M&G |Joel Pimentel

Epílogo

Ya un año había pasado, exactamente el día de hoy se cumplía el aniversario de su fallecimiento.

Podía ver las luces que iluminaban el cielo, la música que sonaba de fondo "tu luz" y como las personas caminaban de un lado a otro en la callé.

Yo observaba todo en silenció, desde el balcón de mi habitación. Recargué mi mejilla contra mi mano, logrando así un soporte, mientras me dedicaba a mirar la gran fiesta que tenían abajo.

Cada vez más se acumulaban las luces en el cielo. Los adultos, tanto como los niños, lanzaban al cielo sus globos del deseo, pidiendo por el bien de las personas fallecidas aquel terrible día.

–Sigues sin poder dormir, ¿cierto?

No volteé a ver quien era, pues sabía que se trataba de Israel.

–A veces siento que es mi culpa, el dio su vida por mi –murmuré.

–No fue tu culpa –recargó su mano en mi hombro–. Mi hermano tuvo sus razones, y aunque duela, tenemos que comprenderlo. Él siempre puso a los demás antes que a él mismo, Joel Pimentel siempre lograba sorprendernos.

–Si...

Una lágrima se deslizó por mi mejilla, jamás olvidaría ese día. Había marcado un capítulo en mi vida que era imposible de borrar, ni el mejor psicólogo podría lograrlo.

–Oh, es hermoso –lo escuché decir, mire hacia donde él había señalado, topándome con un gran y hermoso detalle.

Eran varios globos aerostáticos, cada uno de ellos tenía el nombre de las personas que perdieron la vida. Aunque lo que llamo más mi atención fueron los de color azul, había sólo cinco del mismo color. Esos eran los globos de los chicos.

Se podía apreciar como el nombre de Christopher iba escrito en cursiva, con la letra de su color favorito; rojo.

Los demás eran básicamente igual: cursiva, letra en su color favorito.

El de Joel tenía algo diferente. Justo debajo de la fecha de fallecimiento que también venía escrita en el globo. Venía un dibujo de un collar, bajo las primeras iniciales de su apellido.

–Isra... –hablé con un nudo en la garganta, sabía que eso había sido obra de él.

–Nada podrá borrarlo de tu mente, mucho menos de tu corazón –suspiró.

Lleve ambas manos a mi cara, tapando mi rostro. Las lágrimas salían desesperadas.

Sentí como sus brazos me atraparon, escondiéndome entre ellos.

–Ya pasó –susurró en mi oído.

Su mano acariciaba mi cabello, desde que Israel había llegado a mi vida logre sentirme segura. Pero aún dolía el hecho que Joel no estuviera acá.

–Tranquila –me soltó–. Qué ya van a subir los globos.

Me separé de él sólo para prestar atención a lo que pasaba a mi alrededor.

Sostuve el collar que colgaba de mi cuello. Jamás me lo quite, siempre lo llevaba conmigo. Si, era el mismo que el dibujo del globo aerostático mostraba.

Comenzaron con un pequeño discursó, las personas pasaban y hablaban sobre la pérdida y el dolor que yacía en nuestros corazones.

–Israel –llamé su atención–. Necesito estar sola..., ¿podrías?

–Claro –sonrió.

Se acercó a mi y depósito un pequeño beso sobre mis labios, antes de salir del balcón.

Estaban apunto de lanzar los globos y un tremendo nervio me atacó.

Cómo sí encender una vela fuera a hacer que todo vaya bien. Incluso decir una oración, estúpidos delirantes.

Solté una risita por mis recientes pensamientos.

–Ya se lo que tu dirías en estos caso, Joel –dije mirando al cielo, como si estuviese hablando con él–. Les hace sentir mejor, Kelly. ¿Y qué? ¿Durante cuanto tiempo? ¿Un minuto? ¿Un mes? ¿Qué diferencia hay? Porque al final, cuando pierdes a alguien. Cada vela, cada oración, no va a compensar el hecho de que lo único que te queda es un agujero en tu vida donde esa persona que te importaba solía estar. Y una roca, con una fecha de cumpleaños tallada en ella.

Sabía que no me escuchaba, pero tenía tantas cosas que decir.

Unos aplausos lograron sacarme de mis pensamientos. Me incline hacia delante mirando de que se trataba, estaban encendiendo los globos.

"¡Esto es por ustedes!"

Se escuchó el grito de una chica y pronto los globos comenzaron a elevarse por los cielos.

–Jamás te olvidare –susurré–. Lo prometo.