Boda a bordo.

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S I E T E.

—¡Mi bebé!—chilló, mamá.

Ella traía puesta una bata larga y sus manos estaban blancas. Lo más probable es que sean por la harina.

—Mamá—torcí los ojos, mientras ella apretaba mis mejillas—. Duele.

Su mirada se veía bien, se veía alegre. Amo a mamá.

—Deja de quejarte de mi amor y entra, mi bebé—siguió caminando a paso rapido, dejandome ver su espalda mojada por el calor.

Me mantuve en silencio porque aunque le suplicara a mamá que no me tratara como un bebé, jamás lo dejará de hacer.

—¿Qué has sabido de Nestor?

Tomé aire. No debo decirle lo del embarazo, cierto es que eso no me incumbe. Así que, solo me encogí de hombros.

—¿Cuándo te darán vacaciones, bebé?—volvió a preguntar dejando intacta su sonrisa.

—Aún no lo sé, ¿por?—abrí la nevera y saqué la jarra de jugo de zapote.

—Vendrán tus primos y tías. Quiero que tú y Nestor estén aquí.

—¿Qué?, No—respondí de inmediato—. No quiero estar aquí con tus hermanas y tus sobrinos-arrugué la nariz.

—Ellos crecieron como tú, se divertirán-me guiñó el ojo, cómplice.

Mi madre cada año que pasa se vuelve más loca.

—Mamá, tengo veintisiete años. ¿Recuerdas?

—Aguafiestas—sacó su lengua—. Yo no te pregunté si podrás quedarte, es una orden Jean Francisco.

—¡Mamá! Mi nombre no es Francisco—me quejé. Nunca olvidará ese nombre.

¡Zeus, ayúdame por favor!

—Que lo hayas cambiado no significa que no te llames así porque para mi siempre serás Francisco.

Dejó la masa en la nevera y se dirigió a su cuarto.

—¿A donde vas?—pregunté yendo tras ella.

—Me cambiaré porque iremos al supermercado—cerró la puerta antes que yo pudiese entrar.

—¿Iremos?—grité.

—Sí. Soy tu madre y es una orden—abrió la puerta y me señaló con su dedo índice.

¡Ni modo! Tendré que acompañarla.

Debe estar así por la menopausia.

Me senté en el sofá a esperar que mi querida madre salga de su habitación. La casa estaba en completo orden como normalmente lo estaba. Y se preguntarán cómo haremos para dormir toda la familia.. En esta casa hay cuatro habitaciónes y aquí en la sala dos sofás y se imaginarán donde dormiremos Nestor y yo. Oh, sí en el sofá.

—Levantate, Francisco—pasó a mi lado y jaló mi oreja suave.

Apagué el televisor y me levanté para seguirla. Iremos en mi motocicleta pero mi madre no dice nada. ¡Por primera vez!

Al llegar, sus cabellos estaban alborotados asi que, me tocó peinarlos.

—¿Quieres que te prepare arroz de coco?

—Te amo, eres la mejor—besé sus mejillas hasta dejarlas húmedas.

—Quita tus babas y de tus mujeres—mencionó limpiandose con las cejas arqueadas.

—Tú eres mi única mujer—coloqué mi brazo sobre su hombro y no dijo nada más.

Al entrar nos encontramos con el guardia y este saluda a mi madre. Creo que lo único que me molesta de salir con mamá es que se encuentra con todos y saluda a todos. Mi madre recogió varios cocos y lo necesario para hacer el almuerzo. Nos habíamos encontrado con dos vecinos más mientras recorriamos el supermercado. Creí que este par sería el último hasta que mamá se encontró con una señora y una jovencita de aproximadamente veinte años que de hecho me esta acosando con su mirada. Y algo me dice que ella no es buena. No tiene vibras buenas. ¿me entienden? Lo dudo.

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