05. Gaia.

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Sonó el despertador, a las 6:00 am, lo apago con un trancazo en el botón rojo, que se encontraba arriba del aparato, ya mencionado.

Me quedé unos minutos recostado en mi cama, viendo el techo de mi habitación, para después desviar la mirada, hacia el marco de la ventana: las cortinas estaban entreabiertas, así que sé podía ver el exterior. Esté se encontraba oscuro, como siempre, en esta ciudad de mierda, eso pensé.

Suspiré cansado, decidiendo al fin levantarme, para hacer mi rutina diaria, así que caminé rumbo al lavabo, abriendo la llave del agua caliente, dejándola que corriera; el vapor inundó el cuarto de baño.

Me recargue en el lavabo, colocando en cada extremo una mano, en la pieza de cerámica.

Agaché mi cabeza, para refreccionar un poco y de nuevo vinieron a mi, pequeños fragmentos de aquellos recuerdos.

Mi tío, es un alcohólico, que se intoxica, con jugó de toxivan, aquella sustancia, sacaba lo peor de él. Ya no se cuentas veces van, que mi tío, había perdido el control, la peor parte, era que yo, soy el protagonista de sus terribles desplantes, cambios de humor. pero lo que aún sí, recuerdo claramente, es ésa sensación de ardor y un insoportable dolor en mi piel, de aquellos golpes, que se negaban a irse de mi ser; reviviendo aquella escena en mi mente.

Parecía una tranquila tarde para la mayoría; Pero claro, yo era la excepción.

Y como siempre estaba oscuro en la maravillosa City Center: era por qué estaba protegida, por un domo blindado, con una "extra capa de ozono" , que nos protegía de los molestos rayos uv; que eran causados, por nuestros dos astros reyes.

Según los líderes, estamos en esta jaula, para nuestra protección de ataques de enemigos o de los efectos del mundo exterior. Aún hoy, en día me sigue molestando, el hecho de no poder ver un amanecer normal.

Y dentro de la casa de mi tío. Se escuchaban fuertes ruidos de gritos demandantes, de un hombre de 29 años, algo robusto, acompañados, por sollozos y suplicas, de un yo, más joven, que balbucea va, para que se detuviera...caían las lágrimas como cascadas con cada azote, de aquél hombre que se hacía llamar mi tío.

El recuerdo del hombre intoxicado, que culpaba al pequeñito niño de 6 años, por haber causado la muerte de su hermana al darle a luz. Según ésa era la causa de los fuertes azotes que me daba; él decía que ése era mi pecado.

Que no debería, a ver nacido y que siempre que veía mí cara le recordaba, al asqueroso hombre que fue mi padre. Aquel hombre, que le había apartado a su hermana de su lado: esas fueron sus escusas.

—¡¡¡Eres el fruto asqueroso de aquél desgraciado hombre!!! —Ésas palabras resonaron, en el interior de un yo mas joven.

Suspiré cansado, y al fin coloque un poco de jabón en mis manos, comenzando a frotar todo mi rostro, para después enjuagarlo, con el agua tibia: aliviando un poco mis penas. Para después coger una toalla cercana secando mi cara con ella.

Y me dí cuenta de que el espejo, se había empañado con el vapor, pasé la palma de mi mano en el cristal y al fin pude ver mi propio reflejo. Que todavía aún, no me acostumbro al verlo: ya que cuando me veo en el, no puedo reconocerme.

Pelo semi platiado con unos toques de lavanda. Con unos ojos de colores inusual: púrpura arriba color miel abajo y en el centro un rubí intenso. Un par de orejas puntiagudas como de animal del mismo color de mi cabello, excepto las puntas que eran de color negro que salen de mi cabeza. Con unos colmillos, como de perro o lobo, unas garras, para hacer juego; y ya para terminar, dotado con una fuerza sobre humana.

Urns No Sono Kami (Escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora