Capítulo 11 I Sólo es un adiós.

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— Tengo la ubicación del líder. —le susurró al intercomunicador— Está al Norte, entre las montañas cerca de la frontera con el Reino de las Olas.

— De acuerdo, informaré al Capitán. Salga de ahí, Comandante. —respondió Gai del otro lado antes de terminar la comunicación.

Se volteó de nuevo para observar a Obito.

Tenía el cabello tan corto, las marcas de combate y la nariz debajo de una venda, sí que se la había roto. Él mantenía la vista en algo tras ella, sólo debía agradecerle la información y retirarse pero aún debía decirle algo.

— Rin, quiero que vuelvas. —a ella se le volvieron a atorar las palabras en la garganta. El silencio fue su respuesta— Sé que quizás no lo desees ahora pero ahora me doy cuenta que te he herido en vano y...

Ella volvió a tirar de las esposas y lo enfrento llena de furia.

— ¡No quiero escucharte, Obito! —gritó— ¡No sé a qué quieres jugar y no volveré jamás contigo! ¡Me dejaste en medio de un maldito Campo de Guerra! ¡No sé qué esperas de mi pero esperó que te largues cuanto antes!

En respuesta, recibió una sonrisa enfermiza y una carcajada amarga. Lo soltó pero el Uchiha la tomó de la nuca; pegando su frente contra los barrotes.

— Oh mi querida Rin, sabrás que nunca hago porque sí. ¿Aún crees que nos vamos a separar? —Lo miró con horror— Se suponía que no ibas a dejarme nunca, ¿lo olvidas?

— Eso fue en el pasado, ahora no puedo sentir más que repulsión por ti.

— Te uniste a mi desde el primer beso, no podrás escapar aunque lo desees. —mirándolo a los ojos, Rin supo que había cometido un error— ¿acaso crees que di esa información por qué si? —la sonrisa cínica le helo la sangre.

— ¿Era mentira? —preguntó, todo una trampa después de todo él seguía siendo un manipulador.

— No, la ubicación es real, pero quizás omití un par de detalles.

— Obito...

— Digamos que nuestro amado Capitán estará fuera del panorama mucho tiempo, a ver si así dejas de hacerle ojitos.

— ¡¿Qué hiciste?! —estalló, zafándose de su agarre con brusquedad— ¡No puedes hacerle eso! Yo...

— ¿Tú, qué? —la interrumpió. Sin embargo, ella no iba a volver a soltar algo tan importante como su cariño por el Capitán así como así.

Desesperada, corrió hasta la salida, aún había tiempo, aún podía evitarlo.

— No puedes evitar que el Rey vaya, ¿Qué te hace creer que aún puedes impedirlo? —ante el silencio de la Nohara, Obito enfureció, deseaba romper los barrotes y saltar para deterla.

Pero él sabía que estaba su juramento, la promesa de mantener al Rey a salvo sin importar cuán extremista se viese la situación.

Sólo debía llegar a tiempo.

[...]

Minato observó a Fugaku con expectación, la información era clara sólo debían trazar un plan.

— ¿Y bien? ¿Qué propones? —urgió ante la mirada perdida de su amigo en el mapa frente a ellos.

— Sabes que puede ser una trampa, ¿cierto? Si vamos, sería como cavar nuestra tumba.

— Estoy al tanto Fugaku, pero es nuestra única oportunidad. —respondió— Si es verídico, la guerra terminaría de una vez por todas.

Fugaku suspiró, ciertamente, aunque él amara ser Coronel amaba más a su esposa, Mikoto y ya había pasado mucho tiempo fuera de casa llevándose con él a Itachi.

Rey de Plata. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora