Parte única.

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Sólo cuando no me ves si no me ves,  encuentro el valor de mirarte
sin el pánico que aún siento
a tu inconsciente coacción.

Nathaniel Kurtzberg se encontraba en su usual asiento absorto en sus pensamientos con la voz de la señorita Mendeleiev de fondo mientras hacía un dibujo a blanco y negro de su musa de ojos azules más profundos a comparación de cualquiera que haya visto a lo largo de su vida.

Por que los ojos de Chloé Bourgeois eran únicos para él desde que descubrió aquella faceta que intentaba ocultar de todo el mundo, desde que se había enamorado de ella.



—Mi padre es mucho mejor que el tuyo panadera, y si se lo pido puedo hacer que te expulse de las escuela —escuchó que vociferaba a los cuatro vientos, se había ofuscado solamente por que Marinette había quedado nuevamente como jefa de grupo pero ahora a lado de Adrien como su apoyo —compadezco a mi pobre Adrienkis.


Adrien pareció querer defenderla pero se quedó en silencio, Marinette apretaba los puños tratando de no ceder a sus provocaciones, Chloé se tomaba de la cintura mientras simulaba ver sus uñas recién pintadas.

El artista sólo rodó los ojos ante ala patética máscara de abeja reina que se esforzaba por portar, como si fuera la gran cosa.

Era una pena que ella siguiera siendo la misma chica que no dejaba que nadie conociera la parte dulce que él había logrado percibir .

Sintió un codazo, lo que provocó que girara su cabeza en dirección de Iván que mantenía su rostro entre su mano con el brazo recargado sobre el pupitre.

—Es toda una diva ¿No lo crees? — susurró esperando no ser escuchado por la profesora.

—Quizá solo tuvo un mal día —argumentó en defensa de la rubia.

Iván bufó como si aquello fuera un chiste, sin embargo Nathaniel no podía estar hablando más en serio en toda su vida.

—¿En verdad? —se palmeó la frente —esa chica es toda una princesa viviendo en su burbuja.

Él trataba de hacer oídos sordos a las irrelevancias que salían de la boca de su compañero bonachón. Una mano se estampó contra su lugar sacándolo de sus pensamientos, alzó la mirada y  se trataba nada más y nada menos que de Chloé.

—Es injusto que me mande a mi a la dirección cuando este —señalaba con su mano despectivamente refiriéndose a Nathaniel —se la pasa haciendo monigotes deformes y sin sentido—tomó el boceto sin darse cuenta de lo que estaba plasmado ahí y lo hizo añicos.

Todo mundo se quedó estupefacto al ver tan atroz acción de la hija del alcalde, más Nathaniel se levantó de su lugar apoyando las palmas en el pupitre. Más que molestar le había dolido que aquel dibujo lo realizó con esmero y esta en un santiamén lo  destrozó.

—Chloé, ese dibujo era importante para mí —se atrevió a decir esperando no sonar tan grosero—¡No tenías por que hacerlo!  Deberías ser más considerada con la gente que te rodea.

Mendeleiev se posicionó entre ambos, sus alumnos a veces la sacaban de quicio, pero debía cumplir con su papel de maestra y tratar de que no se armara un pleito más grande. No Deseaba perder su empleo.

Pero le sorprendía la actitud del chico pues cualquier otro compañero de clase al recibir ese tipo de trato le hubiera gritado muchas cosas feas—ella lo haría si tuviera su edad y no fuera maestra de la institución —

—Chloé pídele una disculpa a tu compañero, y tú Nathaniel, te he dicho que está estrictamente prohibido dibujar en clases.
En el salón se inició una disputa entre la rubia y la maestra, pues tal parecía que ese día todo le molestaba a la chica Bourgeois, por su parte Nathaniel solo intentaba comprenderla, podía percatarse de que en su mirada cierto brillo se estaba extinguiendo.

La hora de colegio llegó y los alumnos salieron a toda prisa para dejar el recinto, Nathaniel salió después de Chloé con el firme propósito de descubrir que es lo que le ocurría a su adorada musa dorada.

—Nunca me haces caso, siempre es primero tu trabajo antes que yo—lloraba al celular—por eso se fue mi madre, siempre la dejabas a un lado y ahora a mí—su rostro estaba empapado de lágrimas.

El artista solo escuchaba atento la conversación que esta se esforzaba por mantener entre hipidos y sollozos, se sentía impotente por no poder hacer nada, por no poder acercarse a ella y brindarle su apoyo en lo que sea que estuviera atravesando. Divagó en sus pensamientos en donde encontraba la formula correcta para poner una sonrisa en ese rostro de alabastro.


—Disculpa ¿Se te perdió algo? —su voz lo trajo de vuelta al mundo terrenal, él enarcó una ceja confundido—tal parece que aparte de metiche eres sordo —sacudió su cabeza no creyéndose el asunto. Colgó el teléfono mientras se limpiaba el rostro.

Kurtzberg se quedó callado, la observaba detalladamente, no dudo en poner una mano en su mejilla, recorriendo con alas yemas de sus dedos cada centímetro de la piel de esta, haciendo que poco a poco los poros de la chica se abrieran.

—Eres hermosa ¿Lo Sabías?

La rubia se quedó ensimismada no sabiendo como reaccionar.

—¿Qué haces? —titubeó un poco antes de alejarse.

El pelirrojo se dio cuenta de lo que estaba haciendo y apartó su mano inmediatamente, incorporándose.


—Nada. Sólo intentaba animarte —se encogió de hombros —¿Por qué llorabas?.

La chica de ojos azules parpadeó, no estaba en sus planes que alguien la viera llorar por los desajustes de su desquebrajada familia, ella siempre era la fuerte, y quería mantenerse siempre así.

—Yo no sé de donde sacas eso —se enderezó en una postura firme— no estaba llorando.

El chico esbozó una leve sonrisa pasando el dedo pulgar sobre sus labios.

—Tus ojos están hinchados, tu pelo es un alboroto, tu rímel se corrió  y —hizo una pausa — tus mejillas están coloreadas.

Chloé se llevó las manos instintivamente a sus mejillas con afán de esconder su rubor, el cual se había intensificado al escuchar todas esas palabras del pintor.

—Tú no sabes nada —mencionó a la defensiva—no res nadie para decirme todas esas cosas lindas y menos acercarte de esa forma a mi —ajustó la bolsa a su hombro y se alejó de forma apresurada del campo de visión del varón quien siguió su ejemplo yendo por su camino con tal de llegar pronto a su casa.

El camino se le hizo corto al ir visualizando a la gente, a los animales, a alas plantas y cada uno de las acciones que éstos realizaban, todo era una fuente de inspiración a excepción de hoy que lo único que parecía llenar su mente era esa rubia de coleta alta.

—Mamá, ya llegué —anunció una vez que estuvo ahí pero no recibió respuesta.

Suspiró dejando su mochila en el mueble más cercano y subiendo las escaleras que conducían a su habitación estirándose en su cama a mirar el techo.

Ahora que tú no me ves, admitiré, que un deseo malvado en un sueño se burlaba de mi torre de control.

—¡Chloé! ¡Chloé! Chloé! —repetía como un mantra tomándose la cabeza —por que tuve que enamorarme de ti, todo era más fácil cuando no me gustabas —se quejó  colocando una almohada en el rostro.

Y era sucio y era pecado, no pude asimilar que era yo.

Sus pensamientos a veces rayaba en pensamientos peligrosamente indecorosos, nunca había sentido tanta atracción por alguien para ansiar con anhelo estar con ella de esa forma que por ahora era imposible de considerar.


Cualquiera que me viera en mis negras horas,  reptando por tu piel cuando es pared, se creería que mi vicio es lamer tus sombras, pero sólo lo hago cuando no me ves.



—¿Eso es cierto? —escuchó que decían desde lejos, revisó con la mirada cada rincón de su cuarto, no había nadie— tomate responde ahora mismo.

Pronto se dio cuenta que la voz era la de la misma Chloé y que provenía del celular que tenía en su bolsillo ; su manía de no ponerle patrón de bloqueo le había hecho que el número de la chica se marcará por accidente.

Se maldecía por no hacerlo. No se acordaba que en un arranque de valentía había acudido a Sabrina para poder sacarle el número de la muchacha que lo traía loco.

—Chloé yo —se rascó la parte trasera de la cabeza —no sabia que estabas en al línea, verás, no sé que hayas oído pero…

—Basta, no sé de que hablas—su voz sonaba nerviosa —no es como si te estuvieras confesando ¿verdad? —suspiró para luego aclarar su voz—pero como sea ahora te pido que me odies de memoria,  como un himno de los que saben perder.

Nathaniel permanecía callado, escuchando cada una de las palabras de la fémina.

—Pero yo no quiero hacerlo, no puedo negar que yo te..

Del otro lado de la línea Chloé sentía su corazón latiendo desbocado más su miedo por arrastrarlo a aquellas sombras de tristeza, de amargura, dolor en el que ella vivía era más fuerte, no podía hacerlo aunque ella también estuviera sintiendo lo mismo.

—¡No! No lo digas por favor Nathaniel —mordió su  labio inferior —no quiero oírlo, no soy quien para ti.

Se hizo un silencio incómodo, él no entendía por que ella le decía aquello sin embargo esta vez no se quedaría callado, ya habían sido muchos meses atado a ese sentimiento sin poder expresarlo.

Negaré ante el mundo lo siguiente: que si de algo voy sobrado es de falta de autoestima  y que por eso te lo canto sin tener que usar "te quiero" a través de una metáfora, esa que uso para resguardar mis miedos. A que un día las comprendas, está situación inaceptable.

—Nathaniel, soy alguien que no mereces, no soy como Marinette, tengo muchos defectos y no merezco que me digas esas cosas—arrugó su frente, era una suerte que no pudiera verla en ese momento, ella misma se estaba negando la oportunidad de amar, pues sabía que su padre ni mucho menos su madre aceptarían tal amorío. 

Nathaniel estaba decidido a sacar todo lo que estaba reteniendo, se tragaría la pena pues estaba seguro que no tendría otra oportunidad para declararse, sin importarle el resultado.

Puede ser que esté viciado a que te cueste descifrarme, si entendieras la ironía de querer estar a solas.

Los colores en las mejillas de la joven acudieron a ella por segunda vez a causa de él, sentía la necesidad de corresponder pero no sabía como. Era como una niña pequeña que tenía que ser guiada en temas de amor ¿pero como? Si siempre  que conseguía fijar en sus ojos en alguien, debía huir de aquello por no saber como enfrentar la situación, por no tener el apoyo de una verdadera familia.

—No quiero seguir oyendo Nathaniel, es mejor que me olvides ¿si? No soy quien para que le entregues el corazón.

El sonido del teléfono se escuchó, indicando que había cortado la llamada, ya estaba dicho y hecho, no se arrepentía de nada.

Sabía que el camino al corazón de esa joven sería difícil pero si quería un futuro a su lado haría lo que fuera para lograrlo. Volvió acomodarse en la cama con los brazos por debajo de la cabeza con una sonrisa  melancólica, él solía ser una persona positiva aunque no lo pareciera, una que entregaba el corazón  en lo que amaba y sin duda alguna la amaba con locura.

Quería pensar que ella le correspondería con el tiempo, que lo llegaría amar como él la amaba a ella, el primer paso ya estaba dado y no quitaría el dedo del renglón de todo el asunto que su amada involucraba, por que su amor era real, sincero y fuerte.

Tomó la libreta que estaba sobre su buro y comenzó a escribir, siempre le ocurría cuando la muñeca de mejillas rosadas y ojos preciosos inundaba su mente.


El día que el presente ya sea historia y las aguas se nos calmen de una vez, entenderás en mis silencios tantas cosas, las que ahora escribo cuando no me ves — dejó a un lado el lápiz al terminar su principal propósito en la vida, incluso antes del arte.

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¡Hola! Espero se encuentren de maravilla, aquí el primer os de muchos que tengo para este nuevo año que estamos comenzando. Va dedicado para una persona muy muy importante en mi vida, alguien que siempre ha estado a lado mío en las buenas y en la malas y que aunque ahora no estemos cerca la una de la otra sabe que la adoro con todo el corazón, te amo mejor amiga 🖤 y espero que en verdad te guste este escrito de tu banda favorita.

Cuando no me ves [Nathloe] [Os]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora