1.-Yosaku y el pajaro

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Hace muchos años, en Japón, había un joven muy pobre que vivía en una casita en medio de un gran bosque. Se llamaba Yosaku y se ganaba la vida recogiendo leña de la montaña para después venderla en la ciudad.
Un día que nevaba y hacía mucho frío, Yosaku salió como siempre de su casa para vender la leña en el mercado. Con lo que le dieron por la leña, se compró la comida para aquel día. De regreso a casa, oyó unos sonidos muy extraños. Al acercarse, descubrió un pájaro que estaba prisionero en una trampa.
- Pobre pájaro - pensó. Voy a ayudarlo a librarse de la trampa. Está sufriendo mucho.
Lo liberó de la trampa y el pájaro alzó el vuelo con gran alegría. Yosaku sonrió satisfecho y siguió su camino hacia casa. Había empezado a nevar y hacía mucho frío.
Una vez en casa y mientras encendía la chimenea, llamaron a la puerta. Yosaku no tenía ni idea de quién podía ser.
¡Qué sorpresa! Cuando abrió la puerta vio una joven preciosa, que estaba tiritando de frío. Yosaku le dijo:
- Pasa y caliéntate.
La joven explicó a Yokaku que se dirigía a visitar a un familiar que vivía cerca de allí.
- Ya es de noche- dijo Yosaku mientras miraba por la ventana.
- Sí - contestó la joven. - ¿Dejarías que me quedara a dormir esta noche aquí? - preguntó
- Me gustaría, de veras, Pero soy pobre y no tengo cama ni nada para comer.
- No me hace falta. -contestó la joven
- Entonces, puedes quedarte. - dijo Yosaku
Durante la noche, la joven hizo todas las faenas de la casa. Cuando Yosaku se despertó la mañana siguiente se puso muy contento al ver todo tan limpio.
Continuó nevando sin parar un día tras otro y la joven le preguntó: - ¿Puedo quedarme hasta que deje de nevar?
- Por supuesto que sí - contestó Yosaku
Pasaban los días y no paraba de nevar. Yosaku y la joven se hicieron muy amigos y poco a poco se fueron enamorando. Un día ella le preguntó:
- ¿Quieres casarte conmigo? Así siempre estaremos juntos
- Sí - contestó Yosaku. - ¡Acepto!
- A partir de ahora me puedes llamar Otsuru- dijo la joven
Después de casarse, Otsuru trabajaba y ayudaba mucho a su marido. Yosaku estaba muy feliz.
Un día, cuando Yosaku iba a salir a vender la leña, Otsuru le pidió que le comprara hilos de seda de colores. Iba a tejer. Mientras su marido iba al mercado a vender la leña y le compraba los hilos, Otsuru se quedó en casa preparando el telar para tejer. Cuando Yosaku, Otsuru se encerró en una habitación y le pidió que no entrara mientras ella trabajaba.
Otsuru pasó tres días tejiendo sin salir de la habitación y no comía ni dormía. Cuando acabó de tejer salió de la habitación e inmediatamente le enseñó a Yosaku el tejido que había hecho. Yosaku quedó maravillado. Era un tejido fino y delicado que combinaba colores y tonalidades de una manera increíble. Parecía imposible que unas manos fuesen capaces de crear un tejido de esa belleza.
- ¡Qué tejido tan bonito! ¡Es una maravilla! - exclamó Yosaku
- Podrías venderlo en la ciudad y sacarías mucho dinero- le dijo Otsuru
Yosaku fue a la ciudad ofreciendo a los señores ricos el precioso tejido. El rey, que paseaba por el mercado, vio el tejido y lo quiso comprar. Le ofreció mucho dinero a Yosaku, que volvió a casa muy contento y le dio las gracias a su esposa. Le dijo que el rey quería más tejido de aquél.
- No te preocupes- dijo Otsuru,- Ahora mismo me pongo a tejer más.
Esta vez también tardó cuatro días en tejer y estuvo sin comer ni dormir. Estaba muy débil cuando salió de la habitación.
Ella le dijo:
- Ya lo he acabado pero es la última vez que lo hago
- sí, sí - dijo Yosaku. No quiero que enfermes de tanto trabajar.
Yosaku llevó el tejido al rey quién le pagó muy bien. Cuando el rey miró la pieza dijo:
- Necesitaré más para el kimono de la princesa
Yosaku le explicó que era la última pieza que vendía, que era imposible que se hiciera más. Pero el rey amenazó con degollarlo si no le vendía más tejido. Así que Yosaku tuvo que ceder a la fuerza.
Cuando llegó a casa, Yosaku le explicó lo que había ocurrido a Otsuru y le pidió que por favor tejiera una vez más otra pieza. Otsuru aceptó el encargo y se metió en la habitación a tejer como las otras veces. Pero pasaron los días y Otsuru no salía de la habitación. Yosaku estaba muy preocupado por Otsuru, que estaba débil y delgada pero trabajaba sin parar. Como no podía entrar en la habitación, cada día se inquietaba más. Pero un día Yosaku no pudo resistirlo y decidió entrar en la habitación para ver como estaba su esposa. Y entonces vio una cosa sorprendente: un precioso pájaro que tejía con sus propias alas. El pájaro se giró y al ver a Yosaku empezó a cambiar de forma y se transformó en Otsuru. Yosaku no podía creer lo que veían sus ojos.
- ¡Has descubierto mi secreto! - exclamó. - Yo soy el pájaro que un día ayudaste a librarse de la trampa.....- dijo entre sollozos
Yosaku se había quedado sin habla
- Pero ahora que has descubierto mi secreto, me tendré que ir - dijo. Y cuando había acabado de decirlo, Otsuru se transformó otra vez en el pájaro y salió volando por la ventana.
Yosaku empezó entonces a gritar llorando:
- Espera, vuelve por favor, vuelve!!!!!!
Pero el pájaro ya había alzado el vuelo y se alejaba emitiendo sonidos tristes.

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