Malas Costumbres

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Kitagawa Megumi y Takemura Kai eran casi como dos copos de nieve, totalmente distintos. Puede que sea la razón por la que en preparatoria era raro encontrarlos juntos en el pasadizo. Hablando. Ellos simplemente se maldecían el uno al otro. Era algo a lo que todos se habían acostumbrado.

Megumi era ya la reconocida modelo de Japón, cuando ingresó a aquella preparatoria. Todos quienes la habían visto en revistas y leído sus entrevistas, sabían que era una chica dulce y simpática que buscaba siempre- Bien. No era así y sus compañeros de preparatoria podían probarlo.

Aunque ahora era ella quien no ocultaba su verdadero ser detrás de esa imagen de niña dulce y con una sonrisa siempre tatuada. Había sido Takemura quien había desenmascarado por primera vez a la modelo públicamente, cuando públicamente hace referencia a la preparatoria a la que asistían.

La castaña había estado teniendo problemas con sus fanáticos después de un incidente con su mejor amiga –Momo- y con una compañera a la que restaba importancia –Mei-. Su príncipe azul –Yamato- la había dejado de lado por una chica que ella consideraba no apta para papel de princesa en peligro... Después de un cuadro de depresión y un nuevo corte de cabello... Había resurgido esplendorosa y magníficamente.

Todos parecían haberle vuelto a hablar al encontrar que no parecía querer comprarlos, parecía menos falsa. Todo estaba bien hasta que se cruzó con cierto joven que iba en un grado menor.

A este joven le agradaba la transformación que había tenido, él desde luego sabía cómo era realmente. Y ese día estaba con ganas de llevarla al límite... ¿Por qué? Había oído hablar a unos chicos un par de estupideces y no, él no era un caballero en brillante armadura ni mucho menos un príncipe azul. Él la ayudaría, pero de un modo distinto.

Fácil fue sacarla de quicio, ella siempre respondía mordaz a cualquier provocación de él en particular.

Difícil fue que el resto de compañeros y amigos se tragaran la imagen que tenían delante. Kitagawa estaba ahí y las palabras dichas no podían haber salido de sus dulces labios color rosa.

Ella en ese momento no pensaba en el resto, sino en quien frente a ella parecía sonreír divertido a pesar de que le había golpeado ella. Oh. Cómo quería borrar esa coqueta y socarrona sonrisa de su rostro bronceado. Cómo odiaba esa costumbre suya de decir las cosas menos pertinentes siempre y en la escuela... ¡La escuela!

Sus ojos se abrieron desmesuradamente al encontrarse junto a Kai alrededor de miles de ojos espectadores. Estaba a punto de correr y esconderse en algún lugar...

—Eres increíble...—soltó una amiga de Momo acercándose a ella, pasaban tiempo juntas pero no pensaba que pudiera venir en su auxilio.

Una par de risas masculinas se escucharon, un par de amigos de Momo también. A ellos se le unieron otros, mientras que ahora comenzaba a ver sonrisas divertidas y ojos risueños.

Quien había sido golpeado se escabulló sigilosamente sonriendo feliz por su cometido. Había visto a aquel grupo de chicos tragar grueso cuando la modelo lo había golpeado.

Él por supuesto pensó que todo había acabado ahí.

No quería nada para que le agradecieran, es decir, ni siquiera pensaba que ella supiera su real intención ante aquel suceso. Suponía que lo desestimaba y sobretodo que lo malinterpretaba.

Como siempre, se equivocaba con respecto a la muchacha. Tenía esa costumbre. Pero no se equivocaba con respecto a que lo desestimaba o malinterpretaba, en eso estaba en lo correcto, en lo que se equivocaba era en que ella no intentaría tomar represalias.

Pasó un día después de que habían empezado el siguiente año. Él ahora en segundo y ella en tercero.

El de segundo año estaba regresando a su clase luego de haber almorzado con su grupo de amigos, estos cursaban un año mayor que él.

Malas CostumbresWhere stories live. Discover now