El comienzo

19 1 1
                                    



Estoy sentado con la mirada fija en la nada y 24 compañeros más  en una sala en la que no se como hicieron entrar a más de 15. No me siento bien, siento ese vacío característico de vivir a 3 horas de tu familia con tal de tener un "mejor futuro", si no me termino matando por la depresión  claro está .

Escucho vagamente la película que se supone debería estar viendo atentamente para hacer un resumen después, pero prefiero verla luego y así quizá dejar de pensar en todo aquello en que me deprime y hace que simplemente me quede sin ganas de despertar al día siguiente.

Literalmente, porque despertar sabiendo que debes ir a una escuela que no te gusta en una ciudad en la que no quieres estar es el sentimiento más profundo y horrendo que puedas experimentar, incluso más horrendo que ver la cara de tu abuela cuando le mencionas que no te gusto su estofado de res.

No se que hago aquí, siempre di consejos de seguir al corazón y ese tipo de cosas, y ahora estoy en una ciudad horrible que solo puede garantizarme sufrimiento, más que un mejor futuro. No se porque no puedo vivir en Mi Pueblo, seria mucho más fácil, y ya en la universidad me regreso a la ciudad y ya. Es decir, solo tengo quince años, que son tres años más en Mi Pueblo.

-Santiago- escuche que dijeron sin siquiera captar que se trataba de mi -¡Santiago!- escuché decir mucho más fuerte que la primera vez. Reaccione

-¿si? Señorita Mucual- el apellido más raro que he escuchado nunca, el de mi maestra de metodología de la investigación.

-he dicho que puedes salir al descanso- mis palabras favoritas puestas juntas formando mi oración favorita.

-ah, si señorita, lo siento- dije, aun pensando en la nada y solo salí de la sala directito a la cafetería.

Cuando llegue solo pude ver algo, algo fuera de lo común, algo perfecto, una niña, pero no cualquiera, era la niña más linda que vi nunca, cabello negro noche sin estrellas, ojos verdes campo en verano, labios rosa bebe y mejillas blancas nieve decembrina. Si, esa así de perfecta como se la imaginan, un poquito menos alta que yo, y miro un metro noventa y dos por lo que decir que alguien es casi tan alto como yo es mucho decir, más hablando acerca de mujeres.

No sabia si ir a saludad o quedarme siendo su admirador secreto, la segunda opción era más viable pues no era precisamente un Don Juan . Me quede parado unos tres minutos, que parecieron tres horas, suficiente para decidir qué, en una escuela con una matrícula de seiscientas personas, posiblemente nunca la volvería a ver, y por eso debería de ir a hablar con ella. Fueron otros tres minutos larguísimos los que me costó armarme de valor e ir a hablarle, y cuando por fin me decidí, cayó la bomba, debí imaginarlo, jamás tendría una oportunidad, una oportunidad con la niña más linda que vi en mi vida, una oportunidad contra Eduardo Lamido, el chico más popular y solicitado de la escuela, el que llegó por detrás de la chica, la abrazo y le dio un beso en la mejilla, el que me arrebató la mínima oportunidad que tenía, el que contribuyó a que mi depresión aumentara, el novio de la niña más linda que había visto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 25, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La chica de la cafetería Donde viven las historias. Descúbrelo ahora