El bolígrafo se reía de mi, el papel era indiferente y mis ideas incontrolables, el momento estaba en mi contra. En el instante, tan solo pensaba más allá de las letras, y escuchaba más adentro de mi obscuro egoísmo, el eco de la voz del reloj cucú al decirme...
Los engranes, y cabos están sueltos, el segundero no avanza, y el pequeño jilguero ha muerto.
La puerta del enorme reloj crujía con cada palabra, Los maderos se astillaban con cada coma, se quejaban en cada acento y descansaban en cada punto... no era un viejo reloj, tan solo su mal uso lo llevo hasta la descompostura, esa frase repetirse una y otra vez...me llevo al borde de la imprudencia, no la entendía...
Los engranes, y cabos están sueltos, el segundero no avanza, y el pequeño jilguero ha muerto.
era frustrante escuchar el tic tac solo en mi recuerdos... no quería el pasado en mi presente, y la hora tan solo estaba mal... cuando pensaba que mis recuerdos eran lo peor, ahí estaba de nuevo esa frase...
Los engranes, y cabos están sueltos, el segundero no avanza, y el pequeño jilguero ha muerto...
Mientras el día transcurría, yo seguía en el mismo sitio, congelado en el tiempo... mi espacio era infinito y mi locura inevitable. Ver volar el sol, pero no el tiempo y mucho menos al pequeño jilguero...me deprimía cada vez más. Seguía sin entender la temática del mundo, y el por qué ese hinchado reloj de madera repetía una y otra vez las misma frase...
Los engranes, y cabos están sueltos, el segundero no avanza, y el pequeño jilguero ha muerto...
Me harté que las voces del ayer tomasen el lugar de la mía...
Me harté de ver que ese enorme reloj no diera la hora...
Y la aburrida quietud extrañaba, el dulce canto del jilguero para acompañarla a dueto.
Y con el no tiempo, la tinta de mi bolígrafo se había secado, mi indiferente papel se volvió amarillento y mis ideas marchitas estaban... y ni así y de ninguna forma me di cuenta que los engranes, y cabos estaban sueltos, el segundero no avanzaba, y el pequeño jilguero había muerto.
Atte. Axel