A Aaron no le gusta la sopa. Tampoco las cebollas, y menos, los pimientos. No le fascina el chocolate. Le gusta el pescado y le encantan los mariscos. Le gusta la comida grasosa, aunque sabe que no la puede comer. Las ensaladas no le disgustan, siempre y cuando no tengan aceitunas, y ha aprendido a acostumbrarse a la comida pseudo-vegana de su mamá. Le encantan las fresas y odia los postres que hace Andrea. Comprende mi pasión por los cheese fingers pero yo no comparto su amor por la carne. No juzga mi malsana obsesión con la pasta, pues él casi llega a ese extremo. Tiene algo con las paltas, tanto que una vez lo estafaron al comprarlas. El atún es su salida fácil y cree que puede comer más puré que yo. Cree que puede ganarme en una competencia de comer pizzas familiares. No de escandaliza por mi predilección por la huancaína, y le confesé mi placer culposo de comer tallarines con puré. Aborrece las partes oscuras y transparentes del pollo, detesta el jugo del guiso que queda al final del plato. Él sólo toma agua San Mateo, nada de Cielo o San Luis. Gracias al cielo le gustan casi las mismas cosas que a mí.
Aaron es cínico, es arrogante, es descarado y es cruelmente honesto. Aaron no tiene pelos en la lengua, ni siquiera conmigo. Es protector y dulce cuando debe serlo. Se burla de mí 24/7 y tiene muchos cambios de humor.
A Aaron le gusta el rap. Le gusta gritar una buena punch line. Le encanta la música con buena letra. Sabe escoger beats y me ha enseñado mucho de eso. Él ha compartido el mundo musical de su cabeza conmigo, así como yo lo he hecho con él. Nos hemos adentrado en el indie y en la música mainstream. Le gusta mi canción favorita de Billie Eilish y yo me enamoré de las letras de Nach. Bailó conmigo Algo en ti de Ves Tal Vez y escuchó las canciones que le pasé de Zenet. Nos identificamos con Zpu y nos apredimos las canciones de Kase.O. Me mostró el álbum de Brock y la maravilla de Rafael Lechowski. Por mi parte, le mostré canciones que él denominaría como música de funeral.
Aaron me ha aguantado durante más de un año hablando de libros que he leído. Incluso leyó uno que le presté. Me ha aguantado en Wattpad y en papel. Ha leído mis historias de adolescente cliché, se ha burlado muchísimo por supuesto. Me tolera con sub-literatura y todo. Le enseñé todo lo que sabía cuando llegó a mí con su pobre ortografía y sus escasas habilidades en redacción. Ahora él juzga mis escritos y a la vez llena mi corazón de orgullo.
Aaron hacía deporte. Dice que por mi culpa ya no, pero ambos sabemos que es porque es flojo. Le gustan casi todos los deportes y sabe cómo jugar muchos de ellos. Él es atlético, lo contrario a mí. Yo no puedo hacer ni una sentadilla bien y él las hace conmigo en su espalda. Él es un chico fuerte, aunque diga que no lo es.
A Aaron la ropa le queda bien. Es alto y de piernas largas. Más delgado de lo que a él le gustaría pero con una buena estructura ósea. No usa negro, para mi pesar. Pero cede en el asunto de las camisas. Tiene un rostro masculino, con cejas fuertes y mirada seria. Es imponente y hace que yo luzca más joven de lo que soy.
Aaron da los mejores abrazos del mundo. Afortunadamente sólo a mí. Me besa como si fuera la más bella y me cuida como un caballero. Él no tiene malas intenciones. Tiene sentimientos genuinos hacia mí. No me miente, no me quita del lugar de prioridad en su lista.
Aaron es muy celoso. No le gustan muchas de las cosas que hago respecto a mi vida social. Él no sabe que yo también tengo miedo de perderlo y que siempre lo elegiré a él.
A Aaron le gusta mi perfume, pero le gusta más cuando no lo uso. Piensa que me veo mejor sin maquillaje y que no necesito que mi cabello esté perfecto. No le importa que ande en pijama y prefiere mis uñas en colores pasteles.
A Aaron le encanta debatir conmigo. No porque le guste hacerme molestar, sino que le gusta escucharme argumentar. Uno de los lados que más le gustan de mí es el competitivo.
Aaron sabe cómo hacerme enojar. Sabe cómo ponerme triste. Pero lo más importante de todo, sabe cómo hacerme sonreír. Él sabe cómo ponerme feliz, y que me ría cuando quiero matarlo.
Aaron a veces se pone triste. En ocasiones creo que no sabe ni por qué. Tiene miedo y se bloquea. Pero sabe que yo siempre estaré para él.
Aaron tiene una novia que actúa, que escribe y que no sabe cantar. La aguanta cuando quiere disfrazarse en Halloween y cuando ve películas que la hacen llorar. Ella le jala los vellos de las piernas sin darse cuenta y tiene que disculparse si lo hace preocupar. Pero al final del día, él la ama con toda su alma y ella a él sin escatimar.
Aaron me ama. Siente un amor puro y bueno. No cree en la infidelidad. Es noble y generoso con sus sentimientos aunque se haga el duro por molestar. Él quiere lo mejor para mí, al igual que yo para él. Hemos peleado y hemos dudado, pero jamás nos hemos dejado de amar. Él cree que el mundo está podrido, pero también cree que en un mundo mejor. Uno en el que podamos estar sin hacer daño o llenarnos de odio.
Aaron sabe que nos tenemos el uno al otro. Que puede ser malo o bueno y lo voy a apoyar.
Aaron elevó mi corazón a otro nivel. A uno en el que ya no puedo ni yo misma tocarlo. Él lo tiene en su mano, y su mano está estirada hacia arriba de su cabeza. Y él mide 21 centímetros más que yo. Él lo tiene, es suyo. Se lo he dado, y de buena gana.
Voy a seguir el consejo de Enrique, voy a celebrar que nos hemos encontrado. Que hay paz en toda esta tormenta y una luz en toda la mierda.
Voy a celebrar que estamos en nuestro verano, que existe esa primavera en la que me conociste. Que el otoño se confunde con días grises, de esos que pasan rápido y te hacen sonreír por ver el sol, que te hace sentir tonto por no creer en él.
Celebro que tú me das el amor y la paz que todo el mundo se merece. Y que aprendemos juntos cada día. Que nos enamoramos y tomamos la decisión de ser mejor por el otro. Que eso nos salva de tantas cosas. Que el amor no está sobrevalorado. Por lo menos para mí no, y que no hay nada más bonito que amar la vida.
Vamos a celebrar este día. Voy a celebrar que te tengo, Aaron, y que el mundo es un poco mejor cuando te veo.
Feliz aniversario, cariño.
Eres el champiñón más gruñón que hay y te amo infinitamente.*se cierra el telón*