1.- Algo nuevo

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Y ahí estaba sola, en donde sería mi nuevo salón.

Había entrado a la secundaria y deje a todo lo que un día me parecía lo único que tenía.

Me era difícil el cambio pero me acostumbraría.

Sentía raras las butacas, los nervios haciendo de las suyas otra vez.

Mis compañeros iban llegando en diferentes intervalos de tiempo, al parecer todos tienen formados sus grupos, y yo... yo veía todo desde atrás.

Hacía mucho frío así que todos llevaban abrigos, bufandas y algunos hasta mantas para calentarse.

Al poco rato entro nuestro primer maestro, de Matemáticas, vaya forma de empezar.

Varios chicos de mi lado secreteaban que ese maestro era muy exigente, que era muy difícil aprobar su materia y que hacia exámenes continuos.

Cuando entro se hizo un silencio incómodo y un tanto extraño.

Acomodo sus cosas en la mesa y se sentó.

-Hola, yo soy el maestro Sergio, su maestro de matemáticas durante este ciclo escolar y comenzare explicando cómo serán las reglas por aquí-

Empezó a escribir algo en la pizarra que quizá hubiese acabado si no fuera porque alguien llamo a la puerta.

Era un chico de mi estatura con cabello rizado oscuro y pecas.

Todos volteamos a verlo.

-Perdón por la tardanza, ¿Puedo pasar?- dijo con una voz segura-

El maestro sin decir palabra alguna fue a la puerta y la cerro dejando al chico fuera.

Que injusto, ni si quiera le había dado oportunidad de explicarle porque su retardo.

Nos dijo las reglas de la escuela y su forma de evaluar.

La escuela estaba a 10 minutos de mi casa y también ahí habían estado mis padres así que les gustó la idea de que quedara en ella.

Sonó la campana para salir al receso, yo espere a que todos salieran para irme.

Estaba buscando un lugar donde poder comer tranquila y decidí sentarme en la escalera al lado de los salones, era un sitio bastante acogedor.

No teníamos uniforme así que yo llevaba un suéter gris con unos Jeans oscuros y unos vans negros.

Me senté en el suelo y saque mi almuerzo, miraba al rededor para ir reconociendo el lugar donde estaría casi todas las mañanas.
Seguía almorzando con un poco curiosidad.

Me congelaba del frío que hacía.

Luego de unos minutos vi que un chico alto y con cabello rizado apareció de la nada subiendo por las escaleras, se veía tímido, y cuanto más se acercaba a mí disminuía su paso hasta quedar en frente por completo. Era el mismo chico que llego tarde al salón, me preguntaba porque vendría conmigo.

Tenía puesto un suéter rojo grueso, pantalones grises y unos converse blancos.

-Hola, mi nombre es Finn y... me preguntaba si... me podría sentar contigo, no tengo con quien juntarme-

Me sentí aliviada, después de todo no estaría sola. Aunque no estaba mal la soledad.

Señale al lado de donde me encontraba y asentí.

Él se sentó y saco su comida, era un chocolate blanco en barra junto con un pan de azucar.

-y ¿Cómo te llamas?- preguntó mirándome con suma atención y dandole un mordisco a su pan

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