reencuentro

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El pelinegro se encontraba mirando su reloj de muñeca con impaciencia, dirigiendo su mirada de vez en cuando al cristal transparente de su izquierda, buscando con la mirada si el lugar al cual se dirigia estaba cerca.
Comenzó a golpear la planta de su zapato contra el duro suelo sucio.
Ya iba tarde.
El semáforo cambió a verde y el camión avanzó bruscamente, haciendo que todos en sus respectivos asientos azules se inclinaran ligeramente hacia adelante.
-Disculpa, jovencito- Habló la persona que se encontraba a la derecha de Hoseok. El aludido giró la cabeza en dirección al lugar de donde provenía la voz, y advirtió que quien le hablaba era un hombre mayor de aproximadamente sesenta años de edad, con un pequeño bigote canoso debajo de su nariz y ropa formal.- Me podrías decir que hora es? Por favor.- Hoseok sonrió y asintió ante la pregunta del hombre, bajando la mirada a su reloj de muñeca.
-Son las 5:34 -Dijo elevando su vista, haciendo contacto visual con el señor.
-Muchas gracias chico- Agradeció haciendo un leve gesto de inclinacion
-No hay de qué- Volvió a sonreir, y apartó su mirada hacia la ventana.
Comenzó a sentir que sus párpados pesaban y en cualquier momento se cerrarían, recargó su cabeza en la fría vantana ignorando el rayo de sol que le daba en los ojos. Fijó su mirada en una familia que conversaba alegremente, eran dos niñas, gemelas, supuso hoseok, y un padre y una madre que se veían muy jóvenes.
La madre del pelinegro lo habia dejado solo junto con su padre, para irse con otro hombre cuando el tenía ocho años, su padre luchó todo lo que pudo para sacarlo adelante, tenía tres trabajos para poder pagar su casa.

Hasta el día en que murió.

Había muerto hace un año, cuando hoseok tenía quince, quedando al cuidado de su tía Mei, que había nacido en China, pero se vino a vivir a Corea de Sur cuando se entero de la muerte de su hermano, y hacerse cargo de su sobrino.
El pelinegro comenzó a cerrar lentamente sus párpados, mientras los sonidos a su al rededor se empezaron a distorsionar cada vez más, hasta que se sumergió en la profunda oscuridad detrás de sus párpados.
Todo estaba oscuro, como si de un agujero negro se tratase.
Estaba sentado en forma de ovillo con la cabeza escondida entre sus rodillas con las manos entrelazadas sobre esta.
Levantó levemente la cabeza, mientras bajaba con cuidado sus brazos. Miró a los lados tratando de ver algo, sin obtener resultado alguno.
-¿Sábes por qué me fui Hoseok?-. Conocía esa voz.
No respondió
-¿Sábes por qué?- la voz se endureció.
Silencio.
-¿Crees que quería tener un hijo raro, asqueroso y maricón?- Preguntó casi gritando.- ¿Crees que si me buscabas volvería contigo?- agregó- Me das asco, eres una desgracia para la familia.- Finalizó.


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⏰ Última actualización: Dec 02, 2017 ⏰

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