Un nuevo torneo surge a tan solo meses de la victoria del Inazuma Japón en el FFI, los seleccionados con la emoción palpitando dentro de ellos al saber que admitirían chicas en el equipo.
Pero no todo es como creían, la llegada de un misterioso equ...
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(POV Kiara):
Nos encontrábamos en los vestidores del estadio de nuestro instituto, en donde se iba a llevar a cabo el encuentro.
Faltaba poco para el partido contra el Raimon y todas las chicas parecían nerviosas, a pesar de saber que tenemos el potencial para ganar, ya que a muchas les asustaba lo que podía pasar si perdíamos.
—No podemos perder, tenemos que ganar o si no... —Helen, la portera del equipo, trataba de darnos ánimos, mientras que Val conversaba con la entrenadora— ... si no, perderemos todo por lo que hemos luchado en este último tiempo.
En eso tenía razón, nos habíamos esforzado mucho para alcanzar nuestras metas y si hoy no ganamos todo se iría abajo.
—¿Qué piensas, Kiara?
—Tenemos el suficiente potencial para ganar, pero si ustedes no se creen eso de seguro perderemos —me levanté de donde estaba sentada al contestar, sin querer ser el blanco de un nuevo interrogatorio—. Iré a ver cómo le ha ido a Val.
Salí de los vestidores, casi chocando con la entrenadora, quien al parecer había terminado de hablar con Val y se dirigía de vuelta con el resto de las jugadoras.
Me acerqué a la peliazul al divisarla a un costado, apoyada en la pared, de seguro pensando en lo que le habían comentado.
—¿Y bien?
—Nada nuevo, las reglas siguen intactas y si perdemos... —paró de golpe, sin querer mencionar aquello a lo que todas le temíamos.
—Lo sé —suspiré, perdiendo toda esperanza de que la situación mejorara con respecto a las instrucciones entregadas.
—Por eso no podemos permitirnos perder, tenemos que ganarles a esos chicos, incluso si tenemos que herirlos para conseguir vencerlos —la fuerza de sus palabras me hacían notar lo decidida que estaba por ganar, mas había algo que no me agradaba en lo absoluto.
—Sé muy bien que el Raimon es un equipo fuerte, pero no creo que sea correcto herirlos por la victoria. No parecen malas personas, al contrario, se ve que son amables y honestos —comencé, recordando lo ocurrido hace unos días—. Puede que, si les contamos por lo que hemos pasado, ellos nos entiendan y...
—¿Acaso crees que ellos estarían dispuestos a perder el fútbol solo por ayudarnos? —me interrumpió entre sorprendida y enojada—. Ellos no dejarían el fútbol por nada en el mundo y nosotras tampoco estaremos dispuestas a ceder.
Dicho esto, se dio la vuelta, dándome la espalda al decir:
—Piensa antes de actuar, Kiara, no seas tan tonta como para caer en los engaños de esos estúpidos del Raimon.
Me quede con esas últimas palabras, observando el largo corredor que llegaba hasta la cancha.
«No seas tan tonta como para caer en los engaños de esos estúpidos del Raimon...»
