Capítulo 5

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El reloj había comenzado a tocar la alarma de manera escandalosa en el instante en el que las manecillas marcaron las cinco y treinta minutos de la mañana en día de domingo. Mi cuerpo se estremeció por el salto inesperado que había dado mi corazón y un quejido molesto había brotado desde el fondo de mi pecho mientras me cubría el rostro con la manta. Aturdida, suspiré derrotada y lanzando con fuerza la almohada, que delicadamente reposaba a mi lado contrario, el aparato cayó al suelo y se estropeó.

¡Genial! ¡Había comenzado el día!

A regaña dientes, me levanté y luego de una larga ducha con agua caliente, sostuve la mochila de deportes en mi hombro mientras bajaba apresuradamente las interminables escaleras hasta el primer piso. Trencé mi cabello largo con destreza, sonriendo automáticamente al captar el inconfundible olor del café mañanero.

—Huele a café recién hecho para Marcella.—
Comenté burlona, dejando mis pertenencias sobre una silla desocupada para luego acercarme hasta la abuela Annie, dándole un apretado abrazo y un beso sonado en su mejilla.

Las mañanas, a pesar de que resultaban pesadas, habían llegado a ser las mejores en todos los años que llevo viviendo con mis abuelos en Londres. Extrañaba demasiado a mi familia, el calor de mi madre, los mimos exagerados de mi progenitor y las ridículas bromas de mi hermano mayor, pero el amor incondicional que mis abuelos me brindaban a diario, con sus locuras y extrema sinceridad era algo que mantenían mi corazón tibio.

—Estaba a punto de ir a buscarte, Marcella, creo que vas tarde.—
Murmuró en tono de regaño devolviéndome el beso, ofreciéndome una pequeña taza de café casi al instante.

—Llegaré a tiempo, ya verás. Pero sin café no soy nadie.-añadí dándole un sorbo a la bebida caliente para entonces tomar asiento.- ¿Y el abuelo? —
Mi gesto curioso la hizo subir las cejas.

—Salió muy temprano, dijo que iría por el restaurante. —explicó observándome con atención.—Pero ya le advertí acerca de la cena de esta noche. Estará a tiempo, me lo ha prometido. ¿Tostadas con mermelada? —

Los trozos de pan se encontraban tostados sobre un pequeño platillo blanco, calientes y dorados, siendo sostenidos con rapidez por las delicadas manos femeninas para ser cubiertos con una rica mermelada de cereza. Accedí a comer algunos trozos y antes de que pudiera terminar con el café, ya estás reposaban frente a mi para ser devoradas.

—El abuelo debería tomarse un descanso.
Suspiré derrotada.

—Ya sabes cómo es él, no se cansa de trabajar y mucho menos si se trata del negocio.—
Murmuró de forma pensativa.

Hace muchos años, mi abuelo George, había adquirido un pequeño pero moderno edificio de enormes ventanales en una de las zonas turísticas de Londres. Se había mostrado entusiasmado al querer emprender su propio negocio. Un acogedor restaurante al cual llamó "Little London Restaurant & Caffe." Sabía que su deseo siempre había sido heredarle aquel espacio a mi padre, pero éste se casó con mi madre poco después y renunció a todo aquello que mi abuelo le ofreció. Sabía lo mucho que le había afectado aquella decisión, y aún pensaba que George Ames se sentía herido por su único hijo.

Un extraño silencio inundó la cocina haciéndome fruncir el ceño mientras daba una mordida a la tostada. Annie Ames me observaba con más atención de la que yo hubiera esperado, haciéndome subir las cejas de forma automática.

—¿Cómo... te fue en la cena de anoche?—
Achicó los párpados haciéndome sonreír burlona.

—Abuela... te gusta el cotilleo.—
Una carcajada escapó de mis labios, notando su gesto decepcionado al no darle información.

SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora