Álex

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Me gusta pensar en Álex.

Moviendo sus caderas al andar,
pintándose las uñas en el borde
de la bañera,
con una taza de té sin nada de azúcar.

A día de hoy
admiro con creciente fervor
su increíble talento
para ser erotismo e íntimo encuentro,
para ser el cuerpo
con el que choca la luz de las rendijas.

También me entristece pensar en Álex.

Recordar que sus piernas
ya no bailan tango,
sus tacones no cantan de madrugada,
y sus uñas granates se desconchan.

Resignarse a vivir sin su porte,
su carácter de gloria pasada
y su labio tierno y desesperado.

Pero envidio mucho a Álex.

Me enseñó que la carne es nómada,
y los ricos un fenómeno extraterrestre.
No entendía de dinero,
sólo de hablar, odiar el tabaco
y de lencería.

El ambiente aún huele a su perfume barato
y a sus partes más curiosas
apretadas contra la tela.
Álex fue una casualidad sin etiquetas
(la libertad le hacía perderlas).

Me gusta recrearme y pensar.

Definitivamente,
Alejandro hoy debería vivir
y sentirse el mejor de todos nosotros.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2017 ⏰

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