¿Dónde estoy? Todo está oscuro, parece que me han drogado. Tengo sed, frío, hambre... el pulso se me acelera y el sudor invade mi piel. Casi no sé ni quien soy.
Desesperado, consigo abrir los ojos, y un ténue rayo de luz ilumina la puerta de mi habitación. Quiero salir de aquí, intento ponerme en pie con todas mis fuerzas, pero mi cuerpo no responde. No puedo moverme, como si alguien me hubiera atado a la cama, o arrancado las extremidades.
Oigo un ruido detrás de mí, alguien está rebuscando en mis cosas. Trato de girarme, pero el cuello me duele a más no poder. Mi cabeza cae sobre la almohada mientras el intruso parece darse cuenta de que estoy despierto.
Noto sus pasos viniendo hacia mí, y sin conocer su identidad, sé que no me hará nada bueno. Estoy mareado, siento que voy a vomitar, pero mi cuerpo sigue muerto. Los pasos no cesan, cada vez estoy más cerca del terror.
Pero aún sin conocer la identidad del extraño, su imagen viene a mi mente como una fría sensación. Una oscura sombra con unos ojos rojo brillante venidos del mismo Infierno. No sé lo que es, pero viene a por mí.
Pruebo a gritar, aunque ni siquiera puedo respirar. Ha llegado mi hora, sé que voy a morir.
En un último suspiro, enciendo la luz de mi habitación y todo está en calma. Son las cuatro, aún falta para que amanezca, pero no quiero volver a dormir. Tengo miedo.