Pequeña Diabla

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Capítulo I

El origen

Aquello ocurrió en 1984, y cuando miro el fuego aún lo recuerdo. Mi madre estaba acusada de bruja por haber hecho una infusión curativa. Tres dias mas tarde la quemaron viva en mitad de la plaza. Yo solo tenía 12 años pero tenía un odio y una sed de venganza mas grande que mi propio cuerpo.

Tras ver aquel espectáculo tan cruel y sanguinario llegué a mi casa muy enfadada, tanto, que cogí el hacha del garaje, subí las escaleras poco a poco con cuidado de no hacer ruido, abrí la puerta de la habitación donde estaba mi hermano muy lentamente, y para cuando se dio cuenta de que estaba allí su cabeza ya rodaba por el suelo, empapando cada centimetro de la madera en sangre.

Capítulo II

El falso culpable

¡Que bien me siento! He soltado todas mis frustraciones o no? No lo se. Lo unico que se es que me siento fenomenal. Mi ira a salido como el agua mana de una fuente de sangre tan roja como la que tenia el vestido blanco de noche que llevaba en el instante en que solté el hacha.

Lo malo del asunto es que todas la muertes se investigan. Me quité el vestido con toda la tranquilidad del mundo, los zapatos, los calcetines y los guantes también. Y los arrojé a la chimenea. Entro en mi habitación, abro mi gran armario lleno de vestidos de marca, y esta vez escojo uno color azul, unos calcetines blancos de encaje, y los zapatos mas caros que se podian encontrar para una niña de mi edad. Cierro el armario. Voy sin ninguna prisa hacia el tocador que estaba en la otra punta del dormitorio. Abro el tercer cajón y apreto en mis manos unos guantes compañeros a los calcetines de encaje con el lazito azul turquesa. Y tras eso salgo a la calle como si nada. Dos días después empezaban a hechar de menos a mi hermano. La policía investigó el caso y culparon a mi padre, al fin y al cabo quien iba a culpal a una niña de 12 años?....

Capítulo 3

Mi familia... Un cuchillo.

Detuvieron a mi padre en un atardecer nublado. En el horizonte se veian, alrededor del sol, unos colores malva, rosa, naranja, rojo y un azul muy pálido. Lo llevaron a la plaza central del pueblo. La multitud, al verlo llegar, abucheaba con fuerza y un murmullo ensordecedor salía de las bocas de las mujeres maduras, en resumen, marujas. Todos esperaban la sentencia del comisario, quien, pensativo, no conseguía determinar el castigo.

Yo estaba en primera fila, callada y asustada, pensando que me podría quedar sola después de aquello. Pasadas varias horas, al fin, salió el comisario. Pronunció unas palabras y dijo:

-La sentencia es... Cadena perpetua.

Ya está. Me habia quedado sola. Me llevaron a un centro de acogida y cuando preparé la maleta, sin que nadie se percatase de ello, metí un cuchillo en la mochila.

Capítulo 4

Un giro inesperado.

Antes de llegar, ya se veian unos grandes pinos que se elevaban respetuosos, tocando las nuves con sus últimas hojas. Yo, totalmente atónita, contemple aquella majestuosidad. Todo estaba sereno. Todo tranquilo. Todo siniestro...

Una señora muy estirada me acompañó hacia mi habitación.

Para mi sorpresa, ¡Mi compañero era un chico!

Tenia el pelo moreno y unos ojos color chocolate y cuando me vió entrar salió una carcajada de su boca.

-Señora, esto debe de ser un error.

-Aqui el único error cometido a sido que aceptase este trabajo...

La señora salió de la habitación y nos quedamos solos. Deshice mi maleta y coloqué la ropa en el armario. Que silencio... Bueno mientras menos hablase mejor. No tenia ninguna gana de que aquel chico me estuviese hablando toda la noche. Que aburrimiento. Y solo eran las siete. ¿Que podia hacer?

Cojí un libro y me puse a leer.

Capítulo 4

¿Es mudo?

Terminé el libro de un tiron. Me dieron las tres de la madrugada. Me dormí. A la mañana siguiente ya estaba despierta antes de que sonaran las campanas que indicaban que habia que prepararse para ir a clase. Mi compañero se despertó, bueno, eso de despertarse...dejemoslo en que se levantó de la cama.

-Buenos días-dije

Y otra vez reinó el silencio.

-¿Te a comido la lengua el gato?

-¿Perdona, ¿estas hablando conmigo?

-¿Es que hay alguien mas en esta habitación?

-No que yo sepa. Pero como anoche hablabas sola...

-Eso es mentira. No intentes confundirme. -dije poniendo el peine en mi mano y haciendo gesto de lanzarselo a la cabeza.

-Bueno, bueno, no te enfades. -dijo cubriéndose la cara con ambas manos.

Uff me extresa. Tengo ganas de... Pero no puedo. Hay cámaras por todos lados. Esperaré a salir de aqui. Estas paredes me estan matando.

Era hora de entrar en clase. Me senté en la segunda fila al lado de una niña rubia.

Pequeña DiablaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora