Corazón puro

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Esta historia lo tenía más atorada que la quesadilla con chorizo que casi me mata :v, y se desarrolla en torno a la imagen que hice de portada.

Coco no me pertenece, uso los personajes sin fines de lucro...

Advertencia: Ligera mención del gusto entre personas del mismo sexo.

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¿Esto estaba pasando realmente? ¿Ya estaba muerto? No... eso no era posible; apenas iba de camino para su hogar después de hacer una gira con su grupo "Los tres caballeros de Santa Cecilia"; había tocado para el inicio del grito en la capital e hicieron muchas paradas, ya sea porque solicitaban de sus servicios o el internet no les llegaba para hacer las tareas de la prepa.

Pueden que hayan empezado su carrera a temprana edad, pero ni su madre ni la de su prima Rosa permitirían que perdieran el penúltimo semestre. Ya iban de regreso para el día de los Muertos...

¡Qué chingados estaba pasando! ¿Por qué estaba en el puente de flores?

Solo recuerda sentirse mal después que Rob; su mejor amigo e integrante del trío le dio ese dulce que compro en Oaxaca, examino sus manos rápidamente ¡Uff...! Son normales, aunque tampoco sabe cómo funciona la dinámica de morir.

¿Se volvía poco a poco esqueleto? ¿Tenía que esperar unos años para hacerlo? Negó con la cabeza y despejo la idea de haber muerto...

Además... ¡Rob es su amigo! ¡Él no lo apuñalaría por la espalda!

Se sacudió su traje y cruzo el puente en busca de alguno de sus familiares...

― ¿¡Miguel!?

Esa voz era familiar y el de un ladrido también, solo dio media vuelta para encontrarse con Papá Héctor junto con Dante. No pudo evitarlo y lo abrazo antes que pudiera preguntar.

― ¡Órale! ¡Creciste mucho, chamaco!

―Se podría decir que sí...

― ¡Casi de mi estatura! Pero... ¿Qué haces aquí, muchacho?

―No lo sé―exclamó Miguel encogiéndose de hombros.

―Esto es raro, la primera vez que viniste aquí fue por la guitarra.

― ¿La guitarra?

―Sí, digamos que la familia necesitaba unirse y el medio de conducto era la guitarra; la tocaste a pesar que estaba prohibida y por eso te trajo aquí...

―Parece lógico.

―Bueno, si ya estás aquí debemos aprovechar, solo te podemos ver cada día de muertos o los aniversarios, ¡De seguro te ha ido bien! Mira no más el traje que traes...

―Sí, acabo de llegar a Santa Cecilia.

― ¡Eso es todo! Le podrás contarle a todos lo bien que te ha ido, Imeldita estará contentísima y después podremos ir a recoger las ofrendas ante...

― ¡Espera!―interrumpió a Héctor― ¡¡La ofrenda!!―exclamo exaltado.

― ¿Qué tiene...?

―No tendrá la foto de Mamá Coco...

― ¿Y eso por qué?

―No podrán la foto a menos que yo lo haga.

Héctor le miró, le dedico una sonrisa antes de agarrar del puente un pétalo―Bueno, no puedo separar a Coco de sus tamales; mi niña hermosa se los merece.

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