la tortura de Kihyun.

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Shin Hoseok con ya veinticinco años cumplidos, aún siendo un adulto útil a la sociedad, cuando está fuera de las paredes de su oficina deja ver el verdadero lado de si mismo. Osea, un jodido bebé llorón.

Su esposo Yoo Kihyun sabe de ante mano que aquello es cierto, y ha de admitir que en la mayoría de las ocasiones le resulta sumamente tierno el que un hombre mucho mas grande físicamente hablando, con pinta imponente desde la primera vista, mirada intensa y sonrisa de infarto; fuera básicamente un niño atrapado en el cuerpo de un modelo. Porque exactamente así es su esposo.

Kihyun ya no recuerda porque demonios es que terminó casado con ese idiota, si aveces parecía mas un niñero que un esposo. El de cabello platinado tiene muy presente la última ocasión donde fueron a una feria, que fue masomenos dos semanas atrás, y que Hoseok literalmente no paró de tomar la mano de Kihyun y jalarlo hacia todas las atracciones que le fuese posible subir. Con una gran sonrisa de tonto en el rostro todo el rato, le llevó desde el carrousel hasta el vikingo, de las piñas al tiro al blanco, etc. Lo que le recuerda a Kihyun que debe buscar y quemar para siempre la foto de ambos en los caballitos.

¿Porque nunca puede negarse a ese maldito hombre infantil? Ah, tal vez porque supuestamente está enamorado de él. Además, no puede quejarse del todo si Hoseok al final de un buen día le deja tener su buena recompensa.

Pero eso solo es en los días buenos, donde Kihyun resulta despilfarrando su dinero propio en comprarle cosas a su amado esposo para hacerle feliz, y realmente eso no le molesta, ama hacer sonreír a Hoseok con dulces o pequeños paseos. Es incluso una costumbre del matrimonio que cada que Kihyun llega a casa de la oficina lleva algo para su esposo, normalmente son chocolatitos que compra fuera del trabajo. Como sea, Hoseok siempre lo recibe gustoso y le agradece a Kihyun con un buen beso que con suerte pasa a ser algo mas.

Los días malos son en su mayoría muy diferentes, y es precisamente lo que teme Kihyun cada que entra por la puerta de la casa. Hoseok en ocasiones, sabiendo que es un jodido llorón miedoso, tiene la grandiosa idea de ver alguna película de terror en lo que Kihyun llega del trabajo, y para cuando el menor llega, Hoseok ya está escondido detrás del sillón envuelto en un mar de cobijas –que según el pelinegro, son para que no lo atrapen los fantasmas. Porque claro, las cobijas son la mejor forma de protegerse contra seres que atraviesan paredes–, con todas las luces encendidas y con el gato abrazado. Pero, ojo, todo eso sin apartar los ojos de la película. En cuanto Hoseok nota que Kihyun ha llegado no duda en correr a los brazos de su esposo y colgarse cual koala por lo que resta de la noche.

Kihyun no tendría problema con ello si no fuese porque Hoseok esas ocasiones en especial, cuando están en la cama duerme muy, muy pegado a su cuerpo, y tiende a mover mucho las piernas. Kihyun sabe que no lo hace con dobles intenciones, pero no puede evitar que cierta parte de su cuerpo comience a despertar con forme a los movimientos de su esposo, pero no puede hacer nada porque sabe que si intenta algo mas probablemente el mayor se ofenda y le deje sin poder tocarle por algunos días. A eso hay que agregarle que Hoseok duerme con apenas el boxer puesto, así que suele convertirse en una lenta e interminable tortura de noche para Kihyun, una en la que el único contacto que le es permitido es abrazar a Hoseok.

Debe ser fuerte y reprimir todos sus instintos esas noches. Por eso es que son los días malos.

Como actualmente está ocurriendo. Kihyun tiene a un Hoseok asustado por haber visto una película donde un payaso mata gente, y según el mayor, estar enzima del más bajo –además de ser una forma para sentirse protegido–, tenía doble función, supuestamente así también estaba protegiendo a Kihyun en caso de que el payaso decidiera ir a su casa y matar a alguno de los dos; así sería Hoseok el soldado caído, y el mas bajo aún podría tener una vida por delante.

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