La muerte y el gato.

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“¿Qué hago aquí?” “¿Qué es este lugar?” Incógnitas comunes de una alma que abre los ojos notando el nuevo paisaje en el que está inmerso, un valle grisáceo muy bien mantenido que quizás si no fuera por su tonalidad, muchas personas lo considerarían como un lugar hermoso. En donde no parece haber nadie más que él, hasta que el sonido de unas ramas rompiéndose le demuestra lo contrario, el sentimiento de que algo se aproxima lo atosiga, hasta que se percata que lo que provocaba esos ruidos era un gato adulto de color blanco con negro y con heterocromía, uno de sus ojos era azul y el otro era marrón, dicho animal se queda posando frente a sus narices, como si estuviese esperando algo, el hombre embobado igualmente se le queda viendo.
- ¿Qué es lo que pasa amiguito? ¿Sabes dónde estamos? –Habla con el animal aun sabiendo que no sería capaz de aclarar sus dudas.
- Te he estado esperando, estaba escrito en piedra que tú y yo nos encontraríamos solo que no estaba especificado cuando. –El hombre se exalta por la voz tan profunda pero a la vez tranquila que se escucha, aunque el felino no había abierto la boca y es fisiológicamente imposible que pueda articular hasta la palabra más simple; sabía que venían del gato.
- ¡¿Qué clase de sueño es este?! ¿Con que me habrán drogado en esa discoteca?
- Con nada, esa mujer con la que estuviste toda la noche es quizás el amor más puro que pudiste llegar a tener, lástima que no se podrá concretar.  –El gato empieza a andar por el valle como si supiera a donde dirigirse.
- ¿Por qué dices eso? –Sigue al animal en busca de respuestas.
- Porque tu vida acaba de llegar a su fin. –Primera vez que responde a sus interrogantes de forma concreta y directa.
- ¿¡Que!? No puede ser posible…Si iba directo a mi casa y no estaba tan ebrio… -Intenta refutar para no creer aunque sus ojos se aguarapan.
- Tienes toda la razón pero… El semáforo estaba en rojo, y tal vez era la música a todo volumen o el alcohol que te había quitado un poco de tu cordura pero no viste aquella ambulancia que iba a mayor velocidad que tú. Tu impertinencia y su rapidez acabaron contigo.
- No puede ser… -Se arrodilla, se tapa la cara con las palmas de sus manos.
- No es momento para lloriquear, sigamos adelante, aún nos queda mucho camino por recorrer. – Llegaba a ser insensible.
- Pero mi vida se acabó. -Entre moqueos y lágrimas.
- ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Suicidarte? Levántate, no me retrases. Sigamos, que para eso estoy, para guiarte. - El gato seguía con su postura firme.
Moqueó por última vez, se paró para seguir a la criatura a paso lento y por detrás.
- Es interesante y confuso los giros que dan la vida, ¿no? –El gato empezaba una nueva conversación.
- ¿Por qué lo dices? –Sin saber muy bien a que se refería le contesta.
- Las decisiones, acciones, errores y aciertos que toman encadenan un camino que lleva hasta el fin, es algo inevitable.
- Pasar la luz fue el último error que pude cometer… -Su cara se arrugaba, comenzaría de nuevo un yanto.
- Estamos llegando.
- ¿Qué?
Fijarse al fondo del valle que parecía no tener fin puede ver una esfera transparente del tamaño de una casa incrustada en la tierra.
- ¿Que…Es esto? –Asombrado pregunta, tocando aquella estructura increíble al igual que extraña, desentonaba por completo con el paisaje.
- Míralo muy de cerca, acerca la cara.
Aún más desorientado y sintiéndose ridículo, con una expresión de lo que parece ser incertidumbre pega su rostro contra la edificación. Enseguida puede ver fragmentos de su vida, de su pasado, momentos no tan agradables que el mismo con ayuda del tiempo pudo olvidar; Las partes de su vida donde fue un imbécil, como cuando trató mal a su madre o a sus múltiples amadas al tener un pésimo día y la única forma en la que hayo cierto consuelo fue desquitándose con las personas que no eran la razón de su mal humor, sintiéndose culpable después de provocar el dolor. O haciendo el papel de un cobarde y embustero frente a un grupo social o de trabajo nada más para evitar algún enfrentamiento o actividad que le provocaba pavor por el simple hecho de pensar que sería el quien tendría que realizarla, también cuando no reacciono de la manera adecuada a una broma, con un enojo exagerado y desubicado. Y los peores momentos; que pasan tan rápido pero que dejan un amargo e incómodo recuerdo para toda una vida, simplemente esas humillaciones que a todos nos toca enfrentar alguna vez, en donde un comentario hecho en broma lo dejo con un nudo en la garganta, unas palabras que sin querer fueron un dardo directo a su corazón en la que la única reacción fue una sonrisa para evitar denotar el dolor tan grande que le había provocado.
- …Supongo que lo que me paso fue lo mejor. –Despega su rostro intentando contener las lágrimas.
- Ahora sigamos. –El gato no pensaba detener el viaje.
- ¿Para qué? Si toda mi vida estuve escondiéndome o haciendo alguna tontería. –Se desploma en el suelo con los ánimos notablemente bajos.
- Porque esto no es todo, sigamos, aun te queda un gran camino por recorrer.
- Ya recorrí suficiente y en ningún instante hice algo bien, algo notable, solo fue un error tras otro. –Empezaba a exasperarse.
- Y es exactamente por esos pensamientos que debes seguir, deja tus tonterías que no eres un niño pequeño y no guiare a un malcriado, ¡Vamos! –El regaño fue fuerte pero no levanto la voz.
- Te pareces a  una mujer. –Obedeció más por la autoridad con la que se expresó el animal que por decisión propia.
Rondaron por el interminable paisaje por mucho tiempo, sin tener un rumbo definido y parecía que no sabía a donde querían llegar.
- ¿Cuánto tiempo llevamos caminando? ¿Cuánto falta? –Pregunta con cierto tono de queja.
- Este lugar no conoce los años, las fechas ni el tiempo, solo nos encontramos nosotros, somos los únicos que podemos movernos y es exactamente por eso que tenemos que avanzar y no retroceder.
- Pero…Sino hay tiempo que perder, ¿Qué nos obliga a seguir?
- Exactamente eso, sin un tiempo con el cual contar, nos perderíamos ya que no hay algo que nos dé señales sin estamos cerca, lejos, o si hemos andado más de la cuenta o si nos falta poco para llegar, terminando en una caminata perdida en un limbo.-Explicación compleja que su compañero no capto del todo.
- A mí me parece que ya estamos perdidos. 
- Ya casi llegamos.
A lo lejos se podía distinguir otra cúpula.
- No pienso volver a ver dentro de esas cosas. –Se detiene de golpe, negándose a seguir.
- Es necesario que lo hagas.
- Ya estoy consciente del ser tan patético que soy, no necesito torturarme más con eso.
- Recuerda, tenemos que avanzar, aún falta un largo camino y si te quedas aquí o retrocedes, jamás podrás curar tus sentimientos rotos.
Volviendo a quedar enmudecido ante la respuesta contundente del gato, no encuentra otra opción sino de seguir el paso, llegando a estar en una situación similar, parado ante aquel domo. Completamente desanimado, sin decir ni una sola palabra, sabiendo lo que tiene que hacer, conecta su mirada, se repite la acción pero con acontecimientos distintos. Cuando defendió a aquel amigo indefenso de molestias. Aquel momento de estrés por presentar una prueba que le quitó el sueño la noche anterior, el posterior alivio de ya haberle hecho frente y mejor aún, haberlo supéralo de manera exitosa. Ese momento en el que uno de sus abrazos fue suficiente para calmar el dolor de un ser querido. La disculpa sincera que nació del fondo de su corazón después de esa actuación desastrosa de su parte que lo hizo sentir liberado; Ese día en el que nada más podía salir peor, en donde sus seres cercanos secaron sus lágrimas manteniéndose a su lado para hacerle compañía, animarlo y apoyarlo, en palabras más simple, demostrándole que a pesar de todo, no se encontraba ni se encontraría solo. Despega su vista lentamente, con un montón de pensamientos y recuerdos mezclándose dentro de su cabeza.
- ¿Viste? Tuviste tus momentos pésimos pero también tus momentos de gloria. Eres un ser imperfecto pero eso no quiere decir que fuiste malo por el simple hecho de que pudiste aprender de ti y de los demás y así consolidar la persona que llegaste a ser. 
- Es realmente agradable ver que no morí siendo un desgraciado. –Esbozaba una pequeña pero real sonrisa.
De repente, otro gato se cruza en su camino, ambos gatos eran parecidos no obstante, este era de color negro con blanco, con los ojos claros. Por detrás venía un hombre alto, con cabello negro, vestido de blanco y con una expresión contenta.
- ¿Quiénes son ustedes? –Pregunta el hombre extrañado, pensaba que su gato y el eran los únicos que se encontraban en ese lugar.
- Somos como ustedes. –Responde el otro gato.
- Yo también estoy muerto, morí en el mismo accidente que tú, yo era el chofer de la ambulancia. –Sin mostrar ninguna emoción de enojo, sino todo lo contrario.
- Ooh… En serio lo siento. –Estaba a punto de volverse a deprimir.
- Tranquilo, esto fue un gran alivio para mí, estaba pensando en suicidarme enseguida que llegara a casa.
- Pero, ¿Y tu familia? ¿Y lo que te quedaba por vivir? –Asombrado por su actitud.  Yo de verdad no quería irme tan precipitadamente. 
- Yo sí, mi vida era un asco, no era feliz en ningún aspecto.
- Pero esta no era la solución.
- ¿No? Pero mírame, me siento aliviado, me siento contento, quizás para ti no fuera lo mejor, pero sin duda, era lo que yo necesitaba. Solo quería encontrarte para darte mis más sinceros agradecimientos.
Al terminar esta última oración, el gato y el siguieron su propia dirección, con los ojos bien abiertos se queda mirando cómo se alejaban, no tardaron mucho tiempo en perderse de su vista.
- No entiendo a ese tipo. –Mirando de forma extraña por donde había pasado aquel punto de vista distinto.
- Algunas personas aceptan este destino mejor que otras, el sin duda es uno de ese tipo mientras que tú, tu eres del otro. Eso depende mucho de la perspectiva ganada mediante su estancia de  vida. –Sentenció. ¿Cómo te sientes?
- De verdad, al comenzar a caminar y hasta ahora me sentía muy mal, no tenía ganas ni siquiera de pensar pero ahora debo decir que me siento preparado para lo que tenga que venir, acepto todo lo que me toca pasar, no tengo miedo. –Primera vez que se escucha decidido durante su travesía.
- Es bueno escuchar eso porque…
- Adivino, Aun falta un largo camino por recorrer, ¿no?
- Jajaja, ¿Viste? Estas aprendiendo. –Logra sacarle una carcajada.
Tenía que ver lo negativo para después sacarle el lado positivo. Tenía que buscar el perdón para después perdonarse y ahora que ya lo ha hecho; pueden seguir con su viaje. La grama que conformaba el valle fue desapareciendo. El hombre y el gato ahora acompañados por otras almas, caminaban por el vacío hacia el infinito.

La muerte y el gato. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora