Capítulo 1

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Para la preparatoria Saikano el día estaba transcurriendo como cualquier otro, los alumnos estudiando y los profesores compartiendo sus conocimientos, no parecía haber cambio alguno para nadie, más toda monotonía se vio rota para el club de basketball quienes al momento de poner un pie en la cancha fueron bombardeados con una noticia a años luz de su imaginación.

—¿QUÉ NOSOTROS QUE?

Ninguno de los integrantes del improvisado equipo de basketball entendía el repentino anuncio dado por su entrenador quien se hallaba acompañado por un niño de unos 6 años quien tenía una expresión algo seria para su edad—. Como dije, a partir de hoy el equipo de basketball va a participar en una actividad colectiva, su tarea será cuidar de este pequeño durante todo el ciclo escolar —todos no pudieron evitar mirar al pequeño que se mantenía oculto detrás del profesor, por cómo se aferraba al pantalón del entrenador era claro que estaba asustado.

—¡Pero...!

—Esto es orden de la dirección, a la mejor queja serán expulsados.

Debido a que el club de basketball se originó para vigilar a los alumnos más agresivos y peleoneros del colegio todos sus componentes se encontraban en la lista negra, debió a que Saikano era un colegio de internos varios de sus alumnos eran chicos provenientes de orfanatos a quienes se les concedió una oportunidad para recibir estudios que les brindaran una oportunidad de tener una vida mejor, incluso el equipo de basketball era consciente de que sin esa pequeña oportunidad hace tiempo habrían terminado en las calles o en prisión, sin embargo, cuidar a un niño era una completa locura, sería imposible para ellos ocuparse del menor. Quedándose sin excusa su día como cuidadores comenzó, su entrenador debido a que debía atender unos asuntos en cuanto a los partidos de práctica dejó al pequeño al cuidado del equipo quienes no sabían qué hacer, ni siquiera sabían el nombre del menor debido a que el entrenador ni siquiera se molestó en decírselos. Hubo un prolongado silencio hasta que uno de ellos se animó a aproximarse al menor más la expresión que tenía terminó por asustar al pequeño que amenazaba con ponerse a llorar, rápidamente los alejaron.

—¿Kenta quieres meternos en problemas? —le preguntaron varios del equipo molestos mientras los otros intentaban encontrar la forma de tranquilizar al pequeño.

Otro de los chicos llamado Naoto recordó que en una de las bolsas de su mochila tenía un caramelo, sacándolo velozmente se aproximo al pequeño quien aun con lagrimitas miro la golosina—. Te lo doy si dejas de llorar —la calma volvió a reinar, todos se sintieron aliviados, pero al mismo tiempo miraron a Kenta con miradas asesinas pues de no ser por el dulce el menor seguramente no habría parado de llorar.

—Bien, ¿Ahora qué? —habló quien había sido designado como capitán del equipo, a quien correspondía el nombre de Hijikata.

—No tenemos más remedio que cuidarlo —sentenció un chico llamado Tanimoto. Con todos los demás miembros del equipo de acuerdo miraron al pequeño que seguía disfrutando de su caramelo, primeramente, debían saber el nombre de quién cuidarían—. Pequeño —lo llamo Naoto ya que debido a que había sido quien le dio el dulce era más probable que le respondiera a él— ¿Cuál es tu nombre?

—Me... me llamo Nao... Naoya.

—Suena como tu nombre, Naoto —comentó otro de los chicos llamado Ritsu con un cierto tono de broma en su voz.

—Por lo menos yo no tengo nombre de niña —se defendió Naoto quien al sentir un jalón en su uniforme dirigió su vista hacia abajo encontrándose con que el menor le estaba abrazando la pierna, aquello fue la señal de que ya por lo menos alguien se había ganado la confianza del pequeño.

Cuando volvió el entrenador todos se prepararon para el entrenamiento, Naoya durante toda la tarde se quedó sentando en la banca junto a las mochilas de los miembros del equipo. Finalizada la práctica el equipo se encontró con la sorpresa de que tendrían que compartir habitación con el menor, ahora comprendían que lo de cuidarlo sería totalmente a tiempo completo, sin embargo, se percataron que no eran los únicos que debían cuidar de un niño, todos los demás clubes estaban en las mismas situaciones pero al parecer a los otros clubes les habían asignado niños un poco más alegres y más enérgicos, pues a diferencia del resto niños Naoya se mantenía tranquilo y en completo silencio. Cuando llegó el momento de volver a la habitación se aseguraron de que Naoya se durmiera antes de ponerse a hablar sobre el tema.

—¡Que horrible día! —se quejó Kenta desde su cama.

—No podemos hacer nada, a la mejor queja que hagamos al director nos expulsaran —comentó Misaki mirando al pequeño dormir en la cama de Naoto—. Pero, Naoto, me sorprende la facilidad que tienes para comprender a un niño, no sabía que los caramelos funcionaban tan bien.

—Los dulces solo son efectivos en algunas ocasiones, no siempre lográs tranquilizar a un niño con ellos.

—Pareces saber mucho acerca de niños —comentó Ranmaru sorprendido.

—¿Acaso fuiste niñera? —inquirió Kenta burlonamente.

Naoto negó—. Tuve un hermano menor.

Todos sucumbieron ante el silencio, aun si su equipo de basketball se había creado únicamente para mantenerlos vigilados, de una u otra manera todos habían terminado por tratarse como amigos incluso como una familia, pues pese a sus diferentes personalidades y formas de ser, todos compartían muchas otras cosas en común, entre ellas el hecho de que todos eran huérfanos, sin embargo, hacía tiempo atrás durante una cena de navidad al ir contando cada uno algo sobre su pasado supieron que Naoto no era huérfano por abandono o rechazo de su familia, lo era porque había sido el único sobreviviente de un terrible incendio que acabó con todas las personas de un mismo complejo de apartamentos, debido a que Naoto no era completamente japonés no poseía familia en dicho país y poder dar con su familia extranjera resultó una misión imposible pues no se tenían datos exactos sobre quienes eran o a donde pertenecían, Naoto había quedado tan afectado por el incidente que lo único que podía recordar era a su hermano menor y ligeramente las voces de sus padres.

—Tus conocimientos sobre niños nos serán de gran ayuda —comentó Hijikata intentando calmar un poco la tensa atmósfera que se había apoderado de la habitación, ciertamente tenían un largo camino por delante y no habría seguridad de cómo cuidara un niño podría ayudarlos, pero era su última prueba para demostrar que no eran los tipos que todo creían que eran.

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Nueva historia, nuevo shota, y mi cabeza pasado el martes por fin podrá centrarse en todas las novelas que debe actualizar.

Espero les haya gustado el capítulo.

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Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo.

¡SAYONARA!  

¡SAYONARA!  

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2017 ⏰

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El cachorro de la manada (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora