0; Prólogo.

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Japón, año 1501.

Las lágrimas escapaban sin parar de aquellos orbes brillantes, los dorados ojos de Giotto no resistían la pena.

G intentaba consolarlo, que se mantuviera firme como a ese idiota siempre le había gustado verle, pero dolía.

Incluso a él le dolía.

Cozart se mantenía al margen, a su lado se encontraba Dante Cavallone y ambos permanecían impasibles.

El resto de los guardianes de Giotto, excetuando a aquel traidor que hacia tiempo había desaparecido, se mantenían rodeando el ataúd.

Alaude había muerto.

-Giotto, por favor -rogó G-. No le vas a revivir con tus lágrimas, lo sabes.

El rubio sólo rodeó sus rodillas con sus brazos y hundió allí su cabeza, sus sollozos se hicieron escuchar por toda la estancia y a todos se les partió el corazón.

Habían pasado poco más de diez años desde que habían dejado Italia y Vongola a manos de Ricardo, diez años donde Giotto había cambiado su nombre pero su escencia seguía intacta.

Sólo era menos severo con las personas a su alrededor.

Seguía siendo protector, seguía siendo un líder nato, seguía amando a las personas, seguía tan vivaz como siempre.

Seguía enamorado de Alaude.

Pero él había muerto.

Asari intercambió una mirada con su amigo sacerdote y ambos acordaron ayudar a G, Lampo se entretuvo mirando por la ventana.

-¿No deberías ir a consolar a tu jefe? -cuestionó Cozart en voz baja- Giotto...

-Nada de lo que diga va a reparar su corazón, es una batalla perdida -le miró de reojo con sus ojos verdes-. Es tu mejor amigo de todos modos, ¿por qué te mantienes alejado?

El Simon se tensó ante aquel cuestionamiento, Dante posó una mano en su hombro en un intento por darle apoyo moral.

-Yo... No creo que sea buena idea -murmuró mirando a Ieyasu-. A veces... Siento que es mejor llorar las penas que guardarlas, cuando los sentimientos se acumulan no sucede nada bueno.

-¿Lo dices por su enamoramiento o por su dolor? -volvió la vista a la ventana, aparentemente curioso- Bueno, realmente no importa. Venidos al caso ya Alaude murió y poco podemos hacer.

-Te cuesta empatizar con los demás, ¿verdad? -intervino Cavallone- Honestamente, Lampo, siempre has sido un apático y no tienes tacto con los sentimientos de otros.

El menor se encogió de hombros con indiferencia, no podría negar nada de lo dicho por el moreno.

Después de todo aceptaba la verdad, sus sentimientos habían muerto hacia mucho tiempo...

-Tú no te quedas muy atrás, Cavallone -forzó una sonrisa-. Tampoco te veo a ti consolando a Giotto y siempre te has considerado su hermano, ¿no es así?

Al verse atrapado la mano que conservaba en el hombro de Cozart se tensó, el pelirrojo lo notó y se puso nervioso en consecuencia.

Tener veinticinco años daba miedo, a Lampo la edad le había hecho más listo.

-Yo...

-¡Giotto, basta!

El trio miró sorprendidos hacia el rubio, quien era sostenido por un bastante hastiado G.

Ieyasu lucía los ojos hinchados y las lágrimas seguían corriendo, una pizca de culpabilidad invadió el cuerpo de la tormenta, pero no se detendría.

Double. (Pausa temporal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora