--más vale que te comportes. No quiero que armes un escándalo, a donde vamos hay personas muy importantes— (bla bla bla, que cierre la boca ya... Lara has algo) solo no le prestes atención.
Más vale que haiga buena comida y que nadie me moleste. No comí nada desde la mañana para que el vestido se vea precioso en mí, cosa que está muy mal porque me pongo de malas y si Daniel no se caya ya. Juro que lo lamentara.
--¿me estas escuchando?
--si, podemos ya irnos—estoy por entrar al auto para ya ir a la estúpida cena.
--¿crees que soy tu chofer?—Daniel detiene la puerta del auto y me mira—te sentaras adelante, conmigo.
Demonios, se dio cuenta.
--que dices. No pretendía que fueras mi chofer…--me mira con un gesto de no creerse nada de lo que le digo—eh… dijiste adelante ¿nove?—con una fingida sonrisa me dirijo a abrir la puerta delantera del auto. Daniel se va al otro extremo para entrar y ponernos en marcha.
En el trascurso del viajo, me desconecto y dejo de escucharlo. Miro la ventana y la imagen de la ciudad me recuerda un momento en mi vida. En cierto modo me siento melancólica por la vista. Dejo de mirar por la ventana y cierro los ojos. La imagen de mama se aparece y sonrió al verla en mi mente.
--¿Qué te sucede?—la voz de Daniel me abre los ojos y vuelvo a mirar la ventana.
--nada—pasa un tiempo más y por fin llegamos a la estúpida cena.
Entramos a una mansión enorme y un chico nos espera en la entrada de la casa. Daniel sale del auto y yo le sigo (ese maldito. Ni siquiera te abre la puerta Lara) y que esperabas del señor idiota.
Salgo del auto y miro como le da la llave al chico, que después se va con el auto. Avanzamos más y subimos unas cuantas gradas.
Daniel le da una invitación a unos hombres que se encuentran resguardando la entrada y me hace una señal para que me acerqué a él y entremos juntos.
Lo primero que observo es la mesa de platillos que está casi al fondo de toda la sala y aunque está muy lejos, mis ojitos lo detectan al instante. Intento apresurar el paso para ir directo a mi objetivo pero Daniel me detiene tomándome del brazo discretamente.
--¿quieres calmarte? No olvides lo que te dije en el coche…--¿en el coche? Mi mente quiere hacer recuerdo pero la verdad es que en ese momento lo ignore por completo—Lara más vale que me hayas escuchado, porque no lo repetiré.
Me quedo unos segundos callada y cuando empiezo a notar que su expresión empieza a cambiar le sonrió—claro que te escuche… No te preocupes—espero una respuesta pero decido proseguir a fingir que sé de qué habla—tu tranquilo, confía en mí.
Daniel me suelta y me da una última mirada a la que yo sonrió.
--no te olvides—se acomoda un poco la ropa y empieza a irse.
--si, tranquilo…-- mi mente empieza a trabajar y hacer conclusiones de que fue lo que me dijo—maldición, ¿que era?… tendrá que ver con el blanquete--(No, ¿cómo se va a tratar del banquete? Lara)-- ¿Qué quieres que te diga? Solo puedo pensar en comida ahora.
Decido no tratar más y saciar mi hambre primero. Camino entre la multitud de gente que hay abriéndome paso por ellos, gente muy bien vestida, debo recalcar. Entre ellos veo a un niño que me mira y lo observo un instante, le sonrío pero parece que no le importa y se marcha de donde está. (Los niños de ahora son muy creídos ¿no crees Lara?) Pues sí, pero eso no me importa ahora.
Doy un pequeño salto de victoria cuando me encuentro frente a la mesa de platillos. No espero más y cojo un plato para servirme un trozo de patas de pollo, acompañado de una salsa deliciosa.
ESTÁS LEYENDO
Ellos Son Idiotas
RomansaLara ese es mi nombre. Por alguna razón del universo, siempre escojo a la persona equivocada. No importa cuanto me esfuerce, simplemente el príncipe que conozco al principio resulta ser un ¡Grandísimo Idiota! Pues bien prontó conocerán a la Reina q...