*Capitulo 3*

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El sonido de voces masculinas graves se escuchaba desde el vestíbulo. Hasta ese momento, la pequeña reunión en el interior del salón elegante del Refugio Oscuro, había trascurrido en una agradable charla sobre el tiempo y una docena de otros temas ligeros.
Pero en el ruido sordo de la conversación ahogada en algún lugar fuera de las paredes doradas, tuvo un aumento palpable de anticipación perforando la atmósfera de la sala.
― Ah, mis hijos han llegado finalmente.

Hermosa y preparada, Lucy Heartfilia sonrió desde su asiento, en un diván de seda, sus ojos cafes claro iluminadose con entusiasmo

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Hermosa y preparada, Lucy Heartfilia sonrió desde su asiento, en un diván de seda, sus ojos cafes claro iluminadose con entusiasmo. ― Sé que Natsu estará
encantado de conocerte, Lucy.
Con la boca reseca de repente fue demasiado para que Lu hablara, pero ella hizo un gesto educado y se volvió con una cálida sonrisa hacia la morena compañera de raza.
― Lucy no ha hablado de otra cosa en todo el día, ― dijo su madre, dando a
Lucy una palmada en su asiento a su lado, en un sofá de terciopelo frente a Meledy.
― Ella ha estado llena de curiosidad por Natsu desde que llegó a la casa esta mañana.
Al otro lado de Lucy, su peliasulada hermana de veintidós años de edad, Wendy, apenas sofocaba una risita. Eso era cierto. Lu había estado llena de preguntas desde que había sido llamada a casa por sus padres.
Ella aún no sabía mucho sobre Natsu, aparte del hecho de que él había volado esa noche desde Roma, donde había estado viviendo durante muchos años. Y que él había venido porque había sido llamado a cumplir su papel en el antiguo pacto de matrimonio a prueba que había existido entre sus familias por media docena de siglos. Al igual que ella lo había hecho.
Es decir, si se las arreglaba para pasar a través de la noche sin correr hacia el
escape más cercano.
Se apretó el dorso de la mano a la frente, ya que se había puesto de repente fría y húmeda. El corazón le latía, y sus pulmones se sentían como si estuvieran atrapados de repente en un tornillo de banco. Se puso de pie, pero no era constante en los zapatos de tacón alto ya que no estaba acostumbrada a usarlos. El vestido verde que le había prestado su hermana Wendy ante su insistencia, se balanceaba alrededor de sus rodillas mientras se tambaleaba, mareada y luchando contra la ola
de náuseas que se había levantado en ella.
― ¿Sería posible, um... refrescarme por un momento?
― Sí, por supuesto, ― respondió Meledy.
― Hay una sala de polvos al final del pasillo.
Sus padres, ambos la miraron con preocupación genuina. ― ¿Estás bien, querida?
― Preguntó su madre.
― Sí. ― Lucy les dio una inclinación de cabeza débil que sólo hizo su mareo peor.
― Estoy bien, de verdad.
Ella sólo tenía que largarse de allí antes de que se desmayara o vomitara.
Wendy se levantó y agarró su codo.
― Iré contigo.
Se apresuraron a salir de la sala juntas, Lucy prácticamente dejando a su hermana a su estela. Una vez encerrada de forma segura en la gran sala de polvos, se dejó caer contra la parte posterior de la puerta.
― ¿Qué demonios te pasa? ― Wendy susurró.
Lucy se tragó un grito construyéndose. ― No puedo hacer esto. Pensé que tal vez podía, por nuestros padres, ya que es obviamente tan importante para ellos, pero no puedo. ¿Es decir, toda esta situación...el pacto, el matrimonio a prueba? Es una locura, ¿verdad? Nunca debería haber acordado nada de esto.
Todo estaba ocurriendo demasiado rápido. Ayer por la mañana, había recibido un e-mail de sus padres que le había llegado al remoto lugar donde había estado trabajando. El mensaje había sido breve y críptico, diciéndole que se necesitaba en
casa inmediatamente. Aterrada y con preocupación, había dejado todo y corrió hacia ellos, sólo para enterarse de que la situación de emergencia que requería su presencia era un acuerdo antiguo que la enviaría lejos con un completo extraño. Un varón de raza que no podía comprender o entender que su carótida no estaba en juego, independientemente de lo que el pacto entre sus familias pudiera implicar.
Oh Dios. Su estómago empezó a girar de nuevo. Se apretó la mano al abdomen y respiró para calmarse.
Ella se paseaba por la sala de polvo, su voz comenzando a elevarse.
― Necesito salir de aquí. No puedo hacer esto, Wendy. Debo de haber estado fuera de mi mente para considerar siquiera venir aquí esta noche.
Su hermana la miraba con paciencia, sus suaves ojos marrones simpáticos mientras dejaba que Lucy se desahogara.
― Estás nerviosa. Yo también lo estaría. Pero no creo que estés loca por estar aquí.
Y no creo que el acuerdo entre nuestras familias sea una locura, tampoco. ― Ella barrió un mechón azulado detrás de la oreja y se encogió de hombros. ― Ha perdurado todos estos años por una razón. En realidad, creo que es un poco romántico.
― ¿Romántico? ― Se burló Lucy. ― ¿Qué hay de romántico en una tregua pactada después de años de derramamiento de sangre resultado del secuestro de una compañera de Raza virgen de nuestra tribu por un macho de Raza bárbara de ellos
ocurrida hace seiscientos años?
Wendy dejó escapar un suspiro. ― Las cosas eran diferentes en aquel entonces. Y es romántico porque se enamoraron.
Lucy arqueó las cejas en desafío. ― Trágico, porque a pesar de su vínculo de sangre, los dos murieron al final, desatando una guerra larga y violenta.
Lucy sabía toda la historia trágica, así como lo hacía su hermana. Era prácticamente leyenda en la familia Hearfilia. Y si era sincera, había una parte de ella que sufría por esa pareja muerta hace mucho tiempo y su amor fatal. Pero eso no cambiaba el hecho de que siglos más tarde, allí estaba ella, de pie en un cuarto, encima de unas sandalias prestadas de vestir y de tacón alto, mientras que al final del pasillo, un macho de la Raza que nunca había visto antes estaba esperando a que se fuera con
él durante ocho largas noches, mientras sus padres guardaban las esperanzas de que pudieran volver locamente enamorados y unidos por la sangre para la eternidad. Eso era Ridículo.
Lucy sacudió la cabeza. ― Podría haber sido hace siglos la mejor manera de garantizar la paz y convertir un enemigo en familia, ― admitió. ― Pero eso fue entonces y esto es ahora. Hay no ha habido conflicto entre los Dragnell y nuestra
familia desde hace décadas.
Wendy ladeó la cabeza. ― ¿Y cómo se sabe que no es debido a que el pacto ha estado en su lugar durante todo ese tiempo? Desde que comenzó en primer lugar, nunca ha habido ni un momento en que no haya por lo menos un par acoplado entre nuestras familias. Hasta ahora. ¿Qué pasa si el pacto es realmente el único que
mantiene la paz? Nunca se ha roto o probado, Lucy. ¿Realmente quieres ser la primera en probar?
Por un momento, al escuchar la respuesta enfática de su hermana, Lucy casi creyó en todo el mito. A los veintisiete años, era una mujer práctica, independiente, que sabía en su propia mente, así como en su propio valor, pero había una pequeña parte de ella, tal vez una parte en cada mujer, que todavía quería creer en los cuentos de hadas y en el romance de cuentos. Quería creer en el amor eterno y final feliz, pero eso no es lo que le esperaba en el otro lado de la puerta de la habitación de polvos.
― El pacto no es magia. Y el matrimonio a prueba no es romántico. Es todo un montón de tonterías sin sentido, obsoletas.
― Bueno, llámalo como lo quieras, ― murmuró Wendy. ― Creo que es encantador.
― Dudo que fueras tan entusiasta si tu fueras la que tuvieras que tirar tu mundo y todas las cosas que te interesan, sólo para ser dejada en el regazo de algun extraño varón como su juguete cautivo. ― Lucy considero a su hermana menor mirando sus
ojos soñadores. ― O tal vez lo haría.
Wendy se rió y negó con la cabeza.
― El handfast es sólo por una semana. Y no se te deja en el regazo de alguien o eres retenida en contra de tu voluntad. Está destinado para que lleguen a conocerse el uno al otro, lejos de las distracciones del mundo exterior. Eso es todo.
Un matrimonio a prueba en el retirado oasis es simbólico más que cualquier otra cosa. Además, puedo pensar en cosas peores que pasar una semana en un bello entorno, llegando a conocer un macho de la Raza guapo. Uno que también pasara a ser un príncipe.
Lucy se burló. ― Un príncipe solo de nombre. Las antiguas tribus de esta región no son nada más reales que tú o yo. ― ¿O no lo eran? Adoptada por Jude y Layla Hearfilia cuando eran niñas y estaban en el orfanato para los indigentes, no había ninguna posibilidad de eso. Lucy levantó una curiosa mirada hacia su hermana. ―
¿Cómo sabes que Natsu es guapo? Pensé que nunca lo habías visto.
― Yo no lo he hecho. Pero por ser de la RAZA, y seguramente tiene el pelo pelirosa de su madre y sus increíbles ojos jade. Al igual que su hermano, Romeo.
Lucy volteó los ojos. ― Bueno, no me importa lo que parece y no me importa su pedigrí tampoco. No estoy buscando un compañero, y si lo fuera, ciertamente no sería de esta manera.
Sin embargo, a pesar de todo eso, y a pesar de su falta de voluntad para ser parte de algún acuerdo anticuado que había sobrevivido a su fecha de caducidad por lo que a ella se refería, sabía que no podía alejarse de su obligación de su familia.
Honrar el pacto era importante para sus padres, lo que lo hacía para ella también.
Y había otra razón, una más egoísta por la que finalmente había admitido para venir. Cientos de miles de razones.
La cantidad de su fondo fiduciario, la que su padre había aceptado liberar más temprano. Ella tendría todo al final de la semana, después de que su handfast con Natsu Dragnell hubiera terminado. Sera necesitaba el dinero.
Por mucho que su padre la quisiera, sabía que no sería capaz de alejarse de lo que le había ofrecido. No cuando había mucho que podía hacer con ese tipo de regalo.
Eso no significaba que tuviera que gustarle. Tampoco significaba que tuviera que aceptar a Natsu Dragnell. De hecho, ella estaba decidida a evitarlo tanto como fuera posible durante la duración de su confinamiento junto. Si tenía suerte, tal vez ni siquiera necesitarían hablarse el uno al otro. Miserable con toda la idea, exhaló un lento suspiro de derrota. ― Es sólo por ocho noches, ¿verdad? Wendy asintió y sus ojos se agrandaron ante el sonido de pasos medidos y profundas voces en el pasillo. Poniendo un dedo en sus labios, Wen abrió la puerta y se asomó.
Informó a Lucy en un susurro. ― Natsu acaba de entrar en el salón con su padre y Romeo. No le podemos dejar esperando. ¡Tenemos que salir de aquí ahora mismo!
La burbuja de ansiedad contra la que Lucy había estado luchando de repente estallo en caliente pánico.
― ¿Tan pronto? Yo pensé que tendría unos cuantos minutos más.
― ¡Ahora, Lucy! ¡Vamos! ― Agarrándola por el brazo, Wendy abrió la puerta y la condujo fuera. A medida que avanzaban hacia el salón, Wendy se inclinó para susurrar al lado de la oreja de Lucy. ― Y tenía razón, por cierto. Está más allá de guapo.

Al Filo de la Media Noche {adaptación} NaLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora