[Kunai 38]

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—Sarada ¿Qué haces?

—Solo tú puedes manejar el Sharingan de cuatro aspas y por ende, también el Mangekyo.

—Pero...

Sarada dejó libre paso a Kirai, la cuál despúes de un suspiro largo, tomó el control.

—Se supone que no confiabas en mi.

—Creo que despúes de todo me encariñe de ti, yo fuí quien te creó.

—Sarada...

—Ve, salva a nuestros amigos.

—¿Amigos? ¿Incluyendo a la aldea que te trató tan mal en tu niñez?

—Si, Kirai. Despúes de que volví a ver a Shikadai, ChouChou, Inojin, al Hokage, a mi padre y a mi madre ¿No aprendiste que ya no siento rencor hacia ellos?-

—Tsk..

Abrió los ojos, su Sharingan especial decoraba sus orbes; Mitsuki la miró levemente confundido.

—Rin, Haru —Los nombrados la miraron.— Muevan el maldito trasero.

Ambos ladearon la cabeza sin entender

—¿Kirai? —Preguntó dudoso Haru.

—Si, idiota ¿No escucharon mi orden?

—No puedes ir. —La detuvo el albino aún sin comprender.— No eres capaz de ponerte de pie.

La chica movió su pierna notando unas leves punzadas, nada insoportable.

—Si puedo. —Puso un pie, luego el otro y aún agarrada del hombro de su amigo pudo mantener el equilibrio.

—¿Ves?

—No sé quién eres, pero sigues siendo igual de terca.

Kirai lo soltó y le miró. —Soy Kirai, el odio de Sarada en persona, mucho gusto.

Haru y Rin se taparon sus bocas para no ser escuchados, pero era casi imposible aguantar la risa ¿Enserio esa era su forma de presentarse?

Mitsuki asintió sin entender del todo, pero aún era su amiga, lo presentía.

—Bueno, ¿Cuál es tu plan? —Cuestionó Haru.

Kirai dió un par de pasos para ver si se le daba bien caminar en ese estado.

—Yo me encargaré de Orochimaru. —Fué hacia la puerta y la abrió.— Ustedes evacuen a los aldeanos.

—¿A donde? —Preguntó Rin.

—El Hokage hace unos años hizo un refugio subterráneo a no más de 500 metros de aqui, puedo enseñarles el camino. —Propuso Mitsuki.

Cuando los tres voltearon a ver a la pelinegra esta ya no estaba. Suspiraron, esa chica no tenía arreglo ni de una ni de otra forma.

No tardaron mucho en dejar todo claro para ahora si empezar con su deber.

Rin y Haru corrían de un lado a otro buscando heridos y aldeanos para llevarlos al refugio.

De pronto la pelirosa bajó un poco la velocidad pero sin perderle el ritmo al chico.

—Haru-Kun —El nombrado asintió aunque no dejaba de ver al frente mientras corría, señal de que la estaba escuchando de todas formas. —Tengo miedo.

El pelinegró bajó la velocidad gradualmente, cuando se detuvo miró a su amiga.

—No deberías tenerlo

—Pero no tengo ningún Dojutsu. —Empezó.— Tampoco tengo el valor para usar Taijutsu y tampoco puedo...

Fué silenciada de la última forma que esperaba, con un suave y cariñoso beso. Quedó estática, sin saber cómo reaccionar.

La Maldición de Sarada Uchiha [👓] NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora