CAPÍTULO 1

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HE DECIDIDO EDITAR EL LIBRO. VOY A CORREGIRLO ENTERITO, ASÍ QUE OS SALDRÁN NOTIFICACIONES... LO SIENTO :) EL PRIMER CAPÍTULO YA ESTÁ, VOY A SEGUIR CON LOS SIGUIENTES. Y LUEGO DE EDITARLO, VOY A BORRAR TODOS LOS ANUNCIOS Y A DEJARLO COMO A UN AUTENTICO LIBRO, A VER SI LO PUEDO PONER EN AMAZON :) 

IRÉ A POR TI

Berta Pagès-betipages

CAPÍTULO 1

Y se fue a dormir sabiendo que era la persona más feliz del mundo.

Era una mañana fría, triste y sin color pero Paula no lo veía así, ella sabía que conseguiría su propósito, atraer al chico que le gustaba desde hacía mucho tiempo. Se despertó sin ganas pero también ilusionada y fue a la cocina a prepararse una tazón de leche con cereales. Luego con mucha pereza y sueño, fue hacia el armario a decidir qué ropa se pondría; se decidió por una camisa blanca a conjunto con una falda de cuadros, unas medias negras y unas botas del mismo color. Cuando ya estaba preparada para ir al instituto fue por última vez al espejo para mirar cómo le había quedado el peinado; lucía una larga cola de caballo cogida con una goma rosa. Le había costado mucho dejarse crecer aquella melena pero al final había conseguido una distancia por la cintura. Salió por la puerta y entró en el ascensor, al salir a la calle llovía, y cómo no, no llevaba paraguas. Fue hacia la parada a buscar el bus pero lo perdió; estaba completamente empapada y el pelo, ahora, se le arropaba en la cara haciendo que las pequeñas gotas resbalaran por su piel. Por fin lo cogió y llegó a tiempo. Para su mala suerte, ahora le esperaba un examen de matemáticas y no había estudiado. Poco antes de que comenzara, vio a unas amigas y fue a hablar con ellas. - ¡Hola chicas! - Dijo Paula.

- ¡Estoy muy nerviosa! - Dice una.

-¡Y yo! - Dice otra.

Paula se sentó en su lugar y empezó a hacer la prueba; estaba tan nerviosa que notaba como el sudor le resbalaba por la frente y cómo las manos le temblaban, tenía el pulso acelerado y ya no oía los ruidos externos. Poco a poco pasaba el tiempo y ella conseguía irse tranquilizando pero al sonar el timbre, se dio cuenta de que no había podido acabarlo y sin poner excusas, le entregó al profesor y dejó que la suerte estuviera a su favor. Las dos horas siguientes pasaron rápido y sin ninguna novedad así que bajaron al patio a descansar y a tomar el aire.

-¿Te ha ido bien Paula? - Le preguntó su mejor amiga Sandra.

- Bueno, no lo sé, me he puesto muy nerviosa...

- Tranquila es normal, ¡Seguro que te ha ido bien!

- ¿Gracias Sandra, y a ti?

-¡Bueno! Pero dejemos de hablar de este tema que no es muy emocionante... ¡Eh! Qué tal con el asunto, ¿hemos avanzado? - Le preguntó haciéndole un gesto con la cara.

- No... Pero he tenido una idea... ¿Sabes aquel chico de 2 º de bachillerato que va a su misma clase? Pues ese será mi ayudante.

-¿Cómo tu ayudante? - Sandra no entendía nada, pero le siguió el hilo.

- ¡Sí! Aquél... Déjame pensar... ¡Sí! ¡Aquél alumno alto, delgado que tiene los ojos azules! Es especial, no suele ir con mucha gente, está cerrado a sus compañeros pero tiene muy buena relación con sus amigos íntimos.

- ¡Ah! ¡Sí! ¡Ya sé quién es! Se llama Marcos, es muy simpático y... ¡No está mal...! Jajaja - Sandra aprobó la idea de su amiga riendo.

- ¡Pues ya sé que haré! Utilizaré la pequeña amistad con él para irme acercando a Guillermo. Creo que saldrá bien. - Y contenta, Paula se fue con una sonrisa en la cara pensando que había tenido una gran idea.

A esa hora, tenían gimnasia, una asignatura que no se le daba demasiado bien. Fueron a cambiarse al vestuario, un lugar en el que Paula no se sentía muy a gusto, tenía unas duchas muy sucias y un suelo asqueroso, pero lo que más odiaba era el olor; el olor de aquél espacio era una combinación extraña de sudor, humedad y pies. Ella no soportaba aquél, por muy corto que fuera, tiempo. Al llegar al gimnasio se sentaron en el suelo a esperar la llegada del profesor; estaban nerviosos, todos, porque comenzarían un nuevo deporte, judo, y nadie se sentía especialmente ilusionado por practicarlo. Esperaron un largo rato hasta que llegó un monitor y avisó que el profesor estaba enfermo, que podían subir al aula a hacer estudio.

Paula no tenía fama de buena estudiante, todo lo contrario, a ella le importaban otras cosas como la moda o la pintura. En estudio, cuando todos estaban trabajando, ella y Sandra aprovecharon para ir a hacer un pequeño asunto que tenían pendiente en un lugar. Bajaron dos pisos, ya que ellas estaban en la cuarta planta, y fueron a las aulas de 2 º de bachillerato. Allí les esperaban problemas, muchos problemas.

Al hacer ellas 1 º de bachillerato la gente por los pasillos las miraba extrañamente pero a las chicas poco les importaba; fueron hasta el aula 22 de 2 º de bachillerato B y llamaron a la puerta.

- Hola, ¿podemos hablar un momento con Marcos? - Dijo Paula como si nada - Es que necesitamos hablar con él unos minutos para aclarar unos temas...

- ¿Puedo saber cuáles? - Preguntó el profesor que no se creía ni una palabra de la chica que hace unos minutos había entrado por la puerta.

- Bueno, - Comenzó ahora, Sandra - Nosotras... nosotras tenemos... tenemos unos temas de un asunto que pasó en el patio y... bueno eso...- dijo ella casi sin creérselo.

- Está bien pero no tardéis mucho...

- ¡Gracias! - Dijeron vez como si se hubieran puesto de acuerdo.

Salieron del aula con el chico y le empezaron a explicar toda aquella mentira.

- A ver... nosotros no te hemos llamado por un conflicto, en realidad te necesitamos para una "misión" - Comenzó Paula - ¿Tú conoces a Guillermo Dalmau no?

- Sí... ¿Por?

- Pues necesitamos que nos lo presentes... ¿lo harás?

- Sí, ¿pero cuándo?

- Por la tarde quedamos en la puerta del instituto y lo llevas contigo ¿de acuerdo?

Él sin entender muy bien lo que le decían y por qué lo habían elegido a él, desapareció de nuevo dentro de esa sala.

En la clase había un ambiente cálido y húmedo; mientras pasaban lista notaron la falta de aquellas dos jóvenes, el profesor preguntó por ellas pero nadie sabía nada. Fue pasando la hora y Sandra y Paula entraron por la puerta, jadeando, sin decir nada. Se sentaron en sus respectivos lugares, y como si nada, siguieron la clase. Al final, el tutor se las llevó hasta el despacho y las interrogó sobre su falta y su comportamiento.

- ¿Se puede saber por qué habéis aparecido así de repente? - El tutor extrañado fue escuchando la versión de Paula que, sin ningún inconveniente, lo engañó como si de un niño se tratara.

Durante el tiempo libre, Paula y su amiga se rieron sobre la emocionante aventura que acababan de vivir; ellas sabían, que sin duda se volvería a repetir. 

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