Parálisis del sueño. Momento en el que los procesos automáticos toman el control. En el que los pensamientos que solemos evitar, pasan a primer plano. Y tú no puedes hacer nada que no sea limitarte a intentar escapar de allí, sin movilidad alguna.
Me siento limitada, tengo los ojos abiertos desde hace unos minutos que se han hecho eternos, y aún no consigo ver nada.
La oscuridad me angustia, y el miedo a no saber qué maldito ambiente me rodea, se apodera de mi casi como si penetrara en mis venas y siguiera el acelerado ritmo de mi sangre.
El estrés me acababa de condenar. Mi vida en estos momentos no era sana, más bien la idea contraria, cosa que han aprovechado esos pensamientos inhibidos para tomar protagonismo, para enseñarme las partes más frías y oscuras de mi mente.
Tienen razón cuando hablan de lo relajante que puede llegar a ser la lluvia en los días de invierno, tan ajetreados que parecen tomar más de veinticuatro horas de nuestro tiempo.
