Capítulo 1: Mi nombre es Dan

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Iba camino de casa, mirando las oscuras calles de mi ciudad. Mi única compañera, la música. Se oían sirenas de policía dos calles más allá. Mi barrio no era el mejor de la ciudad. Me hubiera gustado estar en uno residencial, pero uno no elige dónde nace. Ni la familia que tiene. En mi caso, hubiese preferido una familia mejor a abandonar mi pequeña pero acogedora casa.

Mi padre nos abandonó a mi madre y a mí cuando apenas tenía 3 años. Solo recuerdo de él su asqueroso olor a whisky barato y sudor. Un día, sin más, cogió la puerta y se largó. Sin más. Jamás dio una explicación. Jamás volvimos a saber de él. Únicamente nos enteramos de su muerte por el tío Klay. Como podéis imaginar, ni mamá ni yo fuimos a su funeral. Ese es el principal motivo por el que nadie de mi familia paterna quiere saber nada de mí. Aunque tampoco es que lo hicieran desde que el cabrón de Dan se fuera. Sí, me llamo como él.

Mamá es distinta a él. Son dos polos opuestos. Claramente, era mucha mujer para él. Cuida hasta el último detalle de todas las cosas. Sin embargo, jamás ha tenido suerte con ningún hombre. Ahora está con un desgraciado que tiene por nombre Bill. Creo que mi madre sufre malos tratos por su parte, pero si eres mujer y negra, aquí no tienes nada que hacer.

Llegué a casa y no tenía ganas de nada. Me duché y saqué a pasear a Rudy. No podéis imaginar la compañía que hace un perro cuando tu madre trabaja casi todo el día y el inútil de tu padrastro pasa las horas en una taberna derrochando su pensión de prejubilado. Paseando a Rudy vi pasar el coche de mamá. Aún me quedaba un buen trecho para llegar a casa, pero ver que llegaba pronto me alegró. Rudy y yo aceleramos el paso y llegamos a casa. Mamá acababa de salir de la ducha y se iba a poner el pijama de rombos, su favorito.

Le preparé algo rápido de cenar. No tenía ganas de cenar mucho, ya que estaba agotada. Cuando el gilipollas de Bill llegó, comenzó la tormenta:

- ¿Dónde está mi cena? - dijo, con voz autoritaria.

-La cena la ha preparado Dan, supongo que te habrá dejado en la nevera- dijo mamá mientras tiraba a la basura sus desechos.

Bill sacó su plato y lo tiró contra el suelo. No le quitaba los ojos de encima.

-Deja de mirarme y haz una cena decente. Esta mierda no se la come nadie. ¡Qué asco! – me gritó.

-No gastes tanto dinero en ese bar de mierda y compra comida decente- le dije, agotado de su papel en casa.

- ¿Quién te crees tú para hablarme así, enano de mierda? – y acto seguido, intentó propinarme un puñetazo.

Pude esquivar el puñetazo y le empujé contra la pared. Mi madre intentó frenarle, porque venía hacia mí. En su intento, mi madre fue empujada al suelo. Su frente golpeó con una silla y se abrió una ceja.

-Estoy harto de esta pocilga, me largo de aquí- dio un portazo y dejó a mi madre en el suelo, sangrando.

La recogí y la ayudé a incorporarse. No tolero la sangre, por lo que el esfuerzo fue importante para mí. Bill arrancó el motor de su coche mientras yo curaba a mamá. La brecha no era importante, por suerte.

A la mañana siguiente, desayunando antes de ir a clases, Bill me pidió disculpas a regañadientes. Las acepté, pero no se lo perdoné nunca. Era el principio del fin con él.

El día en clase fue poco productivo. Llegué a casa, volví a pasear a Rudy y cené. Mamá tenía turno de noche y Bill iba a llegar a las tantas de la madrugada. Antes de dar una vuelta con unos compañeros de clase, decidí jugar unas partidas a un videojuego de baloncesto. Mi sueño es jugar en la NBA. No tengo especial deferencia por ningún equipo, pero me encantaría estar en uno que hiciera historia. Estoy a punto de acabar el instituto y me quedan dos o tres años en la universidad para poder presentarme a las pruebas del draft. Sueño con poder participar.

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2017 ⏰

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