El Portal

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Dieciochoavo Encuentro

Alec

Depende de ti.

¿Cuándo vas a dejar de mentirte y mentirle a los demás?

Las palabras de Magnus aun retumbaban en sus oídos. ¿No se da cuenta de que ésto lo estaba matando. Esta mentira que había sostenido por tanto tiempo. No sabía cómo manejarla. No estaba seguro de cómo manejar sus propios sentimientos. Alec se detuvo en medio del loft, observando como Magnus se alejaba y él no sabía qué hacer o decir. Dejó el apartamento después de un rato. Las últimas palabras de Magnus sonaban a un "no me importa" lo que Alec haga. Magnus definitivamente había terminado con él, así que se fue. Había un agudo dolor en su pecho mientras descendía las escaleras. ¿Cómo le iba a hacer para arreglar este embrollo?

Había tratado de llamar a Magnus un par de horas más tarde, sin respuesta. Esa noche se había terminado, por lo que se fue a la cama. Pensaba en Jace y los sentimientos que tenía por él, y pensaba en Magnus. Era muy confuso. Pensar en ambos al mismo tiempo no era nada bueno. En la mañana volvió a marcarle a Magnus, dejando un mensaje en la contestadora y pidiéndole que le devolviera la llamada. No lo hizo. Alec había sentido un impulso constante de dejarlo todo e ir directamente a Brooklyn y hablar con el brujo, pero la mirada en los ojos de Magnus, la noche anterior, lo detenía. "Fríos como el hielo"

Transcurrió el día y llegó la noche y aún no había señal de Magnus. Ningún mensaje, nada más que el silencio. En la noche, después de haber empacado para irse a Idris, le llamó nuevamente. El timbre sonó y sonó, como si no hubiese nadie al otro lado. Con un dolido suspiro, apagó su teléfono y se dispuso a dormir.

Tan pronto como despertó, checó el teléfono con la esperanza de que hubiese llamadas perdidas o algún mensaje. No había nada. Marcó otra vez. Escuchando pacientemente el timbre. Esperando oír la familiar voz de Magnus. Fue inútil. Obviamente Magnus le estaba evitando. Se preguntó si habría un punto dónde él tendría que aceptar que todo había acabado entre ellos. Pero él no quería eso. Quizás, se dijo, me dé otra oportunidad. No podía ser posible que ya no hubiese nada entre los dos. Pensando en la noche de su cumpleaños, Alec revivió el nerviosismo y el deseo. No era posible que eso fuese nada. ¿O sí? Alec sabía que no iba a ser capaz de soportarlo. Pero de igual modo, tal vez para Magnus no había sido nada. Por lo que sabía, él probablemente había pasado por lo mismo con otros chicos un millón de veces. Esos pensamientos le confundían, lo tenían dando vueltas y vueltas. Trataba de convencerse a sí mismo, de que lo que tenían era importante para Magnus también.

Entonces recordó que hoy era el día en el que partirían para Idris y que vería a Magnus en el Portal, pero no estarían solos. Su familia entera estaría ahí y no tendría la posibilidad de hablarle sin levantar sospechas. Suspiró de nuevo y se preguntó si alguna vez tendría el suficiente valor para declarar ante ellos toda la verdad. Un día, quizás, pero no hoy.

Magnus

El teléfono de Magnus se iluminó y el nombre de Alec apareció en el identificador. Ésta debía ser como la décima vez que Alec trataba de llamarlo en los últimos dos días, pero aun así, no se sentía inclinado a contestar. Si Alec no estaba dispuesto a reconocer la relación que tenían, entonces él no estaba dispuesto a contestar.

Tenía miedo de que Alec pudiese estar tratando de pedirle otro de sus incontables favores. Miedo de que él cediera tan pronto escuchara la voz de él. Tenía que cuidar su corazón porque estaba muy dolido. Y para ser honestos, también estaba muy molesto. Estaba cansado de que Alec solo quisiera estar cerca de él cuando lo necesitaba y pretendía no conocerlo cuando los demás indagaban. Era doloroso.

Malec Una Historia de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora