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El molesto zumbido del despertador espantó mis sueños, pero esa vez, por alguna extraña razón, no odié su sonido.
Tal vez era el hecho de que ella estuviera junto a mi. Extrañaba tanto la sensación de su cuerpo en las mañanas, deseaba que ese momento quedará detenido por siempre. Extrañaba recorrer su definida silueta con las yemas de mis dedos, tibios al tacto de su febril piel y sentir el calor emanar, oír su agitada respiración y hacerla mía por fin, una y otra vez.
Alejándome de esos pensamientos, vuelvo a la realidad y noto que ha despertado. Sus preciosos ojos cafés están mirándome, y su boca esboza una angelical sonrisa.
Justo en este maravilloso momento, me doy cuenta que me he enamorado profundamente de ella.
– Buenos días, linda – digo entre bostezos.
– Buenos días – respondió mientras se estiraba y dejaba ver su hermoso y escultural cuerpo femenino –. Mi vuelo sale a las once en punto, es decir, en dos horas y media más – expresó con tristeza –.
Ya lo estaba olvidando, ella debía volver. Debía volver a alejarse 460 km de mi.
Debía volver a extrañar el calor de su cuerpo. Debía volver a extrañar su aroma.
Definitivamente, debía volver a extrañar nuestras noches de pasión, de amor. Extrañar contemplar su cuerpo desnudo, su pecho agitado  y su vientre ardiendo, sus húmedos besos y sus susurros de placer en mi oído.
Extrañar caminar tomados de las manos por el parque, ese parque tan preciado para nosotros, ese parque que oculta nuestros secretos.

No me queda más opción que esperar a vernos otra vez, si es que llegase a haber otra vez.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2017 ⏰

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