todavía...
-Ai, no sabía que era eso... Lo siento mucho cariño. Pero entiende que si vienes de repente y me dices que no haga ruido ni nada... Yo al escuchar la puerta pensé que había venido solo Martina...
-No pasa nada.- la besé- Martina me dijo que ella pensó que estaríamos en tu casa, por lo que la culpa fue mía por insistirte en venir aquí.
-¿Y qué has echo con ellas?-rió
-Le he dado a Martina las llaves del estudio para que se queden allí. Y ya le avisé que si quiere venir mañana a desayunar que me avise antes.- reímos- Bueno qué, ¿está ya esa ensalada? Me muero de hambre.
-Si bobo, ya está lista, espera.- Mientras ella iba a buscar la comida yo empecé a poner la mesa.
-Ya está todo.- Dije elevando la voz para que me escuchara desde allí. Cuando vino con todo, cogí un par de cosas para ayudarla y por fin nos sentamos a cenar.
-Es la primera vez que cocino para ti.- sonrió y después yo
-Espero que no sea la última.- reí
Comimos sin mucha conversación. Me dijo que esta semana la tendría casi libre y estuvimos hablando de irnos unos días a la playa, o por ahí a tomar el aire. Cuando acabamos los dos recogimos los platos y los llevamos a la cocina.
-Postre hay ¿no?- dije con una sonrisa pícara
-Mmm... Creo que no pero podemos ir a comprar.- rió
-No, no... Mejor tu serás mi postre.
Tras esta frase unimos nuestros labios una vez más. La cogí en brazos y la subí a la encimera, que por suerte estaba vacía. Beso tras beso iba olvidándolo todo, centrándome únicamente en ella.
Trasladamos nuestra pasión a la habitación mientras nos deshacíamos de toda nuestra ropa. Me empujó hacia la cama y se puso sobre mi, recorriendo con sus labios mis mejillas, bajando por mi cuello y acabando en mi ombligo. La levanté para volver a su boca y perderme, una vez más en sus labios... De repente un teléfono nos sobresaltó. Desde luego la gente es muy oportuna...
Eran las 2 de la mañana y me llamaba Teresa.
-Dani, soy Teresa. Siento haberte despertado... Ha pasado algo.
-Tranquila... no dormía. ¿No puede esperar a mañana?
-No Dani, tienes que venir al parque que está al lado de la revista. Tu hermana y Aurora están aquí conmigo.- Al escuchar que se trataba de mi hermana el corazón se me encogió. Me quedé descolocado, sin saber en absoluto qué hacer.- ¿Sigues ahí?
-Si... Si... Sigo aquí... Voy enseguida.- Y colgué, sin más. Malú me miraba sin entender nada. Mi cara de preocupación lo decía todo.