Volaba libre sin ninguna preocupación, el viento pasaba debajo de mis alas como como una cálida brisa de verano, hasta que te vi y mi corazón callo como una bala perdida, mis alas cortadas ante tal belleza y mi corazón encerrado y moribundo ante tal magnífica figura yo era reo de muerte. Pero con la dulzura y la delicadeza de una rosa, me alzo y yo no sabia si ese fuego que sentía en el alma se haría mas grande o se apagaría con el tiempo, lo único de lo que sabía con certeza es que presenciaba algo inigualable, y que no importaba cuantas veces me cortaran las alas o si fuera libre o no, estar con ella era lo único que me hacía sentir... con alas.
Sebastián Vázquez Gómez Orduña