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Sábado arruinado.

Se supone que este día sería especial junto con mis amigos; Taehyung, BamBam, Jin, Yugyeom y Xiumin, saldríamos al karaoke.

¡PERO!

Mi nuevo hermano llegaría el día de hoy con su grandioso padre, nótese el sarcasmo.
Mientras ellos viajaban en auto, nosotros nos quedamos en casa; ordenando las últimas cosas que quedaban en las cajas.

¿Por qué no podíamos esperar por los otros dos hombres del hogar? Ellos pudieron poner de su parte, ¿Sabes? ― Gruñí con clara disconformidad, intentando encontrar algo interesante entre tantas figuritas decorativas.

Jungkook, eres consciente de que mi marido pagó por el servicio de traslado, ellos también dejaron todo lo pesado en posición. Deberías estar agradecido, cállate y continúa ordenando.

Claro que ellos tenían que contratar a esos tipejos, ¿Quiénes eran los que decidieron venir a invadir propiedad privada? ¡Oh y Jimin!
Serían unos malditos aprovechadores al dejar que mamá pagará por el traslado.
Sin embargo, decirlo en voz alta sería como condenarme a un juicio final, en donde yo resultaría ser el único perjudicado.

Y entre mis pensamientos negativos, no pude haber encontrado peor paquete el cual abrir.
Mi mueca de asco salió a relucir, y segundos después, una carcajada salió de mis labios, inundando el silencio incómodo de la habitación.

¿Qué paso? ¿Se te acaba de morir la última neurona, Kookie? ― Preguntó, sentí de inmediato la mirada de mi progenitora encima mío, con curiosidad me examinó. O al menos eso supuse.

¿Estos son de Jimin? ― Me aguante las ganas de seguir carcajeando como desquiciado, y en lugar de eso, levante el bóxer rosa con corazoncitos azules. Lo sostenía desde el extremo superior, con la punta de mis dedos índice y pulgar, como si la prenda poseyera algún tipo de enfermedad contagiosa.

. . .

Aah.

Mi madre me reto por vario tiempo, y cuando terminamos de colocar todo, exceptuando la ropa, dieron las siete.
Habíamos empezado a las cuatro de la tarde; tres jodidas horas acomodando estupideces.
Qué rabia.

Ya tenía hambre, y los innombrables aún no daban señal de vida.
¿Pueden creer que incluso habíamos puesto la mesa para tomar té y merendar?

El pastel que compró mi mamá lucia tan delicioso, y las galletas también. Mi estómago había delatado de hace un buen rato el que tenía hambre; rugía como un león.
Pero ésta mujer ni siquiera me dejaba probar algo de lo servido.

Mascullé entre dientes, con mi ceño fruncido. Maldije para mis adentros a los residentes de mi nuevo hogar.

Y como por arte de magia, el motor de un auto resonó en la calle; claramente estacionándose afuera de nuestro cerrado garaje.
Luego, los sonidos de las puertas fueron cerradas, y la principal de la casa; sonó.

¡Llegaron, llegaron! Íh, Jungkookie ven, ven. ― Emocionada, mi madre tomó mi muñeca, arrastrándome con ella para darles la bienvenida a los comensales que se adaptarían de por vida a nuestro diario vivir.

¡Mi amor! ― Exclamó Oh, justo después de que el paso a la sala estuviera despejado. En lugar de entrar, ambos mayores se acercaron, besándose en los labios con algo de. . . Intensidad. Ewh.

Mi mirada fue a dar con el chico mayor en frente mío; Park Jimin, mi infierno personal.

Su sonrisa era tan falsa cuando se dirigía a mi para fingir inocencia, que me daban ganas de vomitarle en la cara. Mientras el simulaba simpatía, yo lo mataba con la mirada.

Oh, dios.
Su cuello se veía tan pequeño, perfecto para que mis manos lo rodearán por completo y lo asfixiaran.

¿Podría matarlo y hacerlo pasar por un suicidio ahora que compartíamos habitación?

Pasen, cariño, Jiminie. Tan atractivo como siempre, adelante. ― Invitó mi progenitora, dándoles la pasada, y mientras avanzaban, se me escapó un;

Y tan enano como es habitual. ― El único que rió fue el hombre de mayor edad, mi madre me fulminó con la vista al igual que Park ❝Junior❞ por unos segundos, antes de reír de manera exagerada.

Me di la vuelta, bufando y rodando los ojos. Al pasar por el lado de mi madre, un codazo dio de llenó en mis costillas, soltando así un quejido por mi parte. Bueno, no la culpaba, ni por su susurro que oí claramente;

「Compórtate, Jeon Jungkook.」

Asentí, cabreado.
Era tarde para avisarle a mi madre, que el chico al que defendía, me acosaba de manera hostigante en la escuela.

✿ ✿ ✿

Resumiendo la hora del té, fue incómodo. . . Solo para mí.

Todos parecían estar en su burbuja de felicidad, ❝mis padres❞, contentos, uno al lado del otro, dándose cariños y riendo como bobos, mientras escuchaban a Jimin hablar de sus logros y buenas notas.
Aunque, dudo que supieran que los promedios se lo regalaban prácticamente al ser uno de los mayores representantes y exponentes en el deporte, si no fuera por eso, estoy seguro de que ése idiota no hubiera podido pasar algún curso en su vida.

En fin.

Después de extender la conversación en el sillón, nos dejaron irnos a nuestra habitación.
Yo me levanté sin siquiera despedirme, al contrario de JiMin, pero a los segundos, mientras terminaba de subir las escaleras, me alcanzó.

Mi muñeca se vio apresada con fuerza entre su pequeña pero fuerte siniestra. Él me volteó, apegándose a mi, mientras la baranda impedía que recobrará distancia; me atrapó.
Me iba a matar.

Mocoso maleducado. Para la próxima que llames enano a tu hyung. ― Susurró, separando mis muslos con la rodilla de su pierna izquierda. Tragué en seco, mientras intentaba mantenerme impenetrable y sereno. Un suspiro escapó sin permiso de mis labios cuando un rocé inapropiado fue entregado en mi entrepierna.
Iba a preguntar que pretendía, mis manos ya se avecinaban a su pecho para darle un fuerte empujón, pero el rodillazo y dolor latente en mi miembro me lo impidieron.
Solté un chillido ahogado, tanto mi diestra como zurda cubrían mi parte baja, intentado controlar el dolor que quemaba a mi delicado falo.― Te dejó sin herencia, ¿Entendiste, maldito conejo?

Y aunque fuera más alto, sus dedos índice, pulgar y corazón agarraron mi mentón, elevando mi rostro para invitarme a verlo desde lo bajo.
Su sonrisa de superioridad era asquerosa, quise escupirle, pero más ocupado estaba en tratar de encogerme en mi lugar para superar el ardor.

Yo mandó ahora, Bebékook. ― Fue lo último que dijo antes de soltarme, no fue una amenaza, lo sabía; era una advertencia. Su acción me lo verificó, pues soltó con tanta brusquedad mi mentón, que me obligó a mirar hacia el lado contrario del segundo piso, en este caso, la derecha. Donde podía ver el comedor iluminado.

Lo odiaba, definitivamente detestaba con mi vida a esa maldita sabandija.

¿My. . . Brother? ┇ JiKook. ✿ KookMin. ┇ +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora