Y entonces así fue, los días que pase en el hospital me parecieron una eternidad, y cuando por fin pude salir, fui a un puente alto, más alto de lo que se puedan imaginar, pude apreciar el aroma fresca y potente de los frondosos árboles que se encontraban en un bosque cerca de ahí, ahora que lo pienso, a Helena le hubiera encantado estar ahí. Ella era estupenda, y creí que despedirme de ella de una manera en la que ella lo haría, sería poder estar cerca de ella aún más. Me paré en el puente y mirando al cielo leí una carta que le había escrito.
Helena:
No sé cómo comenzar a escribirte sin llorar, no sé cómo fue que el destino solo nos dejó estar juntas una mínima cantidad de tiempo. Pero sé que ese espacio de tu vida fue perfecto para ti y para mí. Gracias por enseñarme a creer, y no solamente en sueños y deseos, gracias por enseñarme a creer en mí. Gracias por no permitir que me derrumbara, cuando tú estabas pasando por momentos incluso más difíciles de los que me pudiera imaginar, siempre te recordaré con mucha fuerza, porque me hiciste valorar la vida, con tu alegría invadiste mi soledad y con tu firmeza atacaste mis miedos. No puedo pensar en ti sin llorar, porque una amistad como la tuya nunca la olvidaré. Fuiste mi médico sin título, mi comediante con una sola audiencia, fuiste mi compañera, mi consejera y mi confidente. Podría describirte todo lo que significas para mí, y esa maravillosa sensación de saber que tú me comprendías y me querías, nunca estaré más cómoda y satisfecha con una amistad que como lo estaba con la tuya. Siempre vivirás en una gran parte de mi corazón, y siempre serás recordada con mucho cariño. Me diste los mejores días de mi vida.
Me costó trabajo comprender tu decisión, se me hizo muy difícil entender que habías muerto, siendo que la que iba morir era yo. No sé porque el destino jugo así con nosotras, ni porque no nos dejó cumplir todos nuestros sueños. Me hubiera gustado ir contigo a muchos lugares, verte vencer tu enfermedad... no lo logramos. Lo único bueno que el cáncer trajo a mi vida, fuiste tú.
Sabes, tengo una sorpresa que darte, ¿Recuerdas mis fotos de bailarina? Te las he traído todas Helena, sé que allá donde te encuentres en este momento vas a estar sonriente de verlas, era lo que tú querías y hoy, te las mando como el regalo más sincero del mundo. También te he traído orquídeas, sé que eran tus favoritas, si pudiera comprar todas las orquídeas del mundo, te las daría indiscutiblemente a ti. Mis palabras se las va a llevar el viento, pero esa brisa las llevará hasta donde estás tú y sabrás que te quiero tanto como antes y siempre te querré. Gracias por darme la fuerza y las ganas de seguir luchando por mi vida, no te voy a defraudar, trataré de ser mejor persona siempre. Y lo haré por ti. Gracias por mostrarme una luz al final del camino. Me enseñazte a recuperar mi camino, ese sendero que perdía hace muchos años.
Te quiere, Diana.
Con toda la fuerza que me quedaba, tomé la carta y las fotos, con un encendedor les prendí fuego, en ese momento desee con todo mi corazón que llegarán hasta ella. No tengo idea de cómo voy a continuar sin Helena, pero lo intentare por ella. Quisiera verla sonreír de nuevo, pero sé que nos volveremos a encontrar, algún día.
El aire se llevó las cenizas y yo sentí una sensación maravillosa... cuánta razón tenías Helena, estoy segura que estas sonriendo.
Nunca voy a olvidar a Helena, eso es seguro, como sé que ella no me olvidaría a mí.
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Mi camino
Short StoryEsta vez vengo a contarles mi historia. Probablemente les parezca repetitiva, pues hay cientos de autores con una historia como esta, pero dejando atrás todo eso, vengo a contarles todo desde el corazón, porque esta es mía, la viví y la sufrí, la hi...