YO Y EL NIÑO DEL PAQUE

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Hay días en que uno no quisiera levantarse y ese es justamente hoy 12 de octubre, el que me trae tantos malos recuerdos que ni siquiera me animo a poner un pie bajo la cama. Ojala el calendario no lo tuviese y pasáramos esa fecha de largo, pero mi entorno se encarga de sacarme de estos pensamientos y de un grito escucho a la señora Nena decirme que me levante, ya tiene que hacer mi pieza...¡¡¡Arriba, arriba Andrea!!!!! Vamos saliendo de la pieza que hoy se cambian sábanas y echaremos un poco de cera.

Con mi mal humor a cuesta me levanto y la vista se me va al calendario y descubro nuevamente el enojo que tengo. Son los recuerdos que me traen esta fecha y es la historia de tantos pero para mí es mi historia, mi verdad, mi dolor; después de largos tres años de tener una relación con Felipe y todo quedó en nada. Mis lamentos son tan evidentes que paso del llanto a la risa y no sé cómo controlar esta sensación.

Ya en la cocina, la señora Nena como buena nana me regalonea con un vaso de jugo y unas tostadas, gesto que me gusta mucho.

Ciento que esta situación se me escapa de las manos- me supera- y lamentablemente me está perjudicando en mi último año escolar. Mi mamá me pregunta y me pregunta como ando, y yo le tengo que mentir un poco al menos; ¿cómo vas en el colegio? ¿Cómo estamos en biología? ¿Por qué no estudias con alguna compañera? En fin tantas preguntas entre que me levanto, el desayuno e irme al colegio.

Tengo que engañar a mis padres una vez al día, por lo menos, de lo contrario su curiosidad me habría asfixiado y como están empeñados en saberlo todo sobre mi, me marean con tanta pregunta.

Tengo la seguridad que no me molestarían tanto, si tuviera superado el que Felipe mi amigo de la infancia y pololo de la media no me hubiese dejado por la matea del curso que fuera de tener puros siete no tiene ningún otro encanto.

Ángela mi compañera de banco, sabe y me dice que el año tiene 365 días, y el 12 es solo uno y no lo transforme en un día de tristeza.

Ya en el colegio, la Ángela y Cecilia hablan del examen de castellano que nos espera. Yo como no quiero pensar en Felipe me dedico a mirar a mis demás compañeros. Tuvimos que hacer un resumen de un libro que se trataba de una chica gorda que se daba cuenta de cosas que pasaban desapercibidas para los demás. Y por eso decía a menudo cosas que ninguna otra persona habría dicho, ya que eran cosas demasiado tiernas o muy sinceras y francas. Todos las tildaban de una chica loca, pero a ella le daba lo mismo.

Me encanto, me habría gustado ser como ella...pero ni por más que miro a mi alrededor no veo nada extraño; observo a mis compañeros calentando materias, otros comiendo alguna colación, otros conversando, en fin mi imaginación hoy día no da para más.

El día estaba soleado, así que después de clases me quede paseado por el parque porque no me apetecía ir a casa y estar con mis padres. La Ángela me acompaño un rato y nos entretuvimos mirando a los niños subir y bajar de un tobogán, la Ceci se fue a casa ya que vive con su abuela y la casa gira en torno a ella, ya sea en horarios de comida, los remedios y las personas que llegan a ella.

Mientras camino por el parque me percato que hay un niño jugando solo tratando de jugar con unos niños que estaban junto a él, pero aquellos niño no lo aceptaron y se fueron a jugar a otra parte del parque, sentí que ese niño necesitaba hablar con alguien que de verdad sintiera lo mismo que él, me acerco a él y me queda mirando como un bicho raro ya que nunca nos habíamos visto, le pregunté si podía jugar con él, pero permaneció callado por un rato, me senté junto a él y empecé hablando de que había visto lo que había pasado con esos niños, me miró y se puso a llorar, me dice que siempre que va al parque le hacen lo mismo y que no sabe porque le hacen eso ni tampoco sabe como poder caerles bien para poder jugar juntos.

Le cuento que a mí me pasó algo parecido cuando era chica, que casi nadie de mi curso quería jugar conmigo pero no dejé que me influyera ya que ellas se creían las populares del curso. Un día cuando llegue al colegio, me dejaron jugar con ellas pero solo era un plan para dejarme en vergüenza con el resto del colegio, así que decidí que nunca más trataría de jugar con ellas por que eran malas personas, el niño me miró, se secó las lagrimas y me preguntó ¿Por qué tienes esa cara? Que cara le pregunto y me dice de pena.

Empiezo contándole que hace mucho tiempo tenía un amigo que después de un tiempo empezamos hacer pololos y luego de 3 años de relación él quiso terminar, no sé por qué tomó esa decisión si estábamos bien, lo único que hablamos sobre el termino de la relación, fue que un día se dio cuenta que no me quería, que la relación se había vuelto una rutina y bla bla bla, pero al final de todo me enteré que él ya estaba en una relación con una compañera de curso.

El niño me quedo mirando y con una madurez que no sé de donde viene me dice que las cosas pasan por algo, que Felipe mi ex no era bueno para mí y que tenía que seguir adelante ya que eso no era para volverse loca pensando de que la culpa era mía.

Con el niño hicimos un trato, el buscaría nuevos amigos que de verdad quisieran ser amigos de él y yo superaría el termino de mi relación con Felipe.

Luego de un rato me tuve que ir a mi casa, y reflexionando sobre lo conversado con aquel niño, me di cuenta de que él había sido mucho mejor que yo escuchando, y que me ayudó a superar gran parte de mi pena.

YO Y EL NIÑO DEL PARQUEWhere stories live. Discover now