Aniversario. FANFIC DE LOS JUEGOS DEL HAMBRE.

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FANFIC THG

Aniversario.

Camino por el corredor de mi casa, nueva, por cierto. Estoy esperando a Peeta, quien está en la panadería que abrió hace unos meses. Tiene a unos cuantos empleados a su disposición, pero el decora los pasteles, en especial los de color naranja. Hoy cumplimos un año desde nuestro casamiento. Nuestra boda, hasta ahora es lo mejor que me ha pasado, aparte de mi hermana, Prim, aunque sigo pasándola triste por su muerte, pero creo que progreso poco a poco.

En realidad la boda no fue mucho, nos casamos “de verdad” unos meses después de reconciliarnos, por lo cual ambos aun seguíamos con algunos shocks. A veces teníamos nuestras bajadas, pero al parecer el poder de las moras no fue suficiente. Nuestro amor fue la razon de nuestra victoria. Peeta decoró el pastel, color naranja, como el amanecer; mi madre preparó algunos platillos; Haymitch se encargó de la bebida, vinieron algunos conocidos; Delly insistió en ser la dama de honor, junto con Johanna, a la cual, prácticamente le tuvimos que rogar, pero al final ella acepto, al final, creo que si somos amigas. Annie desgraciadamente no pudo venir, ya no hay nadie que pueda calmarla cuando entra en algún shock, por lo tanto tienen que sedarla; desde que Finnick ya no está, para ella la vida es silencio y obscuridad, solo puede ver a Finnick cuando la sedan, o al menos eso dice; la muerte de Finnick aun me da vueltas la cabeza, pero Peeta me ha ayudado a superarlo, me dice que frote su perla que me dio en aquel Vasallaje, y el estará conmigo. Si funciona, incluso con las pesadillas. La fiesta de la boda tampoco fue mucho, varios se fueron antes de media noche, excepto Haymitch, y mi madre, que se ofreció a limpiar el poco desorden que hicieron, más bien,  que hizo Johanna, con algunas bromas que la caracterizan.

Cuando me doy cuenta estoy tomando la foto de nuestra boda, estoy llorando, lo cual me parece extraño, porque esto no suele suceder, pero me doy unos minutos. A pesar de que se que Peeta no tardara mucho en llegar y no quiero que me vea así, quiero desahogarme, prefiero llorar ahora, que en el lugar donde me lleve Peeta. A noche me dijo que hoy iríamos a un lugar especial, para pasar nuestro primer aniversario.

Creo que han pasado al menos dos minutos cuando suena la puerta.Voy corriendo mientras me limpio las lágrimas y me arreglo muy rápido mi trenza, al igual que mi pantalón y la chaqueta de mi padre, que decidí ponérmela hoy por ser un día “bonito”. Cuando abro la puerta veo a Peeta. Tiene una gran sonrisa, junto con un pantalón lleno de harina. Su cabello rubio resalta con el naranja del atardecer, tal vez por eso le guste el naranja; luego me toma la mano, y sin decir más, de una manera totalmente agresiva, me tapa los ojos.

Oigo mi respiración correr a mil por hora, a mi mente viene aquel horrible recuerdo cuando por fin lo rescataron del Capitolio, y que al igual que hoy, me recibió con una sonrisa y después intento matarme. Imagino que tal vez tiene un shock, aunque tiene al menos un par de meses de que no le suceden, de que no le sucedían, o al menos no lo hacía en frente de mí. Doy un gran suspiro cuando oigo su risa

 -¿Te asuste?- Por un momento quiero gritarle que me ha dado un gran susto, pero es nuestro aniversario, y me he prometido no cometer algún error como suelo hacerlo, así que me limito a decir –No, pero procura no llegar a mí de esta manera- lo acompaño con una risita.

-¿A dónde vamos Peeta?- Pregunto, creo que he sonado como una niña chiquita.

-A tu lugar, a nuestro lugar, al lugar especial, al lugar donde celebraremos nuestro primer aniversario- dice él. Ese es Peeta, sus palabras dulces siempre alegrando mi vida. Gracias a el cada día aseguro que en verdad, lo que necesitaba o más bien, lo que necesito, es el diente de león de Peeta, sus palabras dulces, y su mensaje de amor, no rencor, determinación, no destrucción. –Pues llévame ahí- digo sin más.

Este olor es único, este sonido es tranquilizante, yo sé donde estamos, estamos en la Pradera. Peeta quita la venda de mis ojos, y lo primero que veo es su sonrisa. Creo que mi cara demuestra que estoy atónita, porque Peeta me dice, para romper el silencio, –Feliz aniversario Katniss, eres lo mejor que tengo, jamás te dejare sola- Sola. Esa palabra me aterra. Me aterra volver a aquellos días donde me escondía por horas y tenían que buscarme y sacarme de mis escondites que a diario cambiaba. Tengo miedo de no poder ver a Peeta de nuevo, porque yo lo protejo, porque él es mi todo, porque él es mi esposo. No tengo ni la menor idea de que puedo decir. Y digo lo primero que sale de mi boca, que sale de mi corazón. –Sabes que no viviría sin ti, lo supe desde aquel momento en la cueva, la manera en que me mirabas, en que los dos sufríamos pero nuestro amor era suficiente, aquel momento en que decidimos estar juntos por siempre, te amo.- contesto y Peeta se queda sorprendido, supongo que no se esperaba que le dijera algo como eso, yo no soy así, pero tenía que decirlo, porque es lo que siento por él, porque lo que siento por él es real. –Te amo también- Responde con una lágrima en el ojo, no quiero mirarlo directamente, no quiero soltarme a llorar como una niña pequeña, menos en este día, así que me siento en el pasto y  el sigue esta acción.

Ambos nos miramos durante mucho tiempo, su sonrisa se clava en mis ojos y en sus ojos puedo ver mis ojos. Lo veo a él, con su amor que lleva consigo mismo, con la libertad que viene de la luz que nació con el puesta. El rompe el silencio con una petición que no me esperaba

–Katniss, quiero ver tus heridas- Mis heridas de la batalla. Antes en el Capitolio me hacían ver muy hermosa para las cámaras, y para el presidente Snow. No me gustaba para nada, pero era parte de aquella tortura. Desde la última batalla con el Capitolio, mi cuerpo quedo muy herido, me daba vergüenza mostrar mi cuerpo desde ese día, ni siquiera a Peeta se lo podía mostrar, así que no se qué contestar a esta petición. Después piense que era mi esposo, que después de todo deberíamos tener más confianza, supongo. Me cuesta mucho acceder. Mis heridas de la espalda son muy traumantes, mi piel se daño al 100%, por los líquidos raros que me ponían en el Capitolio, junto con la tortura, con el fuego. Salgo de mi ensimismamiento cuando me doy cuenta que me está mirando, y sin decir nada más, me quito la blusa y dejo que el vea mis heridas.

No quiero ver su cara, no tengo ni la menor idea de que puede estar pasando por su mente. Solo me volteo y dejo que él las vea, cierro con mucha fuerza mis ojos, y pasa algo que increíble. Peeta recorre con sus dedos el contorno de mis cicatrices, sus manos están muy suaves a pesar de todo lo que hace en la panadería y por un momento esto me llena de paz, pero me duele, me duele saber que Peeta está viendo mis heridas, de verdad, son horribles. Después vuelve a hacer algo que es tan inesperado, que ni siquiera creería que sería capaz de eso, ni siquiera yo misma… Empieza a besar con ternura el contorno de mis cicatrices, susurrando  “Esto es real, tus heridas son reales, pero yo estoy aquí para ti, para sanar tus heridas internas y externas” “No importa como luzcas, yo te amo como eres”. No evito llorar, esto supera todo lo que yo pude imaginarme de este día, me supera. Después de unos minutos, para. Volteo y noto que el también llora, y el nota que yo lloro también, entonces nos abrazamos, y sin querer, sin imaginarme, le digo –Peeta, quiero ver tus heridas también- El casi sin negarse, lo hace, sin objeciones, sin gestos. El me tiene más confianza de la que yo pensaba. Veo sus heridas, no son igual que las mías, no son igual de espantosas, pero sus cicatrices no son bonitas. Hago lo mismo que el hizo conmigo, paso mi dedo por el contorno de sus cicatrices. No puedo evitar llorar, no paro de imaginarme todo lo que Snow le pudo haber hecho para sacarle información del 13 que él no sabía, no imagino lo que debió sentir, no sé qué pensó, no sé si pensó “Ella me abandono”,  pero no lo quiero sentir, ni saber, ni imaginar, ni pensar; quiero sanar sus heridas, quiero ser alguien importante en su vida, aunque supongo, que ya lo soy. Cuando termino de besar sus heridas, el tarda un par de segundos en reaccionar, en voltear. Noto que sus ojos están llenos de lagrimas, pero no saca ninguna, se las guarda, pasa un poco de saliva y me dice –Gracias por estar conmigo, por protegerme, por no dejarme solo en el abismo, de nuevo, feliz aniversario, quiero pasar una eternidad contigo, quiero envejecer contigo, Te amo Katniss… Eres lo más real que pudo sucederle a mi vida.­- dice mientras me abraza y juntos lloramos… Bajo un sauce.

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⏰ Última actualización: May 15, 2014 ⏰

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