Me jode querer, en todos los sentidos. Porque para mí, querer significa más. Querer significa dar con los ojos cerrados una parte de ti a la que estás dispuesta no volver a ver más, significa dejarse caer sabiendo que en algún punto de la caída, alguien te agarrara, significa cerrar los ojos y dejarse llevar sin miedo a lo que vendrá, y me jode sentir que estoy en ese punto de no retorno, saber que he caído y que no hay quién me traiga de vuelta.
Recuerdo que una vez hubo alguien, a quién quise mucho, que me dijo que hay cosas que no puedes decidir, que hay cosas que quieras o no, vas a sentir, que no importa cuántas ganas le pongas en no querer algo o a alguien, va a suceder igual. Me lo dijo la misma persona por la que acabé arriesgándome sabiendo que estaba tomando un tren y que la siguiente, tenía que ser mi parada.
Creo que la mayoría de las veces lo que nos pasa es que queremos algo que no podemos alcanzar. Y es así, cuando eso pasa te prometes que no volverás a ser ese mismo pelotudo que a la nada ya da todo de sí. Prometes pasar página, con tal rapidez que nadie será capaz de verla, y seguirás.
Lo que no nos contaban nunca es que la mayoría de veces que pasamos página, encontramos al recuerdo que queremos olvidar, en la siguiente, y en la siguiente y así hasta que acabas el libro odiando que tenga final. Y vuelves a empezar, prometiéndote que no habrá ninguna persona por la cual volver a caer, ni ninguna que se merezca recordar. Al menos ese es el plan, lo que pasa es que a veces, de la nada, aparece alguien que te hace creer en algo... no sé cómo explicarlo, pero aparece alguien que te hace creer que hay algo bueno que está por llegar.Empiezan las sonrisas inocentes, hablar hasta la madrugada, las risas porque sí, las ganas de abrazar, las ganas de saber qué es lo que nos vendrá. Y das todo de ti, otra vez. La única diferencia es que esta vez tienes que encontrar la forma de reconstruirte o dejar que lo hagan por ti. Es entonces cuando te das cuenta de que, has dado tanto, tantas pequeñas partes, que ya casi no queda nada de ti. Y duele tanto ver cómo encuentras alguien que quiere cuidar de ti, que te joda ver que otros, en su momento, acabaron con vos de tal forma que ya no tenés nada bueno que ofrecer. Ya no tenés nada a lo que alguien pueda aferrarse a amar. ¿Vos sabes lo que duele querer dar lo mejor de ti a alguien que está dando lo mejor de sí? Pero todavía peor, querer dárselo y no encontrarlo. ¿Cómo mierda hago que todo esto sea justo? ¿Cómo querer a alguien que no va a encontrar nada a lo que querer? Y peor aún, si lo hace, el tiempo le dará razones para dejar de aferrarse.
Y es en ese instante en el que siempre me prometo que debo dejar de sentir, de ser, de padecer, pero entonces llegas vos, haciéndote querer, y se me olvidan los motivos por los que debería dejar de intentarlo, y cómo no, llegas haciéndome sonreír y haciéndome creer que todavía hay ganas de sentir, y ojalá, solo espero que encuentres aquí dentro suficientes motivos por los que quedarte, que encuentres algo por lo que valga la pena escribir otro de esos capítulos tan tuyos, pero que nos haga más fuertes y sobre todo que nos quiten los miedos a la hora de amar, y todavía mejor, ojalá nunca dejes de escribirme y hacerme existir en tus letras porque, al menos, si algún día desaparezco, la historia en tus letras sabrá que alguien como yo, existió. Y mejor aún, que nos quisimos. Sí, de esa forma en la que solo vos y yo sabemos querernos.
Así que, si estás leyendo esto, quiere, pero quiere de verdad. Porque querer significa dar todo de ti, dejarte llevar y no tener miedo a caer sabiendo que, a cualquier altura, hay alguien que te alcanzará. Y no temas a pensar en la cantidad de veces que todo podría salir mal, ni en cómo te destrozaron, ni en cómo acabaron con vos porque ahí dentro, por pequeño quesea, sigues siendo vos. Y eso, eso es suficiente motivo por el que amar. No temas a nada, no te quedes con el "¿y si hubiera...?" pudiendo quedarte con el "¿y si lo hago?".