O C H O.
—Doctor Mitchell—hablé—. ¿Nos puede colaborar?
Mi mirada estaba puesta en los papeles que estaban encima de mi escritorio, es un completo desastre.
—Por supuesto, policía Jean. Usted cuente conmigo—respondió desde la otra línea.
Este hombre siempre ha sido solidario y siempre ha estado a cargo de mis investigaciones respecto a la rama de medicina.
—Excelente, muchas gracias. Nos vemos mañana.
Al colgar se escuchan unos golpes en mi puerta. Estoy sentado dando vueltas en mi silla mientras espero quién toque hable.
—Jean, ¿estás?—habló, Tobías detrás de la puerta.
—Sigue—respondí—. ¿Cómo va la convivencia con tu mujer?
Al entrar y escuchar mi pregunta se le escapó una sonrisa juguetona. Tal vez es más por mi interés ya que, poco me gusta hablar de relaciones o formalizaciones.
—Me encanta. Es la mejor decisión que tomé—sonrió ampliamente—. Soy feliz, Jean—finalizó pero en su rostro aún estaba reflejada la ilusión o tal vez la bobería.
Por qué alegrarse de no tener privacidad, no tener silencio y el compartir todo lo tuyo con alguien más. Además, aguantar mensualmente a una mujer con su menstruación.
Suspiré.
—Solo te diré que me alegra mucho por tu felicidad, hermano—le guiñé el ojo.
Cada quién tiene razones distintas para ser felices. Por ejemplo, mi felicidad es llegar a mi casa y encontrar silencio, comer el envace del helado completo, pedir comida para mi solo, trasnocharme viendo netflix, salir con mis amigos sin ningún problema y que mamá me haga caldos cuando esté enfermo. Fin.
Nos quedamos en silencio y él me miró.
—Te ves amargado hoy, Jean—su semblante cambió a uno serio.
Tiene razón.
—Es que mi hermano se casará con la mujer que te había mencionado y también me tiene pensativo el caso que me tocó investigar.
—Tu hermano babea por ella y lo del caso, en lo que necesites te ayudo—su voz siempre es amable. Él siempre que llega a mi oficina es a querer colaborar en algo aún él teniendo cosas que hacer. Es un hombre muy solidario y por esa razón también es tonto porque hay personas que se pueden aprovechar de eso, yo siempre se lo digo.
—Es sencillo asi que gracias. Creo que debería irme—me levanté, tomé los papeles que necesito y me despedí de Tobías para poder salir.
Todos estaban en sus oficinas y por ende el CDP se veía vacío y tranquilo. Mi auto estaba afuera. Primero metí los papeles necesarios y luego entré.
La dirección de esa casa no estaba muy lejos así que llegaré pronto. El sonido de mi teléfono me asustó y siendo franco se me hizo muy raro recibir una llamada de mi madre porque la vi hace unas horas.
—¿Aló?—contesté de inmediato mientras seguía conduciendo.
Lo sé, lo sé. Eso no se puede.
—¿Mi bebé?—pronunció mi madre.
—¿Para qué me llamas, mamá?
—¿Puedes venir a la casa? Necesito hablar contigo urgente.
—Ahorita no puedo, estoy resolviendo un caso pero no me demoraré.
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Prejuicio ©
Chick-LitLa sociedad clasifica a las personas. No importa de dónde vengas, simplemente sacan prejuicios así como lo han hecho con Juliette. Conocerás los prejuicios que encuentran en ella y definitivamente ella si es diferente; Jean lo comprobó. Probablement...