Suceso inesperado

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Los próximos días me había sentido cansada, ya no salía al jardín con Helena y solo podía estar cómoda en la cama, no podía caminar porque me fatigaba rápidamente, estaba perdiendo mis fuerzas vitales. Helena venía todos los días sin falta alguna y me leía un libro, me contaba historias inventadas por ella misma y me hacía shows de Stand Up, era malísima contando chistes, pero aprecio con el alma que este aquí conmigo.

Ahora estoy en cama, Helena se acaba de marchar hacía unos minutos, y yo me pienso dormir en lo que mi madre llega para contarme lo que hizo el día de hoy. Comenzaba a conciliar el sueño, cuando la puerta se abrió del golpe, era Helena con una silla de ruedas y con una sonrisa en el rostro.

-Levántate Diana, ¡Vamos a salir!- ¿Se ha vuelto loca, verdad?-No me mires así, ahora vámonos, te ayudo a sentarte en la silla y nos vamos Diana, te tengo una mega sorpresa.

Con ayuda de dos enfermeros, Helena me subió a la silla de ruedas, me colocaron todos los aparatos y después bajamos por el ascensor y llegamos al estacionamiento, había una camioneta cerrada ahí, nos acercamos y pude distinguir que en la parte de atrás no tenía asientos, era para personas en silla de ruedas. Encendieron la camioneta y fuimos alejándonos del hospital lentamente. Conforme fue bajando la velocidad de la camioneta vi que era un auditorio lo que tenía al frente, voltee lo más rápido que pude a ver a Helena y ella solo me sonrió.

-No quieres enseñarme tus fotos, entonces tendré que verlo en vivo y a todo color.

Sentí una felicidad dentro de mí, no sabría describirles que tipo de sensación, pero nunca pensé que volvería a estar en un auditorio, sentía como si estuviera en mi hogar, me sentía plena. Cuando cruce la puerta y vi la pista de patinaje sentí que todo lo que había sido alguna vez, volvía a existir. Y entonces, vi a mi familia, postrados en las gradas con carteles que decían "¡Diana, eres la mejor! ¡Te queremos Diana, te queremos! Las lágrimas rodaron por mis mejillas, inevitablemente.

-Vamos Diana.- dijo Helena.- Tienes que vestirte para dar la mejor presentación de tu vida, y también el nacimiento de una nueva Diana, hoy dejarás atrás tus miedos y volverás a ser la mejor, todos estamos aquí para apoyarte, y todos queremos verte en esa pista de hielo.

-Pero, ¿Te has vuelto loca Helena? No quiero, no puedo...

-Puedes intentarlo, claro que puedes, yo lo sé.

Era una locura, de verdad. No sé en qué pensaban todos cuando planearon esto, pero lo intentaré, por ellos y para decirle adiós a quien era antes.

Mi madre me había comprado un hermoso traje blanco, me veía en el espejo y veía a la Diana de hace tres años, es momento de despedirme de todo lo que fui, después de tanto tiempo volver a pisar una pista se me hace algo bizarro, pero a la vez me da felicidad, no puedo pedir más, ahora tengo todo lo que me hacía falta.

Cuando puse el primer pie en la pista sentí algo que me recorría todo el cuerpo y aunque con dificultad me movía, sentía que todo estaba siendo como antes, mis padres estaban llorando, igual mis hermanos, pero la actitud de Helena fue distinta, ella tenía los ojos llorosos, como si estuviera conteniendo las lágrimas. Cuando termine mi rutina, estaba totalmente cansada, pero satisfecha, mi padre y mi madre me ayudaban a mantenerme de pie y Helena sonreía como antes.

-Fue estupendo, eres excepcional en lo que haces, Diana.

Entonces ella me abrazó y estoy segura de que me transmitió todo lo que sentía, también pude notar que estaba llorando, y me abrazaba con mucha más fuerza.

-¿Qué te pasa Helena?

-Es la emoción.- dijo, pero no dejo de abrazarme, incluso lo hizo con más fuerza.- Te quiero mucho, gracias por ser la mejor amiga que he tenido.

Si pudiera tener una escala del uno al diez de felicidad este sería el número diez, después de tanto tiempo por fin sabía cuál era mi lugar, y que aunque mi vida esté en peligro, tengo que afrontar todos mis problemas, quisiera actuar como Helena, en verdad se ha esforzado por hacerme cambiar de parecer. Nada podrá arruinar mi felicidad, nadie.

Mentira. Ha pasado una semana y media desde ese momento feliz y ya no he visto a Helena, el Dr. Casas me dijo que se había ido a otro hospital, eso tenía que ser una mentira, Helena no se iría sin decirme nada, ella no es así. Seguro salió a ver a un doctor particular o fue con su familia de viaje, pero va a regresar. Nadie me dice nada, mi insistencia debería de demostrarles que estoy preocupada.

Yo, me sentía mucho mejor, ya no me fatigaba tanto, no es que muy bien, aún me siento cansada, pero mejor que antes si estoy.

Me incorporé de la cama y poco a poco camine a la puerta. Era la hora de comida, la mayoría de los enfermeros andaban en su descanso, con mucha precaución salí del cuarto y subí a ver a Helena en el ascensor.

El cuarto de ella era igual al mío, tenía la misma ventana que daba al corredor, y fue horrible ver que no estaba ahí. No estaban sus cosas, entonces... ¿En verdad se habían ido? Una enfermera iba pasando justo detrás de mí, así que me voltee y le pregunte.

-Disculpe... ¿La señorita Helena Sandoval, la chica que ocupaba esta habitación, volverá al hospital?

-He...-Tartamudeo.- Lo siento señorita pero, la señorita Helena murió hace dos días.

Entonces, sentí que una parte de mí se partía en dos. No recordé la última vez que perdí a alguien. Pero volví a sentir ese dolor penetrante en el pecho, un dolor que te hace sentir miserable. Ahora estoy peor de lo que algún día imagine. Helena había muerto hace dos días. No sé si les conté que cuando me detectaron cáncer sentí que era la peor sensación del mundo, pero ahora puedo decirles que Helena, multiplica el dolor del cáncer por mil. Comencé a llorar y a gritar, la enfermera trato de calmarme, y luego llegaron más enfermeros, después, ya no supe más de mí.

Poco a poco fui recuperando el conocimiento, a mi lado estaban mi madre, mi padre y mis hermanos, por un momento desee creer que Helena estaba viva, que era un sueño y que la que estaba muriendo era yo.

-Mama, dime que Helena está viva. Por favor.- Sentí otra vez el nudo en la garganta, y mi madre solo guardaba silencio.- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no me dijeron nada?!

-Cálmate hija.- ahora mi padre era el que hablaba.- No lo consideramos conveniente, estabas mostrando mejoría y esa noticias podría haberte causado la muerte.

-Además, Helena no quiso que te dijéramos nada.- concluyo mamá.

-Quería que te quedaras con un recuerdo bonito de ella, hizo todo porque no notarás el progreso de su enfermedad.-Continuo Papá y yo solo me sentía más miserable.

-Respeta su decisión, Helena te quería Diana, es lo que debe importarte.

Pasaron los días, mis padres no me dejaron ir a ver a Helena, me hicieron prometer que haría las cosas mejor, y que cuando el doctor dijera que tenía las fuerzas para ir a verla, ese día iría.

Mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora