22. Te regalaría vestidos todos los días...

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Me desperté y Eric estaba todavía durmiendo, además profundamente.

Tenía ya hambre así que fui a la cocina a desayunar. Mi madre venía esta noche, por fin le vería, ya le echaba de menos, también Eric me había invitado a cenar mañana, la verdad es que nunca habíamos hecho algo tan formal y a la vez tan romántico. Después recordé para que había venido a la cocina, a desayunar. Cuando me ponía a pensar, no razonaba y se me iba el sentido.

Me acerqué al mueble para coger las madalenas, pero como soy tan patosa y esa vez no iba a ser menos, se me cayó todo encima:

- ¡Mierda!- Hablé para mí misma.

- No te preocupes, yo te ayudo a recogerlo- Vino Eric por detrás hasta posicionarse al lado mío.

Lo recogimos todo en un segundo y nos sentamos a desayunar:

- Buenos días Júlia.

- Buenos días Eric.

- Hoy te veo muy risueña, ¿A qué se debe?

- Primero, porque estás aquí conmigo- Me cogió la mano y me sonrió. - Y segundo porque mi madre vuelve de Francia por fin.

- Qué bien ¿No?

- En parte sí porque tengo ganas de verla, pero por otra parte no porque ya no te podrás quedar a dormir aquí.

- ¿Perdona?

- ¿Te atreves a quedarte a dormir estando mi madre?

- ¿De verdad me lo estás preguntando?- Lo pensé unos segundos. Era Eric, obviamente que se atrevía y que no le importaba en absoluto que estuviera mi madre.

- No, la respuesta es obvia- Reímos los dos.

- Me voy ya Júlia, tengo cosas que hacer.

- ¿Ya te vas? No...

- Debo irme- Se levantó de la silla y yo también lo hice. Le agarré del brazo y le acerqué a mi "¿Y esa fuerza? ¿De dónde la había sacado?"

- Vuelve pronto- Dije dándole un beso.

- Lo haré, te lo prometo- Me dio un abrazo de los suyos, de esos que siempre te dejan con ganas de más y se fue.

Al pasar una hora desde que Eric se fue el timbre de mi casa sonó. ¿Ya volvía? Qué pronto, la verdad.

- Buenos días, ¿Júlia?

- Em sí... Soy yo.

- Traigo un paquete para ti

- ¿Para mi?

- Sí, para ti. Firma aquí por favor- Firmé en el lugar indicado y cogí el paquete, la verdad es que no me lo esperaba para nada y no sabía tampoco de quien sería.

Al abrirlo, me quedé asombrada, era un vestido azul precioso. Lo cogí para verlo bien y cayó una nota:

"Cariño, me muero de ganas de verte con el vestido puesto, no puedo esperar a la cena especial de mañana. No es especial por el sitio a dónde vamos, si no que lo es porque tú estarás conmigo, nos vemos pronto, Eric"

No me esperaba tal detalle, la verdad es que el vestido era precioso. Dejé el atuendo bien estirado sobre la cama, me vestí, cogí mis cosas y me fui volando para su casa.

Caminé unos quince minutos hasta llegar a su casa. Piqué al timbre y enseguida me abrió:

- Vaya, sabía que vendrías, pero no tan pronto- Sólo pude sonreírle y me lancé a sus brazos, le besé como nunca antes había besado a nadie, intentado demostrar todo lo que sentía hacia él, por si no lo tenía claro.

- Te regalaría vestidos todos los días sólo para que me besaras de ese modo siempre.

- No necesitas vestidos, ni nada parecido para conseguir un beso mío, créeme.

Nos quedamos mirando, era raro, él y yo sentíamos una complicidad brutal con sólo una mirada. Lo éramos todo sin ser nada.

- Bueno, tengo cosas qué hacer, sólo venía a agradecerte el precioso detalle, me ha encantado.

- Sí claro... Lo llevas claro si te crees que te voy a dejar ir tan pronto.

- Debo irme.

- Pues no haber venido, ahora te quedas- Dijo guiñándome un ojo.

- Eres tonto.

- Siempre me llamas tonto, parece que te encante llamármelo.

- Es que lo eres, entonces... No se puede remediar- Le devolví yo ahora el guiño.

- ¿Qué quieres hacer?

- Em ni idea... Nunca te he visto cocinar ni he probado un dulce tuyo, amo los dulces... No se... Ya me entiendes.

- Vamos, ¿Que quieres un dulce casero hecho por el mejor cocinero que conoces verdad?

- No podría haberlo dicho mejor.

- Pues vamos a ello.

Me cogió de la mano y fuimos a su cocina:

- ¿Qué prefieres: galletas o madalenas de chocolate?

- Galletas, me gustan mucho las galletas.

- Pues marchando.

Él se giró para hacer la masa de las galletas y yo me senté justo detrás suyo:

- No me mires el culo Júlia, sé que es bonito, pero no se... Córtate un poco.

- No te estaba mirando el culo.

- Cariño, te veo por el reflejo de las baldosas de la pared.

- No te estaba mirando el culo, listillo.

- Ya, ya, claro...

Siguió cocinando las galletas, acabó la masa, y las metió en el horno. Se sentó delante de mi, frotó sus manos dos veces y pasó su mano por el pelo pero sin pronunciar palabra. Vale, sabía en que estaba pensando, reflexionando:

- Estás pensando en tus sentimientos, lo que sientes, ¿Qué te pasa?

- ¿Cómo lo sabes?- Imité los gestos que había hecho y le recordé la conversación que tuvimos él y yo anteriormente.

- Ah... Sí, pero bueno... No es nada.

- ¿Hay una chica?- Él rió muy fuerte.

- Dime que no has hecho esa pregunta.

- La he hecho- Afirmé seria.

- Júlia, tú eres la chica, so tonta.

- ¿Estabas pensando en mí?

- Se me van a quemar las galletas- Dijo intentando cambiar de tema, en realidad las acababa de poner prácticamente en el horno, imposible que se le fueran a quemar.

Me acerqué a él y le volví a preguntar lo mismo:

- ¿Estabas pensando en mí?- Susurré en su oído. Así seguro que me decía la verdad. Él sólo asintió.

- ¿Y qué pensabas de mí?- Me agarró fuerte como si con eso, pudiera aliviar un poco el subidón que sentía.

- No te lo diré- Me dijo.

- Venga- Le di un beso cerca de la oreja. - Dímelo- Otro también muy cerca.

- Está bien- Dijo. Volví a mi sitio y me senté de nuevo.

- Pues estaba pensando simplemente en mañana.

- Quiero que llegue ya, tengo muchas ganas de cenar contigo.

En realidad, tenía un buen presentimiento. Esa cena iba a ser algo más que simplemente una cena.

Continuará...

Comentad y votad <3 Gracias por leerla. El próximo capítulo va a ser de lo más. Por fin llega algo muy esperado (al menos por mi).

Vete, pero quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora