Vida bajo tierra

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-¿Quien eres tú, joven hombre?-preguntó Forhonlir, en su gran trono de cristalino azul.

-Mi nombre... no le será de gran importancia a su Magnificencia. Creo que sería mejor que conociera la razón de mi presencia aquí, en su gran majestuoso reino de Belegost.- contestó InGen. Estas palabras sorprendieron a Forhonlir, pues pocos hombres recordaban a los reinos de los enanos de las montañas azules, creídos destruidos en guerras de edades pasadas. Solo algunos montaraces conocían bien a estos enanos, que emigraron de las tierras de Dunland, a las que habían emigrado a su vez del reino de Erebor, en antaño conquistado por el dragón Smaug. 

-Tu tienes algunos conocimientos peculiares, no muy conocidos por los de tu raza...¿podría saber entonces esa razón?- contestó Forhonlir.

-Un compañero mío y yo hemos venido, conociendo la presencia de enanos en estas tierras, con el fin de observar con nuestros propios ojos lo que queda del maravilloso reino de Gabilgathol.-

Esto terminó por asombrar a todos los presentes. No muchos que no fueran enanos conocían el nombre en enano de Belegost. Esto encendió la llama de la duda en Forhonlir, que no pudo evitar preguntar:-Hombre, ¿como conoces nuestra estadía en este lugar y el nombre de este reino en nuestra lengua?-

-Esas son cosas que las he aprendido con el tiempo. Se podría decir que tengo un gran conocimiento sobre todo lo que se encuentre en la Tierra Media, incluyendo linajes y ubicaciones, tanto enanas, humanas, élficas u creadas por abominaciones como los orcos, trasgos, trolls, etc. Por su sorpresa, dudo que haya que dar más demostraciones de esto.-contestó InGen.

-Mmmm...interesante. Luego hablaré contigo, "Hombre sin nombre", con algo más de tranquilidad. Ahora estoy algo impresionado. Necesito pensar...-Dijo Forhonlir, cuando se empezó a escuchar un alboroto que provenía de uno de los pasillos contiguos al salón, y que se iba acercando. 

Para cuando el barullo se hizo totalmente comprensible, por ese pasillo salieron 5 enanos llevando a la fuerza a un muchacho al que se le había tapado con una bolsa la cabeza. InGen, sin embargo, sabía de antemano que se trataba de su compañero Nate, pues era típico de él no dejarse capturar con facilidad y de ofrecer resistencia hasta el final. 

Entonces los enanos lo posicionaron frente a Forhonlir y le sacaron la bolsa, para mostrar la cabeza coronada por el blanco pelo que se encontraba tan desparejo como siempre. Todo esto mientras Nate vociferaba: ¡Suéltenme, asquerosas ratas!¡¿A donde me han llevado?!¡Libérenme ahora mismo!-.Los enanos no le hicieron mucho caso. 

-¿Es este tu "compañero"?-preguntó Farhonlir. 

-Sin duda alguna, su Señoría. Nunca cambia.-dijo InGen, algo molesto por el comportamiento impulsivo de Nate. Ya se estaba imaginando lo que pasó: Los enanos debieron haber pasado cerca con mucho estruendo (típico de estos) y Nate pensó que le estaban atacando, por lo que actuó de forma agresiva.-Sin duda mi amigo tuvo un malentendido con los enanos.-

-¡Ellos corrieron hacia mí con sus hachas y picos afilados!-le aseguró Nate a InGen.

-No lo creo, querido amigo. Probablemente confundiste el ruido de las pisadas de los enanos con un correteo, pues suelen emitir el mismo estruendo. Y ellos tan solo usan sus picos para minar, no para matar.-aseguró InGen, dejando perplejo a los demás, pues lo común sería que apoyara a su amigo. Esto hizo que un gran respeto hacia él creciera en el interior de Forhonlir.

-Bueno, bueno, libérenlo, muchachos. Su compañero me ha confirmado las buenas intenciones de ambos. Aunque lo tendremos bajo vigilancia. Pero los pondremos en las casas de oro.-ordenó.

Fueron entonces llevados al exterior y guiados hasta una edificación hecha parcialmente con un oro algo destruido, por lo que de seguro había sido hecho hace mucho tiempo. El edificio estaba hecho con la misma piedra de la caverna, y con varios detalles de oro en puertas, marcos y bordes de ventanas, como también franjas que decoraban las paredes del lugar. Pero el edificio hacia el que los llevaban era uno de varios, edificados uno al lado del otro, en uno de los bordes de la ciudad.

Por dentro era muy acogedor, construido todo con piedra y adornado con gemas de todos los colores, finamente trabajadas por las diestras manos enanas. Lo único que faltaba en cantidad era la iluminación, que era muy vaga. Cuando entraron Nate e InGen, los enanos salieron y cerraron la puerta, posicionándose a cada lado de esta. Al parecer, no los dejarían salir, pero tampoco los harían sufrir en este lugar.

Desde entonces, les dieron comida cada día y noche, y Forhonlir hacía que InGen saliera de su casa para dirigirse al salón del líder y charlaba con él largas horas, probando los conocimientos sobre los enanos que este poseía, dejándolo cada día más perplejo. Hablaban más que nada de los acontecimientos que sucedieron en el lejano este, en Erebor, y de el reino perdido de Khazad Dûm, y sus respectivas opiniones.

 Llegó un punto en el que Forhonlir les dejó pasearse por la ciudad, cosa que hicieron regularmente, y que hacía que los enanos curiosos los observaran con cara extraña, igual que cuando lo vieron venir a InGen.

 Luego de un tiempo, InGen trabó una amistad con Forhonlir, que se acrecentó cada día más, con más visitas de InGen a su salón sin que lo fueran a buscar, y con charlas más cercanas a como era la vida en ese lugar, pues no eran muchos los enanos que decidieron quedarse en estas cavernas antiguas, pero muy poco a poco, algunos enanos llegaban con la intención de ayudar al poblamiento del antiguo reino, o con nuevas de tierras lejanas.

Mientras, Nate se había puesto a ayudar a trabajar a los enanos, volviéndose bastante bueno en el trabajo de extraer el mineral de la roca sin dañarlo mucho. También le fue enseñado el arte de trabajar las gemas preciosas, aunque tampoco sobresalió mucho en esto.

 Por fin, un día, InGen le hizo a Forhonlir la petición de dejarlos ir, pues sus deseos de aventura no se habían disipado. Entonces Forhonlir les dejó irse, pero con la condición de que algún día volverían con un recuerdo de Erebor, pues él extrañaba su viejo hogar y quería un objeto de allí para recordarlo y además recordar lo grande que fue la amistad con InGen. Pero como regalo de despedida, les mandó a construir armaduras de sus talles, para que cuando las necesitaran.

-Aunque realmente, espero que nunca tengan la urgencia de usarlas, pero se las doy más como regalo de nuestra amistad-dijo en un momento Forhonlir

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-Aunque realmente, espero que nunca tengan la urgencia de usarlas, pero se las doy más como regalo de nuestra amistad-dijo en un momento Forhonlir. También mandó a construir una espada para InGen muy hermosamente tallada.

-Nos vemos, "Hombre sin Nombre", ¡siempre serás bienvenido aquí!, pero, debo preguntar, ¿cual es tu nombre?-dijo Forhonlir, a lo que éste respondió:-Se bien que esa pregunta te a carcomido durante mucho tiempo, pero conocerlo no te servirá de mucho. Tan solo me conocerás en toda la Tierra Media como "El Hombre de Harlond".-. Farhonlir, al escuchar esto, quedo totalmente sorprendido, y desde entonces no volvió a ver con la misma cara a los provenientes del golfo.  

 Nate e InGen se despidieron de Farhonlir y de todos los enanos, salieron de la caverna, y empezaron su viaje de vuelta al sur, no sin antes dar una mirada de regreso a la gran montaña en la que en su interior tanto tiempo habían estado, y en la que tanto se habían acostumbrado a la oscuridad.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2017 ⏰

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Los Viajeros de Mundos: "De Oeste a Este"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora