Era una fría tarde de Noviembre en las afueras del polo norte, nuestro querido hombre barbudo y grande se encontraba caminando sin rumbo alguno mientras fruncía el ceño agobiado.
— ¡Santa! —su gran amigo, Rodolfo, lo detiene—. No puedes irte, ¡No puedes dejarnos!
El nombrado solo se gira observando a su reno favorito con una pizca de decepción y tristeza.
—Lo siento, pero la navidad está arruinada
— ¡No te des por vencido, estoy seguro que podremos solucionarlo!
Rodolfo extiende uno de sus cuernos, obligando al gordito a tomarlo y de esa manera, caminar nuevamente hacia su hogar.
Una vez ahí, se encuentran con seis duendes en la cocina preparando galletas y chocolate caliente para el gran hombre, quien al verlos, una sola palabra pasa por su mente: pendejada.
—No quiero comer nada —el barbudo se sienta en la mesa principal de su sala, hablando alto para que los duendes lo escuchen—. Nada curará el vacío que siento en este diabético corazón...
—Los duendes tienen una idea que puede gustarte —le dice el reno en un tono amigable.
— ¡Esos duendes no saben nada! ¡Yo quiero más fanfics Kookmin! —se queja como un bebé—. ¡Me he leído todos los que existen y necesito más!
—Santa, respira —lo tranquiliza—. Tendrás tus fanfics, lo prometemos
—Mi otp... —se tapa los ojos para ocultar su llanto leve.
La felicidad de Santa Claus durante esta época es sumamente importante, ya que si nuestro barbudo se hundía en la tristeza, la magia y espíritu navideño se hundirían junto a él.
No existe un mejor Kookmin shipper que nuestro lindo y tierno gordito, y es por eso que los duendes, han puesto un gran plan en marcha.
¡Ayúdales a salvar la navidad!
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