TE AMO YUURI

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Toda su vida había estado solo.

Desde muy temprana edad se dedicó enteramente al patinaje, por lo que no tenía amigos ni nadie que lo acompañara.

Sus padres estaban siempre alagándolo, cuidándolo de todo y todos, apartando todo aquello que "no fuera digno de él".

Los otros chicos que entrenaban con él solían acosarlo, insultarlo, incluso llegaron a golpearlo.

Las novias que en algún momento llegó a tener eran como estuches huecos, ninguna de ellas tenía un corazón que ofrecerle. Él se forzaba a creer que lo amaban, aún cuando sabía bien que ellas lo querían como un accesorio nada más.

Más de una vez pensó en suicidarse. Más de una vez lo intentó.

El patinaje era lo único que, de alguna forma, lo mantenía con vida. Era esa libertad y plenitud que le daban sus rutinas lo que más le gustaba de patinar. Aún cuando le forzaban a entrenar duramente para ganar, él sentía una pequeña felicidad dentro de sí.

Creía que el patinar profesionalmente lo ayudaría a relacionarse mejor con los demás, pero sólo sirvió para alejarlo aún más del contacto humano.

Cuando entró en la adolescencia su entrenador le regaló un perrito, con la esperanza de que Víctor estuviese más animado. No sólo lo animó, si no que iluminó por completo su vida. Estaban juntos todo el tiempo, jugaban, paseaban, se complementaban mutuamente... hasta que un día el perro desapareció.

Víctor lo buscó desesperadamente por todos lados, durante días, semanas, meses... hasta que un día, mientras salía a correr como todas las mañanas, vio a su perro jugando con otros niños en un parque, con un collar diferente al que le había dado.

Él, junto con sus padres, hablaron con la familia que había adoptado al perro, logrando que se lo entregasen sin problemas.

Creyó que todo sería felicidad como antes, pero el perro buscaba escapar una y otra vez, ya no jugaba ni lo seguía, y cuando le soltaba la cadena siempre corría a la casa de los otros niños. Eso hirió profundamente a Víctor, quien no sabía cómo afrontar que el único amigo que tenía quería alejarse de él. Le era imposible creer que eso estaba pasando, le aterraba completamente la idea de ser cambiado, ignorado, ser dejado atrás por quien era su único acompañante en la vida...

Una noche Víctor entró a la cochera de su padre y tomó las enormes tijeras de jardinería.

Caminó en silencio hasta el patio trasero, jalando de la correa al pequeño perrito.

Preparó tras los árboles un montón de bolsas, periódicos y una pala.

Entonces...

El perro volvió a desaparecer...

[...]

"¡Víctor Nikiforov ha llegado en el último segundo!"

"Desconocemos la razón de su tardanza, pero creo que hablo por todos cuando digo que es un alivio tenerlo presente."

Chris se apartó de su lugar, dejando a Víctor en el puesto de entrenador.

-Víctor... -dijo en voz baja y temblorosa Chris- No... Te dije que huyeras...

-Todo estará bien -respondió Víctor mientras miraba directamente a los emocionados ojos de Yuuri.

A punto de romper en llanto, con una sonrisa brillante y hermosa, Yuuri decía mil cosas con la mirada a Víctor.

Se deslizó hacia el centro de la pista y se preparó en posición. Recuperando por completo su seguridad y motivación, comenzó a moverse a la par de la canción.

El Eros en su Cabeza [Viktuuri] [Yuri on Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora