✿; La última carta

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Un rubio caminaba por los pasillos, dirigiéndose a su casillero, con un caminar tan pacífico. Puso la combinación y lo abrió, cayendo de este una carta, con una estampa de corazón. ¿Por dónde la pudieron meter? Oh claro, la ranura de cada lado del casillero.

— ¿Qué es esto? — se preguntó el ojiverde.

Se dejó llevar por el olor a lavanda impregnada en la carta. Volteó a ver a su alrededor, no había rastro de nadie, así que abrió el sobre y lo leyó.

"Siento un calor
en mis mejillas cuando te veo pasar, no puedo disimular tener una sensación de placer
y tranquilidad cuando tocas el piano en
clase de arte, la manera en que tus mejillas se forman al realizar una sonrisa. Eres una persona digna de admirar y te has ganado mi corazón, Adrien Agreste."

-✿

Adrien no supo como reaccionar, hasta que sintió que alguien tocó su hombro e inmediatamente salió de su trance, para encontrarse con su mejor amigo. Dobló la carta rápidamente y la guardó en el bolsillo del pantalón.

— Viejo, perderás la clase, vamos. —dijo el moreno llevándolo al aula.

— C-claro

— ¿Qué estabas haciendo? Estás muy distraído. — mencionó Nino con una sonrisa sincera.

— Nada, todo esta bien — dijo el ojiverde con una sonrisa nerviosa.
—Vale, volvamos.

En toda la clase Adrien no podía olvidar ese olor a lavanda en aquella carta, el saber quien era el que le escribía esas cartas lo ponía ansioso, hasta se podía ver el brillo en sus ojos al leerla. Para ser el hijo del famoso diseñador de París tenía muchas fans, estas le enviaban poemas lindos y cumplidos, pero nadie pudo hacerlo sentir tan especial como lo hizo aquella carta.

Las cartas siguieron llegando cada mañana, siempre con ese olor a lavanda que al ojiverde le enamoraba, con unas hermosas palabras de aquella persona.
"¿Quién puede ser?" Pensaba este. Apenas alcanzaba a dormir ya que en su cabeza rondaba la misma pregunta, sin respuesta.

Él estaba en la zona de casilleros, al dirigirse a la salida, percibió con la mirada lo que parecía ser una figura femenina con cabello castaño, salió rápidamente para averiguar, pero no había nada. Una pista para saber quien era aquella persona de las cartas.

...

Como todos los días, el rubio se dirigió a su casillero con la esperanza de recibir una carta con la típica estampa de corazón, pero esa esperanza se apagó al no ver alguna allí. Suspiró decepcionado y se fue a clase, decidió esperar a la hora de salida para volver a su casillero y tal vez encontrar una carta, pero tampoco encontró nada.

La limusina de su padre lo estaba esperando en la entrada de la escuela, subió y no dejó de pensar el porque no había carta en su casillero, se sentía triste. Bajó del auto para dirigirse a la entrada de la mansión, con Gorila detrás de él, para luego subir rápidamente a su habitación.

— ¿Qué sucede ahora? ¿Por qué no me llegan esas cartas? Algo debió suceder, o simplemente se le olvidó hacerla. — susurraba el ojiverde.

Estaba por tomar su pelota de baloncesto para desestresarse un rato cuando suena su celular, se dirigió a él y lo tomó en manos; en la pantalla se encontraba el contacto de Marinette.

— Hola Marinette, ¿sucede algo?

— Adrien...es la chica de intercambio, está en el hospital, se encuentra muy mal. Todo el grupo está aquí, apuesto a que ella se alegrará de verte. Busca su habitación como paciente Rossi — mencionó la azabache con voz quebrada. Adrien abrió mucho los ojos, sintió su corazón achicarse.

La última carta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora