Esta mañana, una de mis mejores amigas me envió una foto de un chico con el que había salido durante algún tiempo. En la imagen se veía al chico sonriente rodeado de amigos en el campo, como si se estuvieran divirtiendo mucho y ella me comentaba..."es que hay que ver cómo me fastidia verle ahí, tan feliz,...y yo sin embargo lo estoy pasando fatal". Entonces le comenté que no se dejara llevar por la apariencia de esa foto, que seguramente su ex novio tampoco sería plenamente feliz y tendría sus momentos malos, como todos tenemos en algún momento del día y que una foto no resume el estado de una persona, por eso ya no me impresionan las imágenes que la gente suele poner en Facebook, Twitter o en su Whatssap, porque realmente nadie está de fiesta las 24 horas del día ni de vacaciones los 365 días del año.
Todo esto me ha llevado a pensar una vez más en el mundo de la apariencia, en cuántas veces prejuzgamos de antemano los hechos que acontecen en nuestro devenir cotidiano y ponemos una etiqueta a todo aquello que no conocemos pero que nos parece, cuántas veces nos vestimos cómo no deseamos o vamos a donde no queremos sólo por intentar imitar a los demás y ser una persona que en realidad no somos o cuántas veces prejuzgamos a las personas sin llegar a conocerlas realmente. Si te das cuenta, es muy poco el tiempo del día en el que vivimos en la realidad porque casi todo nuestro tiempo lo ocupa el intentar parecer lo que no somos. La única forma de ser felices hoy en día es mirando dentro nuestra más que a lo que nos rodea. Si realmente te sientes a ti mismo y sabes qué te hace sonreír, no debería afectarte aquello que no puedes controlar, ni cambiar.
Nuestra vida se compone de luces y sombras, dos opuestos que no podrían vivir el uno sin el otro; como la vida y la muerte; la alegría y el dolor; la riqueza y la pobreza; la belleza y la fealdad; la salud y la enfermedad...Cada uno de nosotros podemos decidir cuál de los dos potenciar, sin embargo, cuando perdemos el equilibrio nuestra balanza se desajusta y uno de estos opuestos pesa más que el otro, normalmente el negativo, haciendo que nos colapsemos y seamos incapaces de seguir adelante.
No hay una sola persona que no haya pasado por un momento de sombra a lo largo de su vida, incluso aquellas que pensamos que llevan una vida de éxito. Sin embargo, es en la adversidad cuando más crecemos y nos hacemos más fuertes.
La sombra es el maravilloso lugar donde puedes resguardarte en un día de extremo calor, pero también se puede convertir en tu mayor enemiga cuando la utilizas para ocultarte de la realidad. Y aquí habría que referirse a esos momentos en los que vives a la sombra de tu propia vida, sin sentirte identificado con nada de lo que te rodea, en lugar de potenciar todas tus cualidades y convertirte en el centro de tu propio universo. Todos atravesamos por circunstancias difíciles a lo largo de nuestra vida que desearíamos eliminar y convertir en inexistentes.
A veces olvidamos que la luz se encuentra muy cerca de nosotros y que podemos apretar el interruptor cuando lo deseemos, el problema es que nos hemos acostumbrado a estar a oscuras y la mayor parte del tiempo preferimos seguir instalados cómodamente en ese espacio y que nada ni nadie nos saquen de nuestra sombra conocida.
Una persona se convierte usualmente en aquello que cree que es y también su sombra, que es una prolongación de la propia persona y se nutre y alimenta de ella, por eso hay personas que no se reconocen ni en su propia sombra. Con el paso del tiempo, son estos momentos de sombra los que más valoras en tu vida porque te hacen apreciar cuánto te has superado para dejarlos atrás y para avanzar con paso firme hacia un nuevo horizonte, el lugar donde se encuentra la luz.
Las luces y sombras son las dos caras de una misma moneda y aunque la lances al aire y no sepas cuál te va a salir, lo importante es que estés preparado para vivir cualquiera de las dos circunstancias porque ambas, las luces y sombras, lo positivo y lo negativo, son necesarios para seguir creciendo y para que encuentres tu propio camino en la vida.
No intentes huir de tu sombra porque entonces estarás huyendo de ti mismo. Ni pretendas abandonarla u ocultarte tras ella. Tienes que aprender a vivir con ella. A bailar con ella, a seguir sus movimientos, a lograr una coreografía perfecta. Incluso debes aprender a alimentarla para que no sea más pequeña que tu propio yo. Un hombre no es nada sin su sombra de la misma manera que el sol y la luna se necesitan para seguir existiendo.
ESTÁS LEYENDO
No puedo evitar ser yo misma
عشوائيColección de pensamientos y sentimientos que surgen desde mi corazón día a día.