Piano.

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Cuando Hyungwon cumplió tan solo trece años, encontró un hogar en el sonido del piano. Se convirtió en su única forma de expresar como se siente sin la necesidad de palabras o que otra persona le escuchara.

Si se sentía alegre, tocaba el piano.

Si se sentía triste, tocaba el piano.

Si se sentía enfadado, tocaba el piano.

Hyungwon no confiaba en nadie mas que en los sonidos que el piano puede darle. Hyungwon era incapaz de confiar en alguien sabiendo que nunca se conoce bien a una persona, por más bien que se crea conocer a esta. Aveces las personas simplemente fingen ser alguien diferente, pero muy en el fondo todos son malos, todos hacen cosas que no deben, todos dañan, todos destruyen, todos decepcionan, y al final del día no somos conscientes de con quien estamos tratando realmente.

Hyungwon por cuenta propia sabe muy bien que no debe confiar nadie.

Trece años tenía cuando descubrió que el piano era su única forma de desahogo y a su vez el escape perfecto de la realidad; era como tener su propio lenguaje.

Creció siendo un niño solitario, los demás niños le veían o trataban de forma diferente solo porque notaban que su madre no era como las de los demás niños, no era una amorosa y atenta, que le mira con orgullo, le pone almuerzos deliciosos para la escuela, le lleva hasta la puerta y lo despide con un beso, no, la madre de Hyungwon con suerte y le llevaba a la escuela, era rara la ocasión en la que le ponía algo de comer en la mochila, o que le ayudara con su tarea, le dijera un simple te quiero, que jugara un ratito con él, que le preguntara como estuvo su día. No la madre de Hyungwon.

Para el pelinegro fue más bien tener que recibir un pinchado de un alfiler en las muñecas cada que cometía un error.

Hyungwon nunca supo lo era tener una madre de verdad. Tal vez porque nunca logró ser un buen hijo.

Fue a los quince años que conoció a su verdadero padre. La segunda gran decepción.

Hyungwon creyó en las palabras del hombre como estúpido niñato iluso. Por varios años estuvo creyendo que al fin tenía un padre amoroso, y que al final del día eso era todo lo que necesitaba. El hombre le ayudó a salir de la cárcel en la cual su madre le tenía atrapado y que osaba llamar hogar, pues realmente era el único que Hyungwon había tenido. Supo lo que era tener un padre y madre a la vez, pasaban tiempo mucho tiempo juntos, salían a pasear, solían mirar programas entretenidos en la TV, compartían el gusto por la música, y en el colegio nuevo donde estaba Hyungwon ya no le miraban raro. Se sentía por primera vez querido, que representaba algo para alguien más.

Las melodías que solía tocar en piano dejaron de ser melancólicas y pasaron a ser unas más alegres.

Pero fue a los veintiún años que toda su pequeña burbuja de engaño reventó. Su padre le abandonó por una familia de verdad, una que no solo se resume a una estúpida persona que creyó que al fin podría haber algo estable en su vida.

Hyungwon se culpa a sí mismo, si hubiese sido un buen hijo su padre nunca le hubiese dejado. Hyungwon fue el que causó su propio derrumbe, el fue el culpable de haber quedado solo.

Incluso, después de enterarse del abandono, no pudo encontrar refugio en el piano.

Quedó incapaz de escuchar el sonido del piano.

Con tintes de cabello, cortes, ropa costosa, maquillaje, y una sonrisa encantadora para el resto; Chae Hyungwon intentaba ocultar lo monótona y vacía en que se había convertido su vida. Aunque claro, de vez en cuando tenía algunos derrumbes y sucumbía a otro tipo de distracciones, si bien constantemente intentaba refugiarse una vez mas en el piano, no podía, las teclas no emitían ningún sonido por mas intentos que hiciera por tocarlas. Entonces recurría a las sustancias que distraían su mente y la llevaban a un estado que parecía ser lo que en verdad era sentirse vivo.

Sabía que estaba haciendo mal, que estaba matando desde la raíz a su cuerpo, pero, cada que lo pensaba más Hyungwon entraba en cuenta de que solo estaba igualado la situación, su persona estaba muriendo de igual forma.

Fue a los veinticinco años que Yoo Kihyun llegó a plasmarse en su cabeza, y Hyungwon casi jura haber escuchado de nuevo las teclas del piano al ver al hermoso chico de cabello plateado, sin embargo automáticamente pensó que solo era obra de su tonta e ilusa imaginación aferrándose a algo inexistente.

Pero volvió a pasar.

Y una vez mas.

Realmente nunca se detuvo.

El sonido de las teclas volvía de a poco cada vez que Kihyun estaba a su lado. Hyungwon se preguntaba que estaba mal con él, pues de forma inconsciente dejó que Kihyun formara parte de su rutina.

Necesitaba de las sonrisas que constantemente el menor le regalaba para estar bien, o mas bien para sentir que algo estaba bien. Hyungwon en ese entonces ya había olvidado lo que era una sonrisa sincera. Necesitaba de la actitud desafiadora que el más bajo posee, de los sonrojos en sus mejillas cada que algo le avergonzaba, de lo enojón que puede llegar a ser. Necesitaba más de Yoo Kihyun.

Y cuando el menor empezó a tomar la costumbre de entrelazar las manos de ambos, fue cuando todos los sentidos de alerta dentro del cuerpo de Hyungwon se encendieron, diciéndole y siendo el recordatorio constante de lo que sus padres le hicieron. Al ahora joven de cabello rojizo se le hizo extraño aquello, pues también había olvidado lo que se sentía el temor a entregarle parte de su esencia a otra persona.

Y cuando Kihyun le contó acerca de sus sentimientos hacia él, Hyungwon no lo rechazó. ¿Porqué no lo rechazó? Probablemente acabaría abandonadole como todas las personas que más ha querido en su vida.

¿Acaso importa? Masomenos a esa conclusión llegó Hyungwon. De todas formas ya nadie puede mandarlo a un vacío existencial como al que ya estaba acostumbrado. Kihyun valía la pena, tal vez acabase convirtiendose en nada, pero quería al menos sentirse vivo un poco más.

Los besos de Kihyun eran lo más dulce que ha probado alguna vez, la forma en la que se deja acariciar, como sus estaturas hacen que encajen a la perfección, cuando le tiene bajo su cuerpo y sabe que le está haciendo disfrutar. Los momentos a solas en los que Kihyun se deja ser frente a Hyungwon y se convierten en solo dos personas sumidas en un pequeño pedazo de paraíso, donde toda la mierda de pasado queda borrada.

Llegó un punto en el que Kihyun se coló tanto en la mente de Hyungwon, que acabo siendo la representación gráfica de Castillos de Cristal.

Piano ;; HyungKiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora